somos un huracán!

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Capítulo 27:

Dylan:

En mi boca jugaban miles de palabras, quería pedirle que se quedará pero mi orgullo me lo impidió. Ambos somos un huracán y a dónde vayamos causamos destrucción, nuestras personalidades no ayudan tampoco. Ambos estamos rotos y sólo nos destruimos entre sí, necesitamos solucionarlo o alejarnos por nuestro propio bien. Mi garganta estaba áspera a morir y el agua no ayudaba, las palabras no dichas estaban cortando mis entrañas. La amaba pero no podía retenerla a mi lado y volverla infeliz cada instante que estaba conmigo, porque eso hacía y me lo demostró la noche del accidente.
Dos golpes me hicieron volver a la realidad, cerré los ojos y rogué internamente que fuese ella. Una mujer de cabello corto y bata amarilla asomo la cabeza por la puerta.
—Buen día ¿se puede?
Simplemente asenti porque un nudo se formó en mi garganta por la decepción.
—Mi nombre es Silvia y voy a revisar tus signos vitales ¿esta bien?
Asenti. Cerré los ojos y pase mi mano por mi extrañamente cabello largo.
—¿Y la chica de los ojos bonitos?
Mi cuerpo se tenso y mis ojos se abrieron al instante, sabía que hablaba de ella, sabía que era la persona con los ojos más hermosos que había visto en la vida.
—Estuvimos a nada de instalarle una cama en está misma recámara.
¿Por qué?
Las palabras dolían duro pero necesitaba que fue lo que paso durante todo este tiempo.
—La chica nunca se alejo de aquí, estuvo día y noche, dormía aquí durante la noche. Dormía en esa silla hasta que amanecía y salía, llegaba por la tarde y la rutina comenzaba...
Mi corazón se hincho y apretó con tanta fuerza que sentía que iba a pararse, estuvo conmigo. Estuvo a mi lado, joder. Sufrió tanto cómo yo y la trate cómo la mierda, simplemente la deje ir pero es que así soy, cuándo las cosas se ponen difíciles lo dejo.
Durante la tarde me visitaron Jeff, Ashley y mis padres. Todos ellos me abrazaron y mi madre lloro todo el tiempo, se despidieron y Jeff me llevo a casa cuándo fui dado de alta. Mis piernas se sentían flojas y mis pies picaban al tocar el suelo. Camine hasta al pasillo buscando rastros de ella pero no, no estaba aquí. Puse mi capucha y salimos del hospital, el frío de otoño me dio una cachetada de lleno y la sudadera parecía no estar sobre mí. Llegamos hasta la camioneta de Jeff pero ahora era de un tono azul oscuro en vez de su autentico color rojo.
—Me debes la nueva pintura idiota.
Sonreí y abrí la puerta, el pensamiento me golpeo de frente. Ella estaba alado mío con su hermosa sonrisa, cerré los ojos y dormí profundamente con mi frente sobre la suya. Unos rayos estraban por el parabrisas, ella estaba a mi lado con sus párpados cerrados y sus manos sobre el regazo. Sonreí mientras mar de autos pasaban a nuestro lado, avanzábamos y más autos, retrocediamos y más autos. Un dolor invadió mi pecho, tome su mano y estaba fría. Sus manos eran frías y pálidas, las apreté con la mano libre y con la otra abrace el volante con fuerza. El miedo me recorrió el cuerpo como una corriente eléctrica y la ansiedad pico en mi, jale sus manos para despertarla pero nada, moví su hombro pero nada. Su cuerpo estaba inmóvil en el asiento cómo el día del accidente, su cuerpo estaba frío e inmóvil. Pise de fondo el freno pero no respondían en cambio la velocidad aumentaba con cada intento de parar el carro, golpee mi pie con fuerza contra el freno y una luz atravesó mis ojos cegandome por completo.

Ojos Azules👀💙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora