Me evadio.

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Capítulo 30:

—Viejo otra pelea más y estas fuera del equipo.
Mis oídos zumbaban tan fuerte que era lo único que podía escuchar por la rabia que me invadió. Camine hacía ellos y lance hacía el suelo todo lo que había sobre su mesa, él tomo su mano y una sonrisa asquerosa apareció en su rostro, ella nunca levantó la mirada del suelo y seguro que si lo hacía me desarmaría ahí mismo.
—Necesitas algo amigo.
—Yo no soy tu jodido amigo, imbécil.
Las palabras salían sopladas de mis labios y mi sentido común se estaba acabando, sus sonrisa se expandió hasta casi tocar sus orejas. Su brazo rodeo sus hombros y ése fue mi límite, tome su camisa en mis puños arrastrándolo hacía donde estaba. Su sonrisa nunca se fue pero en sus ojos podía ver que estaba asustado hasta la mierda, podía verlo sudar frío cuándo mi agarre se hizo más fuerte.
—Quiero que quites tus sucias manos de ella cabrón ¿entiendes?
Ella estaba paralizada, sus ojos sobre mi pero sin cruzarse con los míos. Podía ver como su pecho subía y bajaba rápidamente.
—Ahora ella está conmigo así que eso no será posible, amigo.
Un dolor me sacudió tan fuerte que mis extremidades no respondieron por unos segundos, mi visión estaba por apagarse cuándo sentí que mis puños golpeaban algo hasta hacerlo crujir contra el suelo. Tome su cuello y lo azote contra el suelo, mis puños parecían tener vida propia cuándo conectaban contra su rostro, mis nudillos sangraron por las gafas rotas alrededor de él, lo golpee con tanta fuerza que los hematomas aparecieron al instante, todo era zumbidos y silencio a mi alrededor. Lo golpee en tantas formas que seguro su rostro nunca volvería a ser el mismo jamás, nada podía detenerme en ese momento, unas manos jalaron mi camisa pero no podía parar era como un carro en bajada, otro golpe más y lo peor vendría.
—Para ya...
Su voz salió amortiguada e imagine sus labios moviéndose para pronunciarlas, la forma exagerada en que sus labios se movían al hablar y mis puños pararon al instante. Me gire para ver a una Samantha destrozada con lágrimas en sus ojos, lágrimas que bajaron su maquillaje y la hacía ver a sus ojos aún más cansados, camine hacía ella y tome sus manos con las mías llenándolas de sangre, sangre del imbécil al que ahora le pertenecía. Me evadió y camino hacía dónde estaba él en suelo con personas a su alrededor, un frío me invadió cuándo parecía no reaccionar y ella se abrazaba a él con fuerza.

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