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Fernando

Me costó un mundo entero dejar de tocar a Lucia. Sentirla de nuevo era como una droga. Una droga que necesitaba y que me mantenía despierto en la noche esperando poder revivir todos nuestros encuentros y más.

¿Quién diría que me volvería adicto a ella?

Pero me alejé, primero porque soy sensato y segundo porque aunque la desee con todas las fuerzas de mi ser, debo ser consciente de que ella no está del todo dentro de sí.

Así que no pretendo aprovecharme de esa situación. Quizás solo se encuentra confundida u hormonal, después de todo está embaraza.

Lo último que me debe pasar ahora es asustarla y retroceder los pocos pasos que hemos dado.

Con todo lo que me ha pasado tengo para hacer un par de discos, llenos a tope de lo que me hace sentir ella.

A pesar de haberme dado una ducha hace menos de media hora, necesitaba refrescarme pues quedé duro como piedra, de manera literal y la verdad necesitaba liberación, una igual de literal. Con un baño frío o simplemente un exorcismo podía arreglarme. Pero lo más sensato es hacer lo primero, darme una larga ducha fría, ya que un exorcismo sería muy ruidoso.

Mientras el agua recorría mi cuerpo y trataba de calmar mis pensamientos cada vez más sucios y gráficos, pude escuchar el abrir de una puerta seguido de una voz: -¿Fer? -Esa voz.

Si seguimos así, no podré bajarme los demonios de la cabeza.

-Lucia. -Respondí sin abrir mis ojos y muy al tanto de lo ronca que se escuchaba mi voz. Quería evitar un colapso nervioso así que simplemente trataba de decirle a mi mente que bajara las revoluciones y que la sangre se tenía que acumular en mi cabeza pensante, no en la cabeza no pensante.

Y la orden no funciona si la voz causante de mis estragos seguía tan cerca. En la misma habitación.

-Yo... -Esta vez su voz se escuchaba aquí, en el baño, mí baño. Abrí mis ojos y me giré viendo su silueta a través del vidrio medio empañado de la ducha.

Mierda. Debes mantener el punto control.

-¿Si? -Tomo aire de golpe y lo sostengo apretando los puños pues en circunstancias normales ella ni loca se metería aquí. A penas me deja besarla lo suficiente como para entrar a este lugar, estando yo y desnudo además.

-Necesitas compañía. -Anunció y de lleno se metió a la ducha.

Mierda.

-Tienes la ropa puesta. -Señalé. Mi corazón se sentía frenético y sinceramente ya me creía en una especie de sueño erótico o una película pornográfica.

Mantén el puto control. Vamos.

-Eso tiene solución. -Su voz era un susurro, pero la más seductora que le había escuchado nunca. Lentamente se fue desprendiendo de cada una de las prendas que llevaba lanzándolas en una esquina con sonido sordo y yo solo podía mirarla como hipnotizado por cada uno de sus movimientos.

-¿Y bien? -Pregunté una vez que su esbelta figura quedó frente a mí sin nada que me impidiera observarla a detalle.

Tan hermosa y perfecta como la recordaba, incluso mejor.

Ella no respondió con palabras, lo hizo con acción y de la buena.

Oh, santa mierda.

Me besó con tanta fuerza que casi caemos los dos al suelo, una vez estabilizados la pegué contra la pared.

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⏰ Última actualización: Jul 30, 2020 ⏰

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