Capítulo 2

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Nota de autora:  Segundo capítulo!!! Espero lo disfruten mucho, nuevamente les dejo la imagen de tres de los chicos que inspiraron a los personajes. Feliz lectura  💙💙💙

España, Madrid

Lo habían llevado a un hospital, se dio cuenta de ello al primer momento después de que abrió los ojos, el color blanco de la habitación y el fuerte olor a desinfectante se lo confirmaron.
Su cabeza aún dolía, quería levantarse, pero los tubos a los que descubrió, lo tenían conectado, se lo impidieron.
Se los quito y sin pensárselo dos veces se sentó de un solo movimiento.
Todo le dio vueltas, aunque por suerte, aquello duró solo un momento.
— ¿Cuánto tiempo llevare aquí?— Se preguntó mentalmente y noto que llevaba la misma ropa que el día que había quedado inconsciente así que no podía ser mucho, tal vez uno o dos días, de cualquier forma no era como que importara, siempre había odiado los hospitales, así que el simple hecho de permanecer por lo menos cinco minutos en uno, le resultaba siempre una eternidad.
El cuarto en el que se encontraba lucia lleno de artilugios médicos por todas partes, justamente el tipo de cosas que lograban ponerle los pelos de punta.
—Es suficiente, yo me largo— Se dijo así mismo, en voz alta esta vez y sin dudarlo ni un instante más, se apresuró a salir de la habitación, deseando con todas sus fuerzas no ser visto, idea que abandonó apenas abrió la puerta y se encontró de pie frente a su madre.
—Mamá— Susurró, pero ella no parecía escucharlo, en realidad ni siquiera mostraba señales de haberlo visto ya. ¿Qué?
—Disculpe ¿Es usted familiar del paciente en esta habitación?— Preguntó uno de los doctores, apareciendo de pronto ¿Por qué demonios hablaba de él como si no se encontrara frente a ellos?
—Sí doctor, él es mi hijo.
—Lamento decirle esto pero..., su hijo murió hace unos veinte minutos, lo lamento mucho— Hablo el médico y tan pronto como termino de hacerlo su madre rompió en llanto, soltando una que otra palabra de vez en cuando, como <<imposible>> o <<no puede ser cierto>> y << Deben de estar cometiendo un error>> Y por supuesto su madre tenía que estar en lo correcto, no podía ser cierto.
–—Eso no es verdad ..., estoy justo frente a ti ..., estoy bien ..., mamá yo ...— Estiro una de sus manos para tocarle el hombro y asegurarle que lo que acababa de escuchar era una mentira, pero fue en vano, no hizo más que atravesarla, al igual que si él fuera un maldito fantasma.
Entonces ¿Eso significaba que todo era verdad?
Sus ojos se humedecieron, un gesto demasiado mortal considerando su actual estado.
Lo único que deseaba era que la persona que estuviera jugándole esa pésima broma de mal gusto, terminará de una vez, algo que en su interior, tenía bastante claro que no sucedería.
Sin embargo nada parecía tener sentido. Absolutamente cada una de las cosas que estaba viviendo en ese momento, contradecían todas aquellas que le habían dicho acerca de la muerte. Al despertar nuevamente, no se había encontrado en un lugar mejor y el sufrimiento todavía seguía con él.
Pero tal vez así era como tenía que ser, quizás todo lo que las personas se repetían unas a otras sobre la muerte no era más que un bonito consuelo para creer que aquellos a los que alguna vez amaron no la pasarían tan mal, una bella mentira, que sin más se había desmoronado ante sus ojos, para mostrarle que esa era la verdad y que tarde o temprano la tendría que afrontar.
Levanto la mirada, su entorno había cambiado, pero él ni siquiera se había percatado de en qué momento sus pies lo hicieron llegar hasta allí.
En el exterior, el día estaba soleado, las personas en la calle iban y venían, realizando sus actividades diarias, los niños corrían de un lado a otro, riendo a carcajadas e incluso sin la necesidad de molestarse en mirar por donde iban, a tal punto, en que uno de ellos estuvo a punto de impactarlo, pero no importo, pues al igual que le había sucedido con su madre, aquel niño simplemente paso a través de él, ignorando por completo su presencia.
Se quedó sin aliento, sabía que no estaba preparado para algo así, sus ojos se cerraron con fuerza y entonces sin siquiera esforzarse en contenerlas, las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, al mismo tiempo que el perfecto cielo despejado se convertía en una tremenda masa de nubes, que casi como si solamente ellas fueran capaces de entender su pena, dejaron caer sus lágrimas sobre su piel, recordándole que quizás una parte de sí mismo todavía estaba lo suficientemente viva como para permitirle sentirlas.

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