-Témeme idiota

31 5 17
                                    

— La historia del hombre es increíble

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

— La historia del hombre es increíble... la guerra es aquella que lo marca, lo hace fuerte, lo hace capaz de hacer cualquier cosa. La guerra le da valor a una comunidad, le da sentido a la vida y también a la muerte. Gracias a la guerra el amor nace, la valentía en el soldado se forja y hace a una mejor persona, la fidelidad hacia un equipo es enorme y así, se crea la vida plena y justa.

— ¿Qué? ¿Dónde estoy?

Despierto en la nada, mis ojos son dominados por la oscuridad. Logro escuchar gritos de rabiosos, no son fuertes, están lejos, pero, el olor a cañería era enorme que logré asquearme en un momento.

— Cicatriz, quítale la bolsa de la cara, dejemos que vea dónde está.

La mujer da la orden y en cuestiones de segundos, mis ojos logran a ver el ambiente donde me encontraba: Ravencoast.

El miedo actuó como sedante, no me dejaba hablar, temblaba de miedo, no podía creer el lugar donde estaba.

— ¡Bienvenido a Ravencoast! mi hogar, mi ciudad... mis hombres... mis armas... mi sangre.

Medusa se acercaba por cada palabra a mi rostro hasta que nuestras narices casi se rozaban, fue ese momento donde toca mi cara con sus enormes uñas.

— Pero que mal educado, no me gustan los niños mal educados...

Medussa se levanta y posando con sus manos en su cadera, niega con la cabeza, como si en realidad tratara con un niño.

— ... Hagámoslo de nuevo, ¡Bienvenido a Ravencoast! mi hogar, mi ciudad... mis hombres... mis armas... mi sangre...

No quería hacer enfadar a Medussa, así que traté de ser amable con ella. 

— Gracias, usted es muy amable dándome una gran bienvenida...

— ¡Me agrada el muchacho! levántalo, denle agua y mátenlo, me cae muy bien como para convertirlo en polvo.

Dos de los miserables me levantan con fuerza de los brazos y cuando estaban apunto de sacarme de la habitación, rogué por mi vida.

— ¡No, no, no! ¡puedo ayudarle, sé quién tiene el maletín!

Medussa me da la espalda, y levantando la mano hace una señal provocando que ambos rabiosos me soltaran dejándome caer de rodillas. Los rabiosos salen de la habitación y cierran las dos enormes puertas provocando un eco, que me llegó hasta los huesos.

— No me gustan los mentirosos, espero que valga la pena...

Medusa se sienta en un sillón individual, el único mueble dentro de la habitación.

WaterSeed: Bienvenido a CasaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora