pedazos de Mi Alma.

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Capítulo 29:

A partir de ese momento mi vida cambio por completo, todo sentimiento hacía Dylan se hizo más fuerte y más doloroso. Mis notas en la universidad bajaron y mi trabajadora social me dijo que sino las mantenía mi beca se iría por completo. A Ashley apenas la vi, desde tiempo atrás se mudo a la recámara de Jeff y en parte se lo agradecí porque no podía dejar que viera en lo que me estaba convirtiendo, Jeff y ella seguían juntos y eran felices. En cambio yo... yo todas las noches mi corazón se apretaba y las lágrimas caían a chorros de mis ojos por el dolor que tenía que suprimir durante el día mientras veía al mundo pasar.

Dylan:

Salí de su recámara aguantando la respiración y con los ojos apretados con tanta fuerza porque no podía abrirlos y ver lo que acababa de hacer. Mi corazón no pudo soportar más y salí de ahí arrastrando los pedazos de mi alma que había dejado en esa cama junto con mi amor por ella, mis ojos comenzaron a picar y las lágrimas nublaron mi casi nula visión de camino a mi recámara, tome la botella que estaba sobre el buro y la bebí la bebí hasta que el fondo me saludo. Llore imaginando lo que había hecho, llore dándome cuenta lo que había hecho y por sobre todo llore por que no me arrepentía de lo que había hecho.
Al día siguiente un dolor palpitante me despertó, mi cuerpo estaba pesado y adolorido en todas partes, suspire y maldeci la luz que se filtraba por mis oscuras cortinas. Su rostro apareció y mi realidad me abofeteo en todo su esplendor, me odie por los sentimientos que estaban apoderándose de mí y que estaban consumiendo lo bueno que ella había construido en mí. Mi vida parecía ser una montaña rusa dónde subía y me hacía bajar sintiendo el dolor, cada vez más fuerte y destructivo. Las cosas malas opacaban las pocas buenas que tenía en mi vida y una de esas buenas era ella, la estaba lastimando y parecía no importarme pero no podía luchar con ese sentimiento de odio que se apodero de mi alma.
***
Las clases no fueron bien durante las semanas siguientes, los entrenamientos eran un desastre y mi vida era un asco. Ella pasaba casi todo el día con el estúpido de Roman, no podía evitar sentir nauseas y salir corriendo a golpear algo cuándo los veía en el mismo sitio que yo. Simplemente salía de ahí y golpeaba lo primero que apareciera en mi camino, nuestros ojos nunca se cruzaron pero podía ver la forma en que sus movimientos se tensaban cada que estábamos a metros de distancia. Su cabello estaba más largo, sus facciones maquilladas y sus ojos cansados, nada en ella estaba igual después de esa noche.
Durante el almuerzo el equipo estaba eufórico por la victoria de un día anterior, partido que me perdí por golpear a un jugador en los vestidores. Comí la hamburguesa que estaba en mi bandeja y bebí la lata de refresco antes de que ellos aparecieran. Estaba apunto de levantarme cuándo las estúpidas gafas de Roman obstruyeron mi campo de visión, estaba tomando su mano y sus rostro clavado al suelo, la guió hasta la mesa que ocupaban siempre y mis ojos siguieron su camino, una mano cayó sobre mi hombro.

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