Viaje

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Tomó aire con necesidad. Otra pesadilla. Otra noche más despertando sudado y asustado. Otra noche en la que Sam encendió la luz de su habitación.
- Hey... ¿Qué pasa, Daddy?- preguntó preocupado, abrazándole por la espalda para darle tranquilidad. Mathew le miró confuso.
- Nada, cariño, duerme de nuevo, sólo fue una pesadilla- respondió de forma automática. Aquello asustó algo más al menor, quien se apartó de él para mirarle.
- ¿Qué pasaba en ella?- cuestionó interesado. Matt suspiró.
- Te perdía- susurró tristemente. El rubio le regaló una suave sonrisa ladeada y, levantando su rostro por el mentón, besó sus labios.
- Estoy bien, Daddy- musitó, segundos después de separarse de él- Ven, vamos a comer algo, apenas has cenado hoy- comentó, cambiando de tema y acariciándole dulcemente. Asintió de acuerdo, agradeciendo el cariño que su novio le brindaba.

Sam le preparaba un sándwich de york y queso al mayor, quien le miraba sentado detrás de él en la encimera.
- Es irónico- dijo, girándose y tendiéndole el emparedado al moreno- Tú eres el guardián de mi alma y, en realidad, soy yo el que se pasa el día cuidándote- rió, colándose entre las piernas de Matt y mirándole mientras comía.
- Bueno, es que a ti se te dan mejor las cosas de este mundo- respondió él, sonriente. Sam se rió- Yo te cuidaré cuando se trate de algún problema... Sanguinario- añadió poco después, sintiendo que se encontraba mucho mejor ahora.
- Lo sé, sólo bromeaba- suspiró calmado, viendo cómo el moreno se metía en la boca dos tercios del sándwich y le sonreía demasiado- Si... Ya te hago otro- murmuró riendo, volviéndose hacia el lado contrario de la encimera y empezando a hacer otro- ¿Quieres zumo, Daddy?- preguntó, abriendo la nevera blanca que había en la cocina y mirándole curioso. El moreno asintió con un gesto suave de su cabeza y sacó el brick, acercándose después a uno de los armaritos que había frente a él y sacando un par de vasos de allí. Sirvió el zumo y, bebiendo de uno de los vasos, le dio el otro a su novio para, después, girarse de nuevo y acabar de hacer el sándwich rápidamente. También se lo dio al moreno.
- Gracias, enano- sonrió este, dándole un gran bocado. Sam se terminó el zumo, dejó el vaso en el fregadero y se colocó una vez más entre las piernas colgantes de su novio- Tienes...- se rió el mayor, acariciando los labios del rubio y deshaciéndose del liquido que los perlaba.
- ¿Estás mejor?- preguntó curioso, tomando la mano que él le había acercado y llevándosela a la boca para empezar a morder distraído la punta de su dedo índice sin hacer mucho esfuerzo en ello.
- Sip- respondió con una gran sonrisa, mientras le miraba jugueteando como un cachorro con su mano. Sonrió con ternura- ¿Estás listo para mañana?- se interesó. Sam subió la mirada de la mano a los azules ojos de su chico y se encogió de hombros.
- Zupongo. Aunque no lo ce muy biehn, ¿cómo ce puedeh eztar prepararo para un viaje a un lugar donde eztaz en conztante peligro?- contestó con las letras atontadas debido a que seguía mordisqueando su mano. Se rió.
- Naciste allí, seguramente cuando lo veas vuelvas a recordarlo un poco al menos, pasaste allí tu infancia hasta los cinco años y medio- le informó con una sonrisa. El rubio le miró asombrado, dejando de morderle incluso.
- ¿En serio?- cuestionó incrédulo. Matt rió de nuevo.
- Sí, pequeño- respondió él. Sam se metió de nuevo su dedo en la boca.
- Quiero hacerlo- susurró, mirándole con descaro.
- Ayer por la mañana te quejabas de que no podías con más, de que estabas muy cansado por la noche anterior- le reprochó el moreno, bajándose de la encimera y caminando en dirección a su habitación de la mano del rubio. Él hizo un puchero.
- Ya lo sé...- suspiró bajando la cabeza- pero es que... se siente tan bien nuestro amor- reconoció tímidamente, volviendo a mirarle con ojos suplicantes- ¿Tengo que provocarte?- dijo sensualmente junto a su oído. El mayor le miró algo alarmado.
- No...- murmuró entre dientes- Yo también quiero- admitió, dejando que su rostro tomara una expresión terriblemente pervertida.
- Entonces genial- suspiró el rubio con una sonrisa- Hazme tuyo- añadió, entrando a la habitación del chico y tendiéndose en la cama completamente a la merced del moreno. Mathew sonrió, en su mente se formaban miles de historias y finales para aquella situación y quería llevarlas todas a cabo...

Sangre Mortal: La ProfecíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora