4. Día de los bufidos.

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-¡Levántate Camila! Que llegarás tarde! como siempre- Mamá exclama por décima vez en menos de media hora.

Ojala me dieran un dolar por las miles de veces que la he escuchado decir eso en mi vida, ahí si les aseguro que sería millonaria.

-¿Por qué me haces esto?- Cuestioné en voz alta mirando al techo, retiró con pereza las sábanas que cubrían mi cuerpo, y salgo de mi habitación para entrar al baño.ñ que estaba al lado. Luego de cumplir con el aseo personal que me corresponde para no ser un asco y parecer un muerto en vida, salgo del baño y regreso nuevamente a mi habitación con mi cuerpo enrollado en una toalla.

-Esto no me gusta. Esto es muy sencillo.   Demasiado elegante ¿Acaso me encontraré con la reina Isabela? -Pienso  en voz alta, buscando algun conjunto de ropa que sea de mi agrado y adecuado para una ocasión como mi primer día en una nueva secundaria. -Perfecto, sigo sin encontrar  algo que poner y estoy  hablando sola de nuevo.- Murmuró soltando un bufido frente a mi closet.- Al demonio, que tanto buscó sólo es la escuela-Digo sentandome en el borde de la cama en frente a mi closet viendo la ropa guidar en ganchos, hasta que logró divisar una sudadera que puede ser mi salvación  a la indecisión.

-Uy rima riñón  con jugo limón. ¿Rima riñón? ¿Qué demonios acabo de decir? Ya la cague... como siempre.

 

Finalmente me pongo  unos jens negros un poco rotos en la rodillas y una sudadera un poco holgada de color vinotinto con delgadas  rayas blancas junto con mis converse totalmente negros. Tomo mi mochila donde había guardado  todo lo necesario la noche anterior y bajo a la cocina ya  lista para comer mi delisioso desayuno hecho por mi maravillosa madre, que por cierto también  cocina  de maravilla.

-Hola papá-Digo entrando a la cocina y sentandome junto a él  en las sillas altas del mesón, miro a los lados sin encontrar  rastro  de mi hermano mayor. -¿Y mi hermano?- Frunzo el ceño mirando hacia mi madre quien lavaba unos platos.

-Ya desayuno y esta terminando de alistarse.

Asiento  sin más nada que decir y sólo dedicarme a degustar  mi cereal de chocolate, cuando  estaba apunto de sumergir la cuchara  papa me arrebató el tazón  en mis propias narices.

-Oye esa es mí comida- Exclamó sin alzar la voz en tono de queja quitándole mí tazón de sus manos. - ¿Tu madre no te enseñó que con la comida  no sé juega con la comida y menos sí es ajena?

-¿Ajena? ¿Quién fue el que lo compro?- Me pregunta papá  con la mirada retadora.

-Mamá obviamente y yo la acompañe.- Respondo de manera sarcástica como si no supiera que se refiere  al dinero con que fue pagada. Antes de que él me pueda objetar algo a su favor, se escuchan unos pasos bajar las escaleras.

Papá: Cero.
Lily: Dos.

-Lily, vámonos antes que se haga más tarde.-Mí hermano se  asoma por el marco de la puerta de la cocina dirigiendo  su mirada  hacia a mi.

-Espera un poco.- Lleno mi boca de cucharadas grandes de cereal para no tu me con el estómago vacío, apesar de esto Christopher sigue mirándome con un poco desesperación en un claro gesto de apurarme.

-Ok, ya voy- Suelto un bufido  al ver aun su expresión dejando solo un poco de leche en mi tazón,  bajo la silla tomando mi mochila que habia dejado en suelo previamente y me acerco a mi progenitor despidiendome  de él con un pequeño  beso en la mejilla y repito la acción despidiendome de mamá, mi hermano me imita  y finalmente salimos por la puerta de la casa.

No pues, ni modo. Al menos que salgas por la ventana como fugitiva.

Luego de entrar al auto de mi hermano mientras  esperamos unos segundos  a que se caliente  el motor se escuchan unos gritos provenir de la casa de mis vecinos.

CAMILA  [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora