dolor

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Capítulo 28:

Llegue a casa y me deje caer en la cama, la puerta fue golpeada y voces atravesaron mis oídos. Quería irme, quería dejar de sentir este dolor que estaba acabando con lo que quedaba de mi alma que de por si estaba rota. Esto se había salido de control y no era sano para ninguno de los dos pero no podíamos alejarnos uno del otro, nos necesitábamos más de lo que creíamos. Necesitaba su respiraciones tranquilas en mi cuello al dormir, despertar y sentir sus brazos alrededor de mí y en cada beso sentir su alma juntarse con la mía. Lo amaba tan condenadamente mal que esperaría hasta que su corazón sanara y volviera a mí, esperaría hasta que sus heridas sanaran y me tomara de nuevo.
Abrí mis ojos en la oscuridad a sabiendas que dolería más, imágenes de él a mi lado me golpearon y fuertes sollozos salieron de mi garganta quemando todo a su alrededor. Cubrí mi rostro amortiguando las lágrimas que estaban apunto de salir, las deje salir porque lo necesitaba, necesitaba sacar todo el dolor que estaba pudriendo mi alma cada segundo que pasaba.
***
Unos golpes en la puerta me despertaron, mis ojos pesaban y mi boca estaba seca, los golpes eran fuertes. Tome mi cobija esperando lo peor pero el siguiente golpe abrió la puerta dejando a la vista el fantasma de una persona que creía conocer.
Dylan con su cabello revuelto, cuerpo tenso y ojos inyectados en sangre, estaba frente a mí apenas sosteniéndose de pie camino hacía mi con pereza quitándose la playera por la cabeza torpemente. Subió a la cama lentamente, agachó la mirada y murmuro algo apenas audible para él antes de golpear con fuerza su boca con la mía, mis labios dolieron y hormiguearon al impacto. Comenzó a moverlos con la misma fuerza mientras su peso caía sobre mí de lleno, no podía respirar y lo sabía, pero no se alejaba. Se levanto cuándo mis labios jadearon por oxígeno, sus ojos nunca estuvieron sobre los míos mientras me desnudaba y se colocaba entre mis piernas abriéndolas de una forma tan dura que me hizo retorcerme de dolor, dolor que parecía gustarle. Sus labios bajaron a mi cuello dejando marcas a su paso, succionando con tanta fuerza que estaba segura que dejaría marcas por todos lados, tomó mis manos y las dejo sobre mi cabeza sostenidas con fuerza. Y ahí todo el amor que senti que todo el amor que sentía por mí se estaba desvaneciendo con cada movimiento, bajo sus jeans y lo sentí justo en mi entrada. Respire porque sabía que está era su forma de sanar su alma, era la forma en la que me perdonaría, la forma en que lo tendría de vuelta. Respiro pesadamente y el olor a alcohol que salía de él me mareo. Entro en mi lentamente y rogué porque se mantuviera así, pero sus ojos se cerraron y un el dolor apareció. Empujó dentro de mi con tanta fuerza que mi cabeza golpeo con la cabecera de la cama, me posesionó de nuevo y empujo con más fuerza.
Dolor.
Dolor.
Dolor.
Era lo único que podía sentir en ese momento, sus movimientos eran tan violentos que quemaba en todas partes e incluso en mi pecho. Sabía que este no era el sino el alcohol el que me estaba haciendo daño pero lo deje, deje que me lastimara y no sólo físicamente. Me estaba haciendo daño en todas las formas posibles y se lo permití porque mi amor era así de egoísta conmigo misma. No sentí nada más que dolor, no sentí su amor o cariño. Sus movimientos fueron más rápido y sus piernas se tensaron, se desplomo sobre mí y sus respiraciones se nivelaron. Permanecimos ahí en la oscuridad por unos segundos, nuestros cuerpos unidos y almas rotas. Salió de mi y sin hacer contacto conmigo se vistió, salió de mi recámara con playera en mano y un portazo del otro lado del pasillo me hizo reaccionar. Las lágrimas cayeron y permanecí ahí. Sola, destrozada y usada.

Ojos Azules👀💙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora