[Johnlock] Siendo padres.

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Un día increíblemente soleado terminaba para dar paso a la noche en la ciudad de Londres. Todos se preparaban ya para dormir, especialmente en el departamento 221B en Baker Street, donde la familia Holmes acababa su rutina diaria. Sí, la familia Holmes, más específicamente, la familia Holmes-Watson. Pero no nos adelantemos a los hechos, lo que pasó, tiempo atrás, fue esto:
John Watson y Sherlock Holmes por fin habían dejado de estar ciegos y habían aceptado su amor por el otro (con un poco de ayuda de terceros, cabe decir) y poco después habían dado un gran paso, el matrimonio. Nadie recordaba haber visto a John Watson más ansioso, ni en su primera boda. Y definitivamente nunca habían visto a Sherlock así de nervioso.
Poco tiempo después, una idea llegó a la mente de ambos: un hijo. Luego de muchas vueltas, llamadas y dudas decidieron que Harriet (con consentimiento de esta) se haría una inseminación artificial con la semilla de Sherlock y así tendrían un hijo que tuviese las características de ambos y que, técnicamente, fuese suyo.
Y claro que no se olvidaron de Rosie, la pequeña que con sólo 3 años de edad se convirtió en hermana mayor de un niño de rizos azabaches y ojos de diferentes escalas de azul, gris y verde.
Volviendo al presente, todos en el 221B estaban ya listos para dormir, lo cual implicaba, en primer lugar, lograr que Hamish se despegase de ayudar a Sherlock con un caso (muy a pesar de John, que insistía en que un niño de 7 años aún no debía involucrarse en eso) y a Rosie de la Laptop de John, que estaba igualmente leyendo en el blog de este sus viejos casos. Una vez logrado esto, Sherlock debía encargarse de que Hamish se duchase y preparase para dormir mientras que John debía hacer lo mismo con Rosie.
Y cuando por fin lograban que ambos estuvieran en la cama y con el pijama puesto era hora de las buenas noches.
Sherlock iba entonces junto a John y juntos le daban las buenas noches a Rosie, la cual siempre, antes de verlos salir por la puerta, decía: "Te amo papi, y a ti papá" y después de que hubieran cruzado el umbral y cerrado la puerta, añadía:"y a ti, mami Mary".
Rosie sabía acerca de Mary. Claro que lo sabía, aún si había sido una bebé cuando ella murió y no recordaba nada de Mary, John no era nadie para negarle a su madre, así que de vez en vez le hablaba de ella. De como no fue sólo su esposa una vez, si no también una buena amiga de su papá Sherlock. Y en parte, el que John y Sherlock estuvieran juntos ahora era gracias a la decisión de cuidar juntos a Rosie que habían tomado 9 años atrás.
Rosie sabía que, al contrario de Hamish, Sherlock no era su papá, no al menos de sangre, pero no le importaba. Porque el había estado ahí siempre, y la quería, igual que quería a su papi John y a Hamish, y con eso era suficiente para Rosie.
Sherlock y John se dirigieron entonces a la recámara de Hamish, el cual los esperaba pacientemente, recostado y mirando al techo hasta que aparecieron. Le dieron las buenas noches igual que a Rosie, y cuando estaban por marcharse a su propia habitación, Hamish dijo:
—Y papá... el asesino no es ninguno de los hermanos, es el vecino—Sherlock sonrió orgulloso, después de todo su hijo había heredado el intelecto e instinto deductivo natural de los Holmes y comenzaba a demostrarlo ya con 7 años.
—Lo sé, seguiremos con el caso mañana —le sonrió a su hijo y le guiñó el ojo antes de salir junto a John de la recámara e ir ambos a la propia.
Cansados y felices también ellos se fueron a dormir, preparados para la rutina del día siguiente.
Aunque a John le constó un poco más el conciliar el sueño esa noche. No paraba de pensar en los giros que había dado su vida desde que por casualidad terminó conociendo a Sherlock y viviendo con él pese a ser este prácticamente un desconocido.
Él sin duda había cambiado a Sherlock, y Sherlock lo había cambiado a él. Antes, Sherlock era nada más que un detective solitario y misterioso que no entendía el concepto de los sentimientos o el sentido común, para él eran cosas sin importancia que no valía la pena almacenar en su palacio mental. Ahora, al menos gracias a John, entendía un poco de esto.
Sherlock Holmes era una máquina, y John Watson el único que poseía el instructivo.
Se complementaban, por eso eran un buen equipo, Sherlock era el cerebro y John el corazón. Quizás, en algunos sentidos Sherlock aún era una máquina, pero ahora John, Hamish y Rosie eran sus motores.

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