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Fernando.

Para nadie fue una sorpresa mi anuncio pero debía hacerlo de todas formas, dejé mi nuevo proyecto musical a medias pintas pero al fin de cuentas todo esto es mi asunto, mi vida y además...ella era más importante. Mi familia era más importante.

Toda la situación merecía mi total atención y concentración.

Estaba empezando una nueva vida que, sabía de antemano, sería de lo más difícil. Mudarnos a este país había sido una idea tentadora, no sólo por la educación que recibirían mis hijos sino también por el hecho de estar mas cerca de Lucia. Quería iniciar una vida con ella de la manera correcta, demostrarle todos y cada uno de mis motivos, pero claro la vida te quita más de lo que te da.

Estoy bastante harto de las pruebas que me pone el destino, estoy al borde de un colapso nervioso y a punto de tomar las terapias de Lucia para mi solo.

"Doctor, ella está perfecta el problema aquí soy yo".

Quizás se lo diga en la siguiente terapia.

Las redes sociales explotaron con la noticia, mi noticia, y la lluvia de notificaciones no se hicieron esperar en el maldito teléfono.

Juro por Dios que lo voy a quemar.

Necesitaba centrarme en todos los cambios que estaban ocurriendo y debía de ser un paso a la vez y en estos momentos debía poner en pausa una parte de mi vida que si bien es importante, ahora mismo no le puedo dar el tiempo que merece, la música.

No me pone triste este cambio de luces, ya he estado en pausa con mi carrera para descansar y crear nuevos acordes. Pero está vez era diferente, está vez no será como las anteriores donde disfrutaba de la pausa en una soleada playa caribeña con un cóctel en la mano.

Lo menos que hago en estos días es disfrutar de algo. Me encantaría que el coche me hubiera jodido a mí y no a ella, pero sinceramente por cómo están las cosas de ser al contrario sería un problema. No me imagino a Daniela tratando de convivir con tres adolescentes cuando ella es en estos momentos uno.

Tantos cambios me provocan dolor de cabeza y el mejor remedio para eso es el licor. En realidad todo lo soluciono con el alcohol.

Maldito alcohol dulce tormento...

Me serví un buen trago de ron con hielo mientras observaba la ciudad. Ya era de noche y aún así podía apreciar las calles con facilidad, habían tantas luces en las calles que parecían un verdadero espectáculo parpadeante. De hecho lo eran, esa fue una de las razones por las que compré esta propiedad.

La vista desde aquí valía la pena cada dólar que gasté en él y si bien es sólo una gran ciudad llena de edificios altos, como el mio, el espectáculo que el cielo me regalaba todos los días valía la pena. Cada día era un amanecer y anochecer diferente, lleno de figuras y colores intensos.

Sí, me encantaba este lugar. Sé que a Lucia también le encantaba o a la anterior Lucia. Sacudí mi cabeza tratando de alejar el recuerdo que se empezaba a abrir paso en mi mente, nuestros cuerpos acalorados y sudorosos en esta misma habitación viendo la tarde caer cuando aún no estaba habitado el lugar por nosotros. Cuando todo era sólo una emocionante idea de tenerla aquí.

Una parte de mi estaba deseandola como nunca a pesar de saber que la pobre no me recordaba...eso sería como una violación y no sé cómo sentirme al respecto.

Que mal estoy hombre.

-¿No te vas a lanzar por ahí o sí?- La voz suave de Lucia llegó a mis oídos y deglute saliva al verla a mi lado. Le envié una dura señal a mi cerebro para que dejara de pensar en violaciones y tratara de formular una respuesta coherente a la causante de todos mis estragos físico-emocionales.

Entregados (EAM3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora