Cris se tapó más con la sábana. Suspiré e intenté echarla hacia atrás. Estábamos a treinta y cinco grados, no era normal que se tapase.
—Lucas...—murmuró—Que tengo frío...
Fruncí el ceño. Me giré hacia su lado y le puse la mano en la frente, estaba ardiendo.
—Y ahora dónde puse yo el termómetro...
—No tengo fiebre—Cris se incorporó y trató de coger las sábanas
—Che, che, che, che, ni se te ocurra. Voy a buscar el termómetro.
Miré el reloj, eran las ocho de la mañana. Me levanté y abrí los cajones de la cómoda para ver si había metido el termómetro por ahí. Comencé a sacar calzoncillos.
—Bingo.
Saqué el termómetro de la caja plástica y me acerqué de nuevo a la cama. Lo coloqué en la axila de Cris.
—Quieta, no me hagas sujetarte el brazo como hace Anto con Mía.
—Señor, sí, señor.
Me incliné sobre ella y acorté la distancia entre nuestros labios para devorarlos con pasión. Nuestra acalorada sesión de besos fue interrumpida por el pitido del termómetro. Lo cogí y observé la pantallita: treinta y nueve y medio.
—Lo siento, cariño, pero hoy estás al cuidado del maravilloso enfermero Lucas Hernández.
Cris rodó los ojos y sonrió.
—¿Y ese maravilloso enfermero del que hablas... No tiene hoy entrenamiento?
—Día libre, preciosa—chasqueé la lengua y me acerqué para besarla—. Voy a por paños de agua fría y a por un frenadol.
—Ibuprofeno mejor.
—A sus órdenes.
Bajé las escaleras y entré en la cocina. Cogí un ibuprofeno del cajón de la mesa y llené un vaso de agua a la mitad para verter el contenido del sobre. Revolví con la cuchara y subí las escaleras de nuevo.
—Toma. Bebe. Voy a por los paños.
No pude evitar reír al ver la mueca de asco que se le formó al beber el antiinflamatorio.
Entré en el baño y mojé una toalla de lavabo hasta que estuvo bien empapada. La puse sobre la frente de Cris.—Y ahora quietecita.
—¿Te tumbas conmigo?—preguntó
Me dejé caer junto a ella. Comencé a acariciar su mejilla y su cuello con mis dedos hasta que volvió a dormirse. Miré el reloj, eran las diez.
Decidí quedarme allí un rato, pero el timbre me lo impidió.
Bajé a abrir rápidamente.—No timbres tanto, cabrón—murmuré al ver a Théo—. Cris está mala y está arriba durmiendo... ¿Qué te pasa?
—Tengo un gran problema. Bueno, en realidad dos.
—Si no me lo dices no puedo ayudarte.
—He dejado embarazada a Paula.
—Joder, Théo... Existen gomitas, ¿sabes? ¿Cuál es el otro problema?
—Que son dos. Esos son mis dos problemas.
Se echó a mis brazos y comenzó a llorar.
—Ven, vamos al salón, te prepararé un Colacao.
(...)
—¿Cuándo te lo ha dicho?—pregunté mientras él se mantenía aferrado a su taza de Colacao
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Fix me {Lucas Hernández}
FanficRoto. Esa era la palabra que me describía. Amelia había provocado en mí un torbellino de emociones que no había sabido controlar y todo había acabado mal. Pero entonces apareció ella... Y todo cambió.