Lucia
El doctor había recomendado alguna terapia psicológica a la cual no me gustaba asistir pero debía hacerlo, decía que era importante para el proceso de recuperación de memoria.
Y no sé cuánta tontería más.
¡Estaba embarazada y no recuerdo cómo mierdas pasó!
No querían que creara recuerdos falso y esa cantidad de cosas que tiende hacer el cerebro humano sin que uno se percate.
Debía convivir con las personas que me rodeaban antes del accidente y eso hago, no es porque quiera y este cómoda con eso sino por el hecho de no tener a más nadie a quien acudir.
No recordaba a nada ni nadie. En el fondo de mi ser sabía que los conocía de algo, habían incluso fotos pero nada de esa mierda me importaba, estaba frustrada y no podía recordar lo que solía ser mi vida.
Cada intento me provocaba una fuerte jaqueca y el mal humor hacía que tratara mal a todos los que intentaban ayudarme. Lo agradecía, de verdad lo hacía, pero sinceramente quería estar sola.
Solo quería volver a la normalidad o a la mediana normalidad. Acaricié suavemente mi aún plano vientre, había cancelado mis visitas médicas porque caminar era sumamente doloroso luego del accidente. Todo se resumía a un monitoreo rápido en casa y en las pastillas para que mi pequeño o pequeña creciera en perfecto estado de salud.
Aún tengo algunos moretones en el cuerpo, sobre todo por los costados y mi brazo izquierdo que fue el que se llevó la peor parte. En algunos días le diría a Fernando que caminar no resultaba tan doloroso y podríamos ir a una consulta normal en el obstetra.
Me hacía falta una caminata para despejar mi mente sin memoria.
Suspiré al verlo caminar por la sala. Mantenía una bolsa de gel frío pegado a mi costado para aliviar el dolor mientras veía el espectáculo de luz que me otorgaba el vivir en este lugar. Un lugar que no era mío pertenecía a Fernando y sus hijos.
Hijos, además de que es extremadamente famoso y Dios sabrá cómo pasó esto me he metido con un hombre que ya tiene hijos. Menuda mierda.
-¿Cómo vas?- Su mirada era penetrante y siempre parecía querer decir más de lo que compartía. No me gustaba la sensación de saber que me ocultan algo o que se están guardando ciertos detalles pero aunque he insistido un par de veces no he obtenido nada en respuesta. Tampoco quería ser molesta, después de todo creo que es mucho trabajo tolerar a alguien sin memoria.
Alguien que amas y que no te recuerda de nada.
-Todo bien.- Apreté un poco más el gel en mi cuerpo para ponerme más cómoda. Él solo asintió y se dirigió a la cocina donde estaban sus hijos trajinando, eran Gabriela una belleza de cabello corto y oscuro; Valeria, su gemela y serían idénticas de no ser por el corte de cabello además parece ser que a ella le encantan mis pinturas, no sabía que me había vuelto tan conocida; y Fernando Junior, no le perdió pisada a su padre, pero tiene una finura en los rasgos muy característicos de su madre Daniela.
Esa mujer es una persona bastante limitada, parece nerviosa todo el tiempo y algo dudosa de sus acciones. Fernando me ha confiado que ha recibido un cambio abrupto en su vida por elección propia pero que cada día está mejor gracias a su pareja y amor de toda la vida, Guillermo; un moreno de gran tamaño y ojos claros.
Debo reconocer que he podido aprenderme los nombres de todos. Fue fácil, parece ser mi vida social se centraba en mis guardaespaldas, mi asistente y una pareja de casados, gays.
-¡Eres imposible!
-Eres una sufrida.
-¡Así no dice la receta Fernando!
-¡Papá dile algo!- Me puse en pie lentamente, sentí una leve punzada de dolor pero lo ignoré caminando al lugar del desastre, la cocina. Ver la interacción de esta familia era divertido y muchas veces me traían el olor a vino a la mente. La psicóloga dice que puede ser un recuerdo que trataba de salir, desde entonces trato de empaparme de cada uno de ellos. Un poco de memoria no me vendría mal.
-¡Pipi dili ilgi!- Junior tomó un poco de harina y se la tiró a Valeria quién miró a su papá suplicando por ayuda.
-Junior.
-Ni siquiera lo intentaste...- Comenté con una risa. A pesar de que se hizo un instante de silencio todo volvió a marchar como si nada.
-¡Exacto, no lo intentas lo suficiente!-Valeria tomó un trapo y se limpió la cara mientras le lanzaba rayos láser a su hermano quién seguía dedicándole muecas graciosas.
-Lucia debes recordar esto siempre, la más madura de todos soy yo.-Gabriela me explicó seriamente mientras batía una mezcla que se veía bastante mala.
-La primera fue Valeria.
-¡Hey!- Gabriela alzó el batidor en advertencia.
-Te lo dije pero nunca me creíste...-Junior metió el dedo en la mezcla y se lo llevó en a la boca al instante arrugó la cara.-Patético.
En ese instante descubrí a Fernando mirándome fijamente, algo en mi revoloteó en reconocimiento como cada vez que lo encontraba así, viéndome. Debo admitir que él era una persona intrigante, parecía un misterio andante y casi podía entender el por qué había quedado embarazada de el, lucía como un sujeto ardiente, lo que no entendía era el hecho de estar con alguien mayor. Fernando me llevaba una buena de años.
-¿Qué hacen?- Pregunté al fin.
-Torta.- Respondió Valeria encogiéndose de hombros.
-¿No creen que eso está muy espeso?- Comenté.
-¿Espeso?- Fernando miró por sobre el hombro de su hija quién batía con fuerza y luego a mi, cuando chocaron nuestras miradas me guiñó un ojo y no hice más que sentirme acalorada hasta los pelos.
-Yo puedo ayudar. Mamá hacía una torta de chocolate extraordinaria...- Mi corazón se encogió cuando recordé a mamá, al menos eso no había sido arrebatado de golpe de mi mente.
-¡Sí!- Junior tomó el bol y lo vertió todo en el lavadero.
-Ahí se fue mi obra maestra.-Gabriela lo miró con tristeza y luego se llevó el batidor a la boca, un segundo después arrugó la cara.-Creo que confundí la sal con el azúcar...
-Creo que las apuntaré a un curso de cocina, no voy a permitir que maten a mis nietos con esas comidas fuera de forma.-Fernando se estremeció de terror y luego tomó mi hombro.-A sus órdenes chef.
Una hora y media después nos encontramos disfrutando de un suave, achocolatado y esponjoso postre. Después de todo no había olvidado la receta.
-Tu mamá si que sabía cocinar.-Comentó Valeria lamiéndose los dedos.
-Sí.- Murmuré en respuesta.
-Oh, lo lamento. -Se apresuró a disculparse, pero sinceramente no había nada que disculpar.
-No te preocupes fue hace mucho.- Le guiñe un ojo para quitarle peso al asunto y que su cara tomara un brillo mejor.
Sentada en la gran cama, sola como usualmente ocurría, no podía dejar de intentarlo forzar mi mente.
Todas estas personas me querían y yo aparentemente a ellos. Se preocupaban por mí, me llenaban de mimos que si bien eran con las mejores intenciones yo no sabía cómo tomar. Los conocía pero a la vez no los conocía de nada ¿Cómo aceptar todo lo que me dan sin sentirme rara?
Solté un suspiro que hizo que me dolieran las costillas.
Como deseaba poder recordar todo.
~~~
Primer capítulo del último libro. Esto es solo para que no me maten ok?
No tengo ni idea de cuándo voy a publicar, pero lo haré. Sólo no me presionen.
Los quiero y les envío muchos besos con chocolate.
P.D.: desde qué país me leen?
ESTÁS LEYENDO
Entregados (EAM3)
RomanceUn gran e inesperado cambio ha tocado la puerta de Fernando y Lucia los cuales parecen no tener un minuto de paz para poder tener una relación estable. En el pasado por sus constantes miedos e indecisiones y en el presente por un terrible accidente...