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Lucia

Mi salida de conocimiento con Mary no había salido muy bien.

Excelente para distraerme, al principio, pero luego vino lo peor.

Saber cosas de mí que nunca había imaginado, mi alcance y logros me dejaron sin habla y de no ser real esto, de no saberme viva y despierta juraría que esto es un sueño.

Pero así era mi vida y aún, tres días despues de mi salida, no lo había conseguido asimilar. Pero ¿Quién podría?

A penas logras creerte el embarazo y eso porque la pequeña barriga hinchada es difícil de ignorar y bueno, el médico también es difícil de ignorar.

De hecho no había manera de poder ignorar nada.

-Mierda.- Bufé al darme cuenta que me empezaba a ahogar con mis pensamientos. Reconozco que suelo ser mi propio enemigo pero ¡necesito límites!

Necesitaba tomar aire pero sin salir de casa, no quería estropear mi perfecta burbuja y enterarme de alguna cosa fantástica de la cual no me acuerdo, prefiero ahorrarme el dolor de cabeza, que es muy fuerte cuando aparece y vivir mi vida por los siguientes días desde aquí, desde las alturas.

No me estoy escondiendo, estoy ayudándome a no tener dolores de cabeza.

Me repito eso último unas tres veces antes de pensar en la solución perfecta a mis problemas, bueno, este problema ya que los demás están complicados de arreglar.

¿Solución? Abrir las ventanas, aire fresco y no tan puro de la ciudad, pero cumplía con mis espectativas, estabamos a una buena altura así que era en media medida aire puro.

Dije "en media medida" no que lo fuera del todo.

Al abrir la ventana el viento azotó mi rostro con suavidad y respiré muy hondo, hasta que mis pulmones y costillas dolieron de lo hinchado que estaban.

¡Bang!

El recuerdo vino fresco como lechuga recien lavada, lista para aderezar y comer.

   Un trueno rompió la calma y alzar la vista, ya era tarde, la lluvia me empapó en un segundo, el agua estaba helada, y a duras penas podía ver lo que había delante de mi.

-Quizás con esto te enfrías...ya sabes por lo del...

-Cállate...- chillé, sabia a lo que se refería él estaba partido de la risa y yo no pude contener la mía.- Eres un fisgón.

Los pezones se me notaban firmes a través de la camisa negra, bravo Lucia, no ponerte bra es una buena idea. Estaba goteando y mi piel de gallina no dejaba de enviarme corrientazos.

-¿Frío?- su mirada se detuvo en mis senos.-Ya lo creo que sí.- se dio la vuelta y busco en un armario, sacó la toalla se acercó a mi y con delicadeza me secó el cabello.

Necesito a menos diez segundos antes de darme cuenta que lo que acabo de tener fue un encuentro caliente mental con Fernando. Algo que ocurrió de verdad, porque siento que así fue. Me tomo con fuerza del borde de la venta para no desplomarme en ese mismo instante.

Dos respiraciones.

Tres...

Diez...

Quince...

Mi corazón no calmaba su marcha y yo no podía controlar el recuerdo que se repetía como disco rayado en mi cerebro una y otra vez.

-Por Dios...- Cierro mis ojos con toda la fuerza que puedo antes de abrirlos de golpe al escuchar la verdadera causa de mi descontrol.

Entregados (EAM3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora