15/ Q u e s t i o n s

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"¿Cómo le explico a mis mariposas que no me quieres?"
Rubén.

- ¿Qué dónde estás?

- Sí -afirmé.

- En una camilla en nuestra tienda. La tenemos por si acaso, ya sabes, nuestra tienda está siendo cada vez más grande.

- Oh, ¿me desmayé?

- Mmm, algo así. Sí -se rascó la nuca como si no supiera verdaderamente la respuesta.

- Eh... Lo de Marco... -dudé en decirlo- Lo siento, no quiero traer problemas a la tienda. Lo mejor sería que me fuese.

- ¡No te puedes ir! -me gritó un poco. Me alteré, no esperaba esa reacción de su parte- o sea... No, no te vayas. Desde que estás hay más gente en la tienda. Además, no fue tu culpa.

- ¿Enserio lo piensas? -asintió, estaba poco convencida. Más bien, nada convencida.

- ¿Qué pasó anoche ____? -me preguntó. No sabía que responder ni que decir.

- Nada -dije lo primero que se me pasó por la cabeza-. No pasó nada.

- ¿Entonces los navajazos que sufrió? -preguntó interesante. Estaba tensa. Demasiado a decir verdad.

- Eh... -me quedé sin palabras. No quería decir nada. Decir a mi jefe "oh, es que hay un loco que me quiere hacer no se que y por estar con Marco le hizo eso" no era lo más apropiado.

- Entiendo.

La situación estaba muy incómoda, como todo el anterior rato. Por mi parte, no hablaba nada. Estaba en posición fetal con cuidado de no hacerme daño en las manos. Al curarme me resentí de la izquierda.

- ¿Te hicieron daño? Tienes un pequeño moratón -se fijó en mi muñeca.

- ¡No, no! Estoy bien. Me lo hizo mi pequeño perro jugando conmigo -mentí.

- Menos mal -sonrió. ¿Porqué se preocupaba por mi? Era una simple empleada. U-na  sim-ple  em-ple-a-da, enfatizando.

- Bueno... Me tengo que ir -agarró mi mano mirándome directamente hacia mis ojos.

- No puedes irte.

- ¿Por qué? -pregunté intentando levantarme. Pero cada vez, su mano se fundía más con la mía.

- Estás lastimada, te lo recuerdo.

- ¡No es nada, enserio! -hice una mueca-. Siempre me pasa.

- ¿Podrías explicarte? -me preguntó acomodándose cerca de mi.

- Cuándo recuerdo cosas de mi pasado, empiezo a gritar, llorar, tambalear... No recuerdo nada -me miró con tristeza-. L-lo siento. No debí contarlo -fui a levantarme pero antes de hacerlo sentí una calidez en mi cuerpo. Me estaba abrazando. Yo no le correspondí. Estaba en shock. No sabía ni que decir ni que hacer.

- No te disculpes. Has tenido una vida bastante pésima -me lo afirmó y asentí. Ya lo sabía. Y posiblemente iba a ser peor con ese loco ayudando a contribuir a mi "buena" vida.

- Te ayudo a levantarte -sonrió. Por un momento me fijé en sus labios, y en los detalles de estos. Sus labios eran agrietados, amplios, gruesos. Al levantarme me tropecé. Tenía la misma sonrisa del que me mandaba mensajes.

- ¿Pasa algo? -quitó su sonrisa. Mi cara palideció en menos de unos segundos.

"No. No puede ser él. Quita ese pensamiento absurdo de tu mente."

- Na-nada, ya me voy -cogí mi móvil mientras salía de allí. Rubén me miró detenidamente sin entender nada. Supersticiones. Tenía supersticiones. Me estaba volviendo loca. ¿Cómo va mi jefe a acosarme? No podía ser. Sería de locos.

"Aunque... Los folletos no se envian solos".

Al salir de aquella maldita tienda, pedí un taxi. Tenía que ver como estaba la salud de Marco. Era el único que me preocupaba ahora.

«Pikachita», volví a recordar. ¿Quién mierda me llamaba así?

La lluvia me acompañó durante todo el trayecto silencioso y pensativo. Las gotas bajaban y bajaban. Parecía que el mundo se iba a inundar.

"De todos modos no sería una mala idea."

- Ya estamos señorita -saqué un billete de mi cartera para entregárselo.

- Gracias -asentí mientras noté su mirada. Algo en mi me decía que quería saber a dónde quería ir, o mejor dicho, me vigilaba. Pero serían supersticiones. Si. Todo supersticiones. Todo eran pequeñas supersticiones... Bastantes problemas tenía ya, cómo para que mi mente me crease otros cuántos, sinceramente.

Relativamente, había poca gente en el hospital. Observé sin mucho detenimiento pequeños llantos, algunas risas y doctores caminando de lado a lado.

- ¿Quiere que le oriente? -me dijo un joven médico. Asentí diciéndole el nombre del paciente, y hacía cuánto había ingresado aquí.

- Pase. Esta es -le regalé una pequeña sonrisa y entré cerrando la puerta. Marco descansaba tranquilamente. Tenía miedo de que hubiese venido alguien a intentar asfixiarlo o yo que sé qué. Demasiadas películas.

En la sala lo único que se escuchaba era su respiración y la máquina que marcaba como iba su corazón. Me sentía mal, sabía que estaba estable, pero no quería pensar en positivo.

Le tapé un poco con la sábana y me acomodé a su lado. Le había agarrado algo de afecto, pero no mucho.

- ¿____? -pronunció débilmente. Levanté mi cabeza de la camilla para encontrarme con su mirada.

- Sí, soy yo -ladeé mi sonrisa.

- Ten cuidado -me avisó. Mi sonrisa se esfumó en nada.

- ¿Por qué? ¿De qué? -pregunté con miedo a la respuesta.

- No lo sé. Sólo tenlo.

- Marco... ¿qué pasó aquella noche? -pregunté nuevamente. Era el único que vio —o pudo ver— algo.

-.-.-.-.-.-

Sé que no puse preguntas but no se me ocurrían😂💚.

Os dejo con el capítulo y me voy a dormir, ayer no tuve un buen día y estoy algo cansada xd (también que soy una vaga).

Os dejaría con gif pero mi espacio se fue un poco a la kk jeje.

Ojalá os esté gustando, comentad y votad♥ grashiah por el aposho <3

Su Atracción Obsesiva hacia Mi → R.D.G & ____Donde viven las historias. Descúbrelo ahora