Capítulo 1

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—Eh, Lucas—Antoine me dio un golpecito en la espalda sacándome de mis pensamientos—, ¿te vienes al bar? Os invito a todos a una cerveza.

—¿Qué celebras?—frunci el ceño

—Que me caso.

—Por fin se lo pediste—sonreí

—Cinco años llevamos juntos y tenemos a Mía. Ya era hora—sonrió—. ¿Qué? ¿Te vienes o no te vienes?

Asentí. Terminé de atarme los deportivos y me peiné con los dedos. Sabía cómo iba a acabar esa noche. Iba a emborracharme hasta no recordar nada y al día siguiente me despertaría con alguna desconocida que creería que la quiero para algo más que un polvo. Puede que el antiguo Lucas sí, pero este Lucas no.

Salí del vestuario para dirigirme hasta mi coche. Antoine me hizo señas para que lo dejase y fuese con él, Koke y Saúl; así que me fui con ellos.

—¿No se enfadará tu prometida si llegas tarde a casa?—bromeó Koke dándole un amistoso apretón de hombros a Antoine

—Están sus padres en casa—hizo una mueca—. De momento es mejor que no vaya.

Los cuatro reímos. Antoine le tenía pánico a su suegro desde el día que lo había conocido.

El bar no estaba lejos del campo de entrenamiento. Saúl prometió que él no bebería para llevarnos después de vuelta, pues Antoine sí quería beber.

—Por Antoine y su boda—el ilicitano levantó su vaso de Coca-cola

—Por Anto y Noa mejor, ¿no?—rió Koke y levantó su cerveza

—Por ellos—levanté la mía

Tras ese espontáneo brindis nos separamos un rato. Antoine y Koke se quedaron hablando en una mesa y Saúl salió del bar para hablar con Luna por teléfono. Ñíguez y su novia eran demasiado cursis para mi gusto, estaban muy acaramelados.
Yo me senté en la barra y pedí un vaso de tequila.

Mientras bebía comencé a pensar en Amelia, lo que me llevó a pedir otro. Pero antes de que diera el primer trago una discusión me hizo girarme.

—¡Estoy harta de ti! ¡Deja de llamarme, de aparecer en mi casa, deja de recordar que existo!

—Podemos hablar esto, yo...

—¡Déjame! ¿Crees que voy a olvidar fácilmente que te acabo de ver besando a una de tus amiguitas? Lo nuestro esta muerto. Muerto, ¿me entiendes?

La chica se dio la vuelta pero él la agarró del brazo. Por el movimiento de la chica supe que le dolía. ¿De verdad nadie iba a intervenir?

—Suéltame.

—Vamos fuera y hablemos con calma.

Hizo más presión y la chica soltó un quejido. Tiró de ella hacia fuera y los perdí de vista. Me levanté dispuesto a seguirlos.

—Eh, no pensarás seguirlos, ¿verdad?—miré a Saúl—Lucas, no te conviene meterte en fregados.

—¿Acaso quieres que deje que le pegue? Porque es lo que va a hacer.

—¿Acaso quieres otro escándalo a tu espalda?

Me solté de su agarre y caminé fuera del bar. El alcohol ya había hecho un poco de efecto en mí y sabía que como le viera pegarle le metería un puñetazo. Saúl iba a sacarme de allí a rastras.

—Para, por favor—un solo sollozo

—Eres una perra. ¿Crees que puedes venir y dejarme así como así?

Fix me {Lucas Hernández}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora