Cielo

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*Dedicado a: NekoShawn*

"Without losing a piece of me, how do I get to heaven?
Without changing a part of me, how do I get to heaven?
All my time is wasted, feeling like my heart's mistaken...
No.
So if I'm losing a piece of me... maybe I don't want heaven"
                      Heaven, Troye Sivan.

Sammuel se despertó sobresaltado. Calló un grito en su garganta antes de dejarlo salir. Miró a su alrededor y consiguió tranquilizarse. Alguien se movió a su lado y encendió las luces.
- ¿Qué pasa, enano?- preguntó Matt, incorporándose en la cama y mirándole con la preocupación dormida.
- Yo... Nada, sólo he tenido una pesadilla- respondió tumbándose de nuevo junto a él. Se miraron por unos segundos, bastante callados- Verás, alguien me ahogaba y, por un momento, moría. Pero después revivía y entonces un tigre venía y me zampaba- narró rápidamente. Mathew soltó una carcajada y le acarició el rostro con cariño- ¿Por qué te ríes? He muerto en el sueño, ¿recuerdas?- se quejó el menor, haciendo un dulce puchero. El moreno se rió de nuevo.
- Te demostraré que estás vivo- susurró sonriente, acercándose a él y besándole los labios tiernamente. Sam se quedó sin palabras, no esperó aquello.
- Matt...- suspiró, deshaciendo el beso en una sonrisa. Le miró a los ojos y supo que era hora de dar otro paso al verse reflejado en las agrandadas pupilas negras del chico de ojos azules. Esta vez, fue Sam quien besó al moreno, dando paso a sus lenguas y a un tono más arriesgado entre sus cuerpos.
- Hey, espera- rió el chico mayor, sentándose y poniéndose más cómodo para que así Sam pudiera sentarse en su regazo a horcajadas. El rubio lo hizo, pasando además sus brazos alrededor del cuello de Mathew y dejando que este le envolviera con los suyos por la cintura. Sus manos se enredaron en los rebeldes mechones negros de Matt y, descubrió, de manera tardía, que las manos de su compañero ya se encontraban alrededor de sus nalgas, apretándolas suavemente de vez en cuando. Sam deslizó los dedos por el pecho de Matt hasta llegar al borde de la camisa de su pijama y tiró de ella hacia arriba, hasta que consiguió deshacerse de su estorbo sobre la tostada piel del chico. Le acarició clavando levemente sus uñas para volver a dejar sus brazos sobre los hombros del moreno y ocupar su boca con los labios de él. Matt sintió que se calentaba, hacía varios minutos que había perdido el pensamiento racional debido a que la sangre ahora se dirigía hacia otra parte de su cuerpo, algo más abajo que su cabeza. Sin pensarlo mucho decidió que no sería el único sin camiseta y se la quitó delicadamente al rubio, deteniéndose a mirar la blancura de su pecho salpicada por traviesos lunares.
- Sam- musitó el mayor, junto a su oído, bajando con besos la curva de su cuello pálido.
- ¿Mmmm?- ronroneó el rubio a modo de pregunta, echando su cabeza a un lado para darle más espacio.
- Te quiero- suspiró contra su piel, haciendo que se le erizara. Sonrió.
- Yo también a ti- admitió en un suave jadeo. Aquella fue la señal que tomó el mayor para hacer lo que quería. Llevó su mano a la entrepierna del rubio y empezó a masajear lentamente, mirando las reacciones del chico que se encontraba en su regazo. Este había comenzado a suspirar mientras sentía que hacía demasiado calor en aquella habitación, moviendo sus caderas adelante y atrás con necesidad.
- Matt- suspiró con los ojos cerrados y echándose hacia delante para tener mayor contacto. Sintiendo un bulto bajo sus nalgas, le dedicó una sonrisa gatuna- ¿Qué tal si nos desnudamos?- preguntó travieso, llevándose un dedo a la boca para empezar a morderlo y chuparlo de manera provocativa. El mayor se le quedó mirando embobado durante unos breves segundos hasta que consiguió reaccionar.
- Si- aceptó, quitándose de encima al menor y levantándose junto a la cama para quitarse con prisas el pantalón del pijama y los bóxer. Miró de reojo como el rubio hacía lo mismo y eso encendió algo dentro de él que era más fuerte que su control mental.
Se tumbó sobre Sam, entre sus piernas blanquecinas y le aprisionó en esa posición comprometida que tanto le gustaba: brazos sobre la cabeza, muñecas sujetas, cuerpo indefenso y piernas abiertas. Vio al chico respirar de manera desacompasada, tenía una sonrisa pervertida en los labios y le miraba con deseo, escrutando cada recoveco de su piel con sus ojos verdes.
- ¿En qué estás pensando?- se interesó en saber, acomodando su barbilla en el agitado pecho del menor mientras le observaba fijamente.
- En cómo deshacerme de ti sobre mí- respondió sonriéndole pícaramente. Mathew suspiró y sonrió.
- No lo conseguirás- dijo orgulloso, empezando a crear fricción entre sus miembros.
- Ya lo creo que sí- insistió el menor, convencido. Se sonrieron atrevidos y Matt le mordió el labio inferior a la vez que aumentaba la fricción entre ellos, retándole a no abandonar- ¿Hoy también me harás tragarme el orgullo?- preguntó travieso, mirando sus ojos azules con una crepitante llama de erotismo en los suyos.
- Y no solo eso, enano- le dijo al oído, intentando reprimir el jadeo que le causaba el placer de la fricción.
- Mmmm- gimió el rubio con la voz rota, cerrando sus ojos y dejándose llevar por las sensaciones. El mayor sonrió al sentir como la cadera de Sam también se movía bajo él, en busca de más. Se detuvo y el chico abrió los ojos con algo de desesperación- Matt...- jadeo quejica, antes de morderse los labios.
- ¿Si?- preguntó sonriéndole retador.
- Tu...- susurró entre dientes, frunciendo el ceño.
- ¿Yo qué? ¿Qué quieres, Sammy?- cuestionó malicioso, todo le estaba saliendo como quería.
- Yo... Quiero que...- tartamudeó mientras sus mejillas se teñían de un suave tono rojo a causa de la vergüenza- Capullo- le insultó después, molesto. El moreno se rió.
- Solo tienes que pedir y yo haré, Sammy- le dijo al oído, volviendo de nuevo a moverse sobre él creando un roce que no era suficiente para ninguno de los dos.
- Matt...- gimió con los ojos cerrados. El mencionado levantó la vista hacia él y sonrió al verle con la cabeza echada hacia atrás- Más- suspiró, incapaz de soportar aquella tortura a la que el mayor le sometía. Obedeció al instante.
Le besó los labios una vez más, ya habían perdido la cuenta de cuántos besos se habían regalado. Tomó una mano del chico que tenía sobre él y se la llevó a la boca, empezando a lamer y chupar sensualmente sus dedos de uno en uno. Vio como el moreno le miraba embobado y sintió su excitación contra él. Sonrió.
- Más- dijo en un susurro, dejando libre la mano que había tenido en su boca para que el chico jugase con él. Sintió uno de sus dedos húmedos entrar y se estremeció. No le dolía, había estado soñando con aquel momento durante tres años y no se había quedado atrás en la práctica. Con un gruñido pidió que metiera otro en su interior. El moreno obedeció y empezó a jugar con sus dedos dentro del rubio. Se miraron, ambos estaban tocándose, incapaces de esperar mucho más.
- ¿Sabes qué?- se dijo a si mismo el rubio- Fóllame- ordenó tendido en la cama, con las las piernas separadas y la cabeza en una almohada. Entonces sintió que los dedos abandonaban su interior con rapidez y que eran reemplazados por algo mayor. Soltó un grito agudo al notar que se dividía en dos.
- Tranquilizate, si chillas nos escucharan- dijo Matt tras él, pasándose la lengua por los labios, incapaz de controlar sus deseos. Acarició las nalgas de Sam con calma y perfiló la silueta de sus caderas y cintura. Tenía la piel tan suave y blanca... Quiso contar cada uno de sus lunares.
Empezó a embestir aquel cuerpo bajo él con lentitud, su visión de porcelana le hacía pensar que podría romperlo en cualquier momento. Poco a poco fue aumentando la fuerza con la que entraba y salía, cegado por el deseo de ser el uno del otro.
- Dios...- gimió el menor, sintiendo que su cuerpo se envolvía en una nebulosa de placer que le impedía pensar. Enredó sus piernas en las caderas del mayor, obteniendo la cercanía que anhelaba y pasó sus brazos por los hombros de él, abrazándole- Matt- suspiró una vez más, escondiéndose bajo el cuello de él y cubriéndolo de besos. El moreno atrapó el labio inferior de Sam entre sus dientes y mordió hasta hacerle sangre, probándola por primera vez. Sabía a azúcar con un rastro metálico. Sonrió, recordando la obsesión del rubio con la sangre y sintió cómo el menor le mordía por igual los labios. Sus sangres se mezclaron en el beso, sellando una alianza ancestral que ninguno de ellos conocía.
Suspiraron deseosos de más. Se miraron a los ojos y supieron que nunca les sería suficiente. Nunca se cansarían de estar juntos. Jadeaban sudorosos cuando las uñas del menor se clavaron con fuerza en la espalda del moreno, profiriendo un gruñido roto al llegar al clímax. Su cuerpo se contrajo en tensión, haciendo que el chico sobre él también gruñera alcanzando el orgasmo y, poco después, se relajó, haciéndole sentir entumecido.

Matt miró al rubio a los ojos y, sin pensarlo mucho, le besó en los labios con dulzura. Sus ojos cerrados con fuerza, dejando que sus sentimientos volvieran a cubrirle la piel. Cansado, se tumbó junto al cuerpo del rubio, quien en busca de cariño, apoyó la cabeza sobre su pecho y le rodeó con un brazo. Llevó su mano a la rubia melena rizada de Sam y jugó con ella entre sus dedos, suspirando.
El menor levantó la cabeza un momento para volver a mirar el rostro del moreno, fijamente, sin decir nada, solo mirándole con curiosidad y una bonita sonrisa en su boca. El mayor le imitó y, tras unos minutos así, ambos soltaron una pequeña carcajada divertida.
- Eres un capullo- dijo Sam con una amplia sonrisa, como si le hubiera leído la mente. El chico solo volvió a reírse al ver que su compañero le abrazaba de nuevo y apoyaba la cabeza en su pecho, escuchando su corazón.
- Es la verdad- musitó él entre dientes.
- ¿El que?- preguntó, haciéndose el que no sabía de qué hablaba.
- Que estás bueno y que tengo tu virginidad- respondió riendo. Sammuel se sonrojó de la vergüenza.
- Bueno, ¿y qué?- murmuró, fingiendo molestia.
- Pues que me hace gracia que seas así de orgulloso- volvió a reírse.
- Podrías dejar de reírte- le aconsejó, subiéndose encima de él y apoyando la babilla sobre sus brazos cruzados en el pecho del moreno.
- Podría- comentó el mayor, llevando sus brazos debajo de la cabeza y mirando al rubio con la sonrisa en los labios y brillo en sus azulados ojos. Sam frunció en ceño levemente- Pero es que nunca imaginé que tendríamos sexo y que me gustaría tanto- rió poniendo los ojos en blanco y una mueca en su boca que hizo reír al menor.
- Hemos hecho el amor, Mathew- dijo en voz muy baja, antes de robarle un beso. El mayor le miró y sonrió, dándose cuenta de que tenía razón.
- Es la primera cosa mínimamente romántica que dices sobre nosotros- reconoció en voz alta, haciendo que Sammuel se sonrojara y apartase la mirada a otro lado. Matt se rió- Me gusta- añadió después, haciendo que el rubio volviese a mirarle. Acarició su rostro- ¿Estamos bien?- preguntó curioso
- Si "bien" quiere decir: actuar como una pareja sin serlo... Sip, estamos perfectos- contestó, dejando que se le escapara una carcajada. Matt rió con él.
- Ya entiendo... Entonces, somos...- susurró travieso.
- No somos follamigos- aclaró el rubio, bromeando. El mayor hizo un pequeño puchero fingiendo estar afectado.
- Ven, voy a contarte un secreto- musitó, incorporándose en la cama aún con el menor encima. Se sentaron uno frente al otro, con las piernas cruzadas, desnudos. Sam acercó su oído a los labios del mayor, curioso.
- Tengo hambre- murmuró el moreno, alejándose con prisa y una risa prolongada y cargada de travesura. Sammuel le miró indignado mientras se reía y le daba almohadazos al cuerpo del chico. El moreno cogió otra almohada y, entre risas susurradas, comenzaron una pelea a la luz de la luna.
- Eres estúpido, Matt- comentó el rubio, deteniéndose a mirarle.
- Lo sé- admitió este, mirándole sonriente- Pero, en serio, tengo hambre- añadió riendo. Sam puso los ojos en blanco, resignado.
- Está bien, Daddy- aceptó cariñosamente, inconsciente del mote que había utilizado- Vamos a por comida- accedió, levantándose y poniéndose los calzoncillos con algo de desgana. Matt le imitó y, cogiendo su mano, sonrió.
- Yo también te considero mi novio- admitió alegre, un segundo antes de abrir la puerta y tirar de él hacia la escalera.

Sangre Mortal: La ProfecíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora