El primer sobreviviente

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Mauricio

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Mauricio

La pelea contra el Llanto Sangriento fue tan dura que no puedo creer lo que hice, lo que terminé haciendo por salvar mi propia vida o por lo que creo que queda de ella ¿Ésto es vida?

No sé que tipo de vida estoy formando, ¿qué tipo de vida se espera de un tipo bañado de sangre, de un tipo que no sólo mató, sino disfrutó haber matado a un animal? mi mente se encontraba inquieta, tenía miedo de un día llegar a casa y ver a mi esposa llena de terror y saber que su temor soy yo, que me he convertido en el monstruo que siempre cuide en no convertirme.

El pasillo era tan grande que me dio tiempo pensar en lo que pasó en aquella jaula, sin tener alguna respuesta llegué hasta Cicatriz, que, me abre la puerta principal de la habitación donde se encontraba Medussa.

— Necesito saber el nombre del hombre que acaba de impresionarme...

— Ma...Ma...Mauricio.

— ¡Mauricio! Te vez, poderoso... ¿puedes oler la sangre? yo la huelo desde este lugar y créeme que es tan excitante. Acércate Mauricio, déjame oler tu victoria...

Me acerqué lentamente, aún no procesaba con exactitud de lo que estaba haciendo, pero al ver la forma en cómo me miraba Medussa, ver que la mujer más poderosa de WaterSeed estaba oliendo mi cuello me hacia sentir tan bien que vi por primera vez el beneficio de saber que a Medussa le gustaba tanto oler la sangre.

— Eres tan apuesto Mauricio, te hubieras visto ahí abajo, tan valiente, tan loco...

Medussa se levanta de su sillón, y mientras me decía lo "bien" que me veía, acariciaba mi cuello de una forma muy tranquila que sus uñas empezaban a hacerme sentir deseado. Medussa medía aproximadamente un metro ochenta, su tamaño era tan deseable que perdí el sentido del tiempo.

— Eres el primero que logra impresionarme de ésta forma, el primero que no deseo matar, el primero que es capaz de demostrarme que el hombre puede ser amigo del caos, de la destrucción, de la sangrienta muerte.

— Yo sólo trataba de no morir, creo que no hice gran cosa...

— ¿Gran cosa? ay pequeño Mauricio, ¿Tienes la idea de cuántos trataron de librarse de esa bestia, de cuántos terminaron siendo alimento de ave? he de admitir que tuviste ayuda, pero, por los dioses, acabaste con un Llanto Sangriento con la costilla de una niña.

Medussa ya me había conquistado, no sabía realmente lo que me había dicho, sus uñas y el tono de voz de como me hablaba me había excitado tanto que lo único que deseaba era tomarla de aquella cintura que se reflejaba en su delgada camisa negra.

WaterSeed: Bienvenido a CasaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora