Capítulo 8

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—Buenos días, preciosa...—dejé un par de besos sobre su hombro desnudo

—Lucas...—se estiró y se giró para mirarme—Huele a café.

—Me he tomado la libertad de hacer café. Anoche te dormiste nada más terminar...—pasé un mechón de pelo tras su oreja—¿Qué tal estuve?

Se sonrojó bastante, lo que me llevó a besarla cortamente.

—Nunca... Nunca lo había disfrutado antez—bajó la cabeza—. Él me obligaba, me hacía daño.

—Se acabó eso, ¿vale?—besé la punta de su nariz—Voy a hacerte disfrutar y solo si tú quieres, no quiero hacerte daño.

Esbozó una sonrisa y acarició mi mejilla con su mano mientras se aproximaba para besarme de nuevo.

—Este fin de semana hay derbi—mencioné mientras caminábamos a la cocina para desayunar—. ¿Quieres Ir?

Asintió.

—¿Con Noa y Luna?—preguntó mientras se sentaba y mordía una tostada al tiempo que yo servía el café

—Y dos chicas que salen con unos del Madrid. Ángela y Paula. Kroos y mi hermano.

—Pero tu hermano juega en el Alavés.

—Ya está firmado el acuerdo con el Madrid—rodé los ojos

—Es un rata—la Miré—. Oh, mierda, es tu hermano.

Ambos reímos.

—Mientras no le llames rata a la cara en las comidas familiares...—Cris sonrió divertida—No serías capaz.

—¿Apostamos?

—Bien. Si no se lo llamas te pasarás un día entero en mi cama, conmigo, haciendo lo que yo quiera.

—¿Y si se lo llamo?

—Lo mismo. La cosa es pasar un día en la cama—golpeó mi pecho mientras soltaba una carcajada—. Bien, si se lo llamas me comprometo a ir contigo un día de compras.

—No, no. Si se lo llamo dejarás que te pinte las uñas de manos y pies y les mandarás una foto a los de tu equipo.

—Genial, Théo el rata y Lucas el afeminado. ¡Vaya familia los Hernández!

Ambos reímos, ella se acercó a mi oído.

—Después pasaremos la noche en la cama.

Lo dijo con un tono de voz que alteró todas mis hormonas. La tomé de la cintura y, apartando todo de la mesa como en una película, la tumbé encima. Comencé a dejar pequeños besos por su cuello y pechos, lo que hizo que soltase pequeños gemidos.

—Me encantas—murmuré con voz ronca

                                  (...)

—Joder, Lucas, ni que te hubieses enfrentado a un oso—Antoine rió mientras yo me ponía una camiseta—. ¿Quién ha sido la afortunada esta noche? ¿O ni siquiera sabes su nombre?

—Mi novia.

—¿Tu qué?—Saúl abrió los ojos como platos

—Mi novia—repetí, la palabra sonaba bien y más si pensaba en quién era la afortunada—. Cris para vosotros.

—No me lo puedo creer—Antoine soltó una carcajada—. ¡Al fin no estarás de sujetavelas!

—Vete a la mierda, Griezmann—le lancé una bota

—Pobre francés, no le agredas, que Mía se queda sin Padre—Saúl lo abrazó medio riendo

—Para lo que hace...

—También es verdad—Saúl y yo chocamos las manos y Antoine nos miró mal, muy mal

—Para vuestra información Mía me adora.

—Claaaaro—reí—. ¿Lo comprobamos?

—Bien. Vamos fuera, uno a cada lado del pasillo y Mía elegirá.

—Trato.

Salimos a la vez seguidos por Saúl que iba descojonándose.
Llegamos donde las chicas y Saúl se puso junto a ellas a explicarles el asunto mientras que Anto ponía a Mía entre ambos.

—Vamos, Mía, vete con el que más quieras.

La niña miró a Anto, luego a mí, luego a Anto. Dio un paso vacilante hacia él, pero retrocedió y dio dos hacia mí... Para acabar corriendo hacia Cris.

—Se ve que ni uno ni otro—rió mi chica mientras la cogía en brazos

Sonreí con ternura mientras me acercaba.

—¿Quieres un cubo para la baba, Luquis?

—Cállate Ñíguez.

Besé dulcemente a Cris y Mía nos miró con su ceño fruncido.

—No traumeis a mi hija, por favor—Anto rodó los ojos mientras jugaba con los dedos de la mano derecha de su prometida

—Por cierto—Lu los miró—, ¿ya hay fecha?

—Vacaciones—murmuró Noa con la vista en los dedos de Antoine—. Y sí, os permito hacerme una despedida de soltera.

—Eso no me gusta—Antoine levantó la vista de golpe

—Oh, vamos, Griezmann—Saúl rió—. Tú también tendrás la tuya.

Frunci el ceño, algo pasaba entre la pareja. Noa apartó su mano y la metió en el bolsillo del vaquero, Antoine suspiró.

—Ven con papá, Mía. Vamos a por algo de comer—Mia bajó de los brazos de Cris y caminó hacia su padre.

—Pa... Pa... Papá—esbozó una sonrisa

—Te dije que diría antes papá—esbozó una sonrisa triunfal hacia Noa mientras abrazaba a su hija con los ojos iluminados

Cris me miró.

—¿Tú también los has notado raros?—susurró

Asentí y me dio la mano. Besé la palma de esta y luego sonreí.

                                (...)

—Bien, vamos a ordenar un poco esto—Cris se subió a una silla para limpiar el polvo en el mueble del salón, lo que hizo que su culo quedase a la altura de mi rostro

—Me estás provocando.

—¿Yo? Para nada—se puso de puntillas y luego volvió a ponerse de pie normal, mordí su culo por encima de la tela del vaquero para molestarla

—Me estás poniendo muy fácil bajarte de esa silla y hacerte el amor en el sofá.

—¿Y por qué no?—me lanzó una divertida sonrisa

—Porque íbamos a limpiar la casa que mañana vienen mis padres.

—Cierto. Osea que estoy muy cerca de pintarte las uñas.

—Yo estoy muy cerca de tenerte en mi cama durante un día entero.

La silla comenzó a tambalearse y estiré los brazos en el tiempo justo para coger a Cris.

—Creí que me caía—rió

—No mientras yo esté aquí—miré sus labios—. ¿Dejamos lo de limpiar y los llevamos a cenar a un restaurante? Me muero de ganas por tenerte ahora mismo.

Ella sonrió y colocó su mano en mi nuca, atrayéndome hacia ella y besándome con pasión, lo que dejó claro cómo íbamos a acabar.

Mis manos temblaban al sacarle la ropa. Había estado con miles de chicas, pero Cris era especial. Había algo en ella que me hacía repetir. Y yo nunca repetía con ninguna chica. ¿Y lo bien que me sentaba saber que era mi novia? Mi chica. Y yo era suyo. Su chico.

Fix me {Lucas Hernández}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora