Atrapados

1.8K 147 12
                                    

Las horas se me hicieron días, y los días se me hicieron infinitos. Había pasado una semana desde el incidente con Granger, y la verdad quería evitar el tema a toda costa, mucho más a ella, pero parece que el destino me tenía preparada otra cosa.

Cuando pasaron una semana y un día, se me aparecieron los otros dos tercios de el "trío de oro" como les decían algunos, más bien "el niño rayo, el tragón y doña cerebrito" aunque creo que les queda un poco largo, después ven ellos como se las arreglan.

-¿Qué le hiciste a Hermione?-

dijo el pelirrojo pecoso, Ron Weasly. Dios, en este punto hasta el nombre de esa tonta me molesta.

-Para tu información, yo no hice nada, ¿por qué no mejor vas y te comes la mitad del banquete, como haces cada día?-

 estaba molesta y  mi filtro de empatía siempre había sido bajo.

-No es para que le respondas así. Estamos aquí porque desde hace una semana Hermione ha estado actuando un poco extraño, y ella nos dijo que había estado contigo hace una semana-

 Dijo el niño rayo, Harry Potter, el indeseable número 1.

-Que Granger estuviera o no conmigo no me hace responsable de su estado de ánimo, imbécil- 

-Si descubrimos que tienes algo que ver en que esté actuando tan sombríamente, no dudaremos en hacértelas pagar, ¿entendido?-

 Dijo Weasly

-Tranquilo, Weasly, no le hice nada a tu novia-

Por algún motivo la mención de estas palabras me dolieron tanto a mi como al cabeza anaranjada, el estaba rojo cual tomate hasta las orejas, y yo no podía dejar de sentirme mal ante esa idea "la novia de Weasly" era realmente molesto, pero me rehusaba a aceptar el origen de esta molestia, así que lo pasé de largo y seguí mi camino a la sala común de Slytherin. Una vez allí, pude ver a Malfoy, hablando con Crabbe y Goyle.

Me negué a mi misma a mirar hacia donde ellos estaban, y partí a los dormitorios de las chicas, debido a la hora mis compañeras no estarían allí todavía, así que tendría tiempo para pensar en mis cosas con tranquilidad.

Una vez allí me senté en mi cama, me quité la túnica y demás cosas, me puse el pijama e inmediatamente me acosté, para empezar mi sesión diaria de odio hacia mi y al mundo, una tradición mía, y por lo visto, de mucha más gente de la que uno creería.

-Creo que tengo una relación de abuso doméstico con la vida, ella insiste en golpearme, pero yo soy demasiado cobarde como para abandonarla...- 

Ya sabes, típicos pensamientos de una adolescente en pleno desarrollo. Así seguí por una hora, hasta que mis compañeras hicieron su típico teatro a la hora de aparecer: montaron un escándalo, chismearon sobre los chicos que les gusta, y se fueron a dormir. Esa charla sobre los chicos de los que estaban enamoradas me pareció particularmente molesta ese día, como si fuera un pecado hablar así de bien de los hombres, siendo que estos eran unos idiotas sin corazón, que sólo juegan con tus sentimientos... bueno, mis sentimientos.

A la mañana siguiente, me levanté como cualquier otro, igual que las demás, nos arreglamos y nos preparamos para la primera clase del día, Hechizos, que emoción. Lo que más me disgustaba de esa clase, es que estaba obligada a compartir la hora con los de mi salón, pero también con Gryffindor, lo que significaba tanto Malfoy y su séquito, como Granger y sus amiguitos, me esperaba un día de mierda, uno de esos donde sabes que todo puede, y que va a salir mal, algo así como la vida diaria, pero con esteroides.

Como siempre, los primeros en llegar fueron los de Gryffindor, su sala común está más cerca de la clase de hechizos que la sala de Slytherin. Ese día en especial intenté sentarme lo más alejada que pudiera de todo el mundo, así que me senté hasta atrás en la esquina, para ser sincera, esa clase me daba igual, era imposible tomarse en serio al profesor Flitwick con esa estatura que se traía, así que prestara atención o no, me distraía de cualquier modo. Una vez llegó el profesor, pasó la lista de la casa de Slytherin y luego la de Gryffindor, la verdad me extrañaba que no hubiera un Hechizo que hiciera eso por él, pero más me sorprendió el hecho de que faltaba el trío de idiotas característico de Gryffindor, en cierto modo me aliviaba, en otro, me preocupaban, así que para salir de mi tensión dije uno de esos típicos comentarios de niña ardida.

-Parece que el trío de oro tiene cosas más importantes que hacer que asistir a clase como el resto- 

No estoy totalmente segura de que me sentí al decir esas palabras, lo que sí sabía es que lo que pasó a continuación fue un duro golpe a mi reputación, que de por si no existía.

-¡10 puntos menos a Slytherin! Señorita Pansy, no tiene derecho a hablar así de sus compañeros-

Ahora tenía reputación entre mis compañeros, una reputación horrible. Todo lo que pude hacer fue bajar la cabeza y hacer ademan de aceptar el castigo, que en ese preciso momento se sentía como si me hubieran echado una condena de cinco años en Azkaban.

El resto de la clase transcurrió con normalidad, bastante, la verdad. Estuvimos practicando un encantamiento que consistía en cambiar el movimiento del agua al sentido contrario, en realidad no le veía uso a ese hechizo en particular, pero necesitaba recuperar esos 10 puntos, o al menos no tirar más de ellos. Fue cuando llegamos al final de la clase que todo empezó a salir mal para mi.

Malfoy me hizo parar, igual que la vez anterior en el salón de Herbología, pero esta vez yo no iba de mensa.

-Pansy, me quería disculpar contigo, verás, me surgió un asunto muy complejo y no pude ir de vuelta al salón y darte la señal, pero necesito que hagas algo por mi-

Su cara, su sonrisa, su todo, hasta su nombre, todo lo que él estaba diciendo en ese segundo, me lo estaba tragando como sonsa, como si no fuera posible que él me intentara causar un mal, pero hubo algo que me sujetó a la realidad

- Si ese "problema muy complejo" se llamaba Taissa Dummont, sí que era difícil-

Esas palabras me llegaron cual lanza al corazón, y me hicieron reafirmar mis pies a la tierra, y salir de tontolandia. Era verdad lo que esa voz decía, y quería darle las gracias hasta que vi de donde provenían. Allí estaba, Hermione Granger, con esa expresión fría, propia de ella, sermoneando a Malfoy, como siempre hacía con todo el mundo, una conducta que en particular me molestaba mucho, hasta ese momento.

-No te metas en esto, asquerosa sangre sucia-

 Fue lo poco y nada que alcanzó a decir Malfoy.

Creo que lo que hice se llama impulso de idiotez, pero lo hice, y es irremediable.

-¡Alarte  ascendare!-

 Y con un movimiento de mi varita, Malfoy se encontraba suspendido de en aire.

Siquiera estoy enterada del todo porqué hice tal cosa, pero ya no había vuelta atrás en mis acciones, a decir verdad, no sabía como bajarlo, aunque yo no le iba a decir eso, en realidad no estaba pensando en las consecuencias de lo que estaba haciendo, era todo casi por inercia, estaba molesta, pero ahora incluso más que antes. 

-No tienes derecho a llamarla así, ni a ella ni a nadie, imbécil-

En ese momento Filch pasó frente al salón, y su gata apareció justo después, lamentablemente no sola, sino que acompañada por dos personas, Severus Snape y Minerva Mcgonagall, los dos jefes de casa, Slytherin y Gryffindor, respectivamente.Según nos contaron luego, él ya nos tenía en la mira cuando empezamos a discutir, y en cuanto Malfoy le respondió a Hermione su gata ya estaba en marcha hacia la oficina de los profesores, para llamarlos y que fueran con ella. Cuando nos vieron, no sólo nos quitaron puntos para cada casa, sino que nos mandaron a castigo, el cual sería decidido por los profesores más tarde, ahora teníamos que ir al despacho del director, Dumbledore, para darle una explicación de lo que acabábamos de hacer, pero en serio ¿cómo le iba a explicar algo que ni yo misma entendía?

La tormenta imposible [Hermione x Pansy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora