Capítulo 9

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—Lucas...—Cris suspiró mientras yo besaba su cuello—Están llamando a la puerta...

—No debe ser importante...

—Vete a abrir, bobo...—murmuró y me dio un corto beso en los labios—Es insistente. Así aprovecho y me ducho.

Suspiré y me levanté. Bajé Las escaleras para abrir la puerta y, al hacerlo, la rubia cabecita de Mía asomó por ella.

—¿Noa?—murmuré

—No sabía a dónde ir... No quería interrumpiros ni...

—No interrumpes nada. Cris está en la ducha y yo iba a hacer el desayuno. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué tienes los ojos rojos?

—Se acabó—murmuró dejando que la abrazase—. He cancelado la boda.

—¿Qué? ¿Por qué?—le aparté un mechón de pelo del rostro

Suspiró.

—No quiero hablar ahora, Lucas. Si hablo me echaré a llorar y no quiero llorar delante de Mia.

—Ven, vamos a la cocina. ¿Has desayunado?

Ella negó con la cabeza y dejó a Mía en el suelo la cual correteó por la entrada.

—Ven aquí. El tío Lucas te va a poner unos dibujos súper chulos para que estés entretenida.

Abrí la puerta del salón y me senté en el sofá con Mía en mi regazo. Puse la televisión y me aseguré que no hubiese nada punzante ni que pudiera tragarse cerca.

—¿Crees que aguantará mucho?—pregunté dejando a Mia sobre el sofá

La pequeña se tumbó sobre el mismo y miró la televisión.

—Se dormirá en seguida. Esta noche lo ha pasado mal. Entre nuestra discusión y que tenía un poco de fiebre...

—¿Por qué habéis discutido esta vez?—dejé la puerta del salón abierta y caminamos hacia la cocina

—Ni siquiera lo sé—soltó un suspiro y se frotó las sienes—. Estábamos cenando y Antoine mencionó algo de una fiesta. Luego empezamos a discutir.

—No podéis dejar que una discusión acabe con vuestra relación—le serví un café y ella se sentó en una de las sillas

—¿Noa?—Cris entró en la cocina con una de mis camisetas puesta—¿Qué ha pasado?

—Ha discutido con Anto—respondi

—¿Quieres contarme con calma? Ven, vamos fuera.

Esa era una de las cosas que más me gustaba de Cris entre tantas otras. Era muy empática.

                               (...)

Marqué el número de Anto mientras Cris estaba de paseo con Mía y Noa.

—¿Lucas?

—El mismo.

—Están contigo, ¿verdad?

—Fueron de paseo con Cris, pero sí. ¿Qué ha pasado, Anto?

—La relación no da para más. Estoy harto de discutir cada dos por tres por tonterías. Habíamos oído que cuando nace un bebé la pareja tiene discusiones, pero Mía tiene casi un año y hemos empezado ahora.

—¿Y vais a dejarlo por unas discusiones? Por favor, si no podéis estar el uno sin el otro.

—Métete en tu relación de pareja, Hernández.

—Como me cuelgues voy a tu casa y te mato a ostias—suspiré—. Tenéis que hablar.

—Lo único que tenemos que hablar ahora mismo son los turnos para tener a Mía.

—¡Griezmann! ¿Te estás oyendo? Pero si estás loco por ella.

Se mantuvo callado.

—Lo siento. He bebido más de la cuenta.

—Simeone te va a matar.

—Lo sé. Necesitaba ahogar mis penas.

—Ven a hablar con ella. A mí las bodas me gustan, ¿sabes? La comida es lo mejor de todo.

Soltó una risita.

—Sí. La verdad es que lo que más quiero es verla vestida de blanco.

—Ven a por ella, no seas tonto. Y ven andando, ni se te ocurra conducir estando bebido.

—Oído.

Lancé el teléfono al sofá y salí al jardín para jugar un poco con Enzo.

                                (...)

—Antoine es un poco raro—murmuró Cris mientras jugaba con Mía

—¿Un poco sólo?—reí—A veces me sorprende que Noa siga aguantándolo.

—Sí... Tu papi es muy raro...—Cris acercó su nariz a la de Mía y esta rió

Sonreí y miré por la ventana, Antoine estaba gesticulando demasiado y Noa miraba el suelo. En un momento dado él avanzó y le levantó la cara.

—Ay Dios, le va a pegar—murmuré levantándome

Cris me retuvo dándome la mano. Antoine no le pegó, si no que la besó. Un largo beso que sirvió para arreglar sus problemas.

—Tú también, mira que pensar que le iba a pegar...—Cris sonrió de lado y dejó a Mía en el suelo para que fuera con sus padres—No todos los chico son maltratadores, y aunque Antoine sea raro...

La palabra maltratadores hizo que la pelea con Amelia volviese a mi mente. Mis impulsos me habían llevado al juzgado y a pasar una noche en la cárcel. ¿Y si mis impulsos me hacían herir a Cris?

                               (...)

—Lucas...—Cris se sentó en mi regazo y me dio un corto beso en la nariz

—¿Pasa algo?—esbocé una sonrisa

—Estás ausente. Te estaba preguntando si te quedas a dormir...

—No, me voy a casa. Mañana me tengo que ir temprano al hotel de concentración para preparar el partido. Vendrás a verme, ¿verdad?

—Claro. Ya he quedado con las chicas. Espero que ganéis, no voy a ir al Bernabeu para veros perder. Me niego.

Sonreí.

—Por cierto, ¿vienes conmigo a la fiesta de cumpleaños de Mía?—besé su clavícula

—Si tú quieres...

—Claro que quiero. Eres mi chica—la besé y la recosté sobre el sofá

—Luquis...—sonrió y me apartó—¿Me vas a decir qué pasa por esa cabecita tuya?

—No es nada, siempre me pongo así antes de los partidos—mentí

Ella arrugó la nariz, pero comencé a dejar besos por su cuello se relajó.

—Gracias—susurré pasando la nariz desde su barbilla hasta su hombro

—¿Por qué?—acarició mi pelo

—Por aparecer en mi vida—sonreí y posé mis labios sobre los suyos con suavidad

Me desprendí de mi camiseta y pasé mis manos por debajo de la suya.

—Lucas—Gimió cuando mordí su cuello

Sonreí.

—Te adoro, preciosa—susurré en su oído y le quité la camiseta

La levanté del sofá y me dirigí con ella a su habitación para dejarla sobre la cama.
Ella pasó sus manos por mi pelo sin dejar de besarme.

Tenía miedo de hacerle daño, de herirla. Se me daba bien perder a la gente que quería. Pero tenía la impresión de que con ella era diferente.

Fix me {Lucas Hernández}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora