Feliz lectura 💙💙💙
Por fortuna su don se había decidió a funcionar correctamente en el momento adecuado.
No pensó en su habitación porque seguramente en ese lugar Anthony o Mariela la encontrarían demasiado rápido, en vez de eso conjuró en su mente la imagen de un lugar poco común, un espacio pequeño casi invisible para cualquiera que pasara por allí en la Sala Portal, justo entre dos de las estatuas de los ángeles, lo suficientemente grandes como para esconderla.
Se recargó contra una de ellas. El mero hecho de respirar era una molestia, el más mínimo movimiento le provocaba cientos de punzadas de dolor recorriéndole todo el cuerpo y sus ojos picaban por las lágrimas que se negaba a derramar.
¿Por qué Aaron hubiera querido hacerle tanto daño?
Miró con cuidado desde su escondite de un lado a otro de la habitación y cuando estuvo convencida de que no había nadie más dejo escapar unas cuantas lágrimas. Incluso en el orfanato, nunca había dejado que nadie la viera llorar, mostrar ese pequeño gesto de debilidad frente a los Elegidos solo la hacía sentirse peor y por eso se había ido.
Permaneciendo en ese sitio durante horas con cuidado de no hacer ningún ruido que pudiera delatarle y derramando todas las lágrimas que no se había permitido antes.
No lloraba de tristeza, las lágrimas que caían por sus mejillas eran de puro enojo por no haber sido capaz de soportar mucho más, por haber sido tan débil. Y de frustración por no comprender qué demonios había pasado con Aaron,
En los últimos días, los momentos en los que habían estado a solas, las miradas que compartían, incluso la manera en que le había ayudado a mejorar durante las peleas le habían hecho creer que comenzaba a agradarle, que podrían llegar a ser buenos amigos e incluso había llegado a pensar que quizás podrían...
-Hola- La saludó, mientras acortaba la distancia que los separaba para sentarse a su lado, provocando que Lizbeth se sobresaltara con su presencia y que bajara la mirada para evitar que él viera los rastros de las lágrimas.
-Escucha Aarón si lo que quieres es reírte busca a alguien más ¿Si? De verdad, no estoy de humor.
-Vaya, enserio me tienes mala fe ¿No? Yo solo te vi aquí sola y pensé en venir y hacerte un poco de compañía- ¿Acaso estaba loco? Hace unas horas él le había dicho que prefería no tenerla cerca, la había golpeado sin piedad incluso cuando era evidente que no soportaría más ¿Y ahora le decía eso?
- ¿No dijiste que si dejábamos de preocuparnos por el otro los dos estaríamos mucho mejor?- Le espetó ella.
-Luces muy lastimada- Respondió, aunque no de inmediato, sino más bien después de haber pasado un momento lleno de incómodo silencio, que fue roto cuando su voz se escuchó, evadiendo hábilmente la acusación anterior y volviéndose por lo menos dos veces más baja de lo que normalmente era, sonando sincero y de cierto modo haciéndolo parecer incluso vulnerable.
-Si bueno, en realidad no me gusta mucho admitirlo pero un idiota me hizo polvo hoy así que es normal, creo- Rieron al unísono, la suya un poco más leve y la de él, una cosa completamente distinta, aquella fue la primera vez que ella escuchaba su verdadera risa, era hermosa, pensó pero no le sorprendía, sabía muy bien que todo en él lo era.
-Pues, si te sirve de consuelo, si no tuviera mi don ahora mismo me encontraría igual o peor que tú.
- ¿Qué?- Preguntó, claramente confundida con respecto a lo que acababa de decirle. Sabía que al igual que ella, gracias a los ángeles que Aaron había progresado bastante en lo que a su don se refería, sin embargo no tenía ni la más mínima idea de en qué consistía. En lugar de responderle, Aaron se limitó a tomar su barbilla entre sus dedos, haciéndolo de una manera tan delicada que a simple vista la acción hubiera podido confundirse con un gesto de cariño aunque tratándose de ellos dos aquello resultará casi imposible incluso el pensarlo.
Subió su rostro, hasta que sus ojos se encontraron con los suyos, eran igual que su sonrisa por supuesto, eso lo había sabido desde el día en que se conocieron pero ahora, teniéndolos a tan corta distancia se dio cuenta de una cosa, amaba el color café que tenían eso era cierto pero el color totalmente negro que lo remplazo en ese momento por alguna extraña razón lograba enloquecerla, lo suficiente como para casi hacerla llegar al punto en que se olvidara de cómo respirar.
De pronto el alivio la invadió, sus músculos se destensaron, el dolor desapareció y sabía perfectamente cuál era el motivo.
- ¿Mejor?- Asintió, dándose cuenta de que era incapaz de hacer más -Liz yo..., siento mucho lo de hoy, fui un idiota, espero que puedas perdonarme- Continuó.
- ¿Tan duro fue el golpe?- Le preguntó, tratando de ocultar el desconcierto que le habían causado sus palabras.
-No, hablo enserio, verte allí, saber que yo lo cause, solo..., perdóname- Parpadeo un par de veces, aquello la había sorprendido, sí pero no tanto como lo hizo todo lo que vino después a cuando dejó de hablar. Su mano acariciando suavemente su mejilla, su rostro aproximándose al suyo acortando la distancia cada vez más, hasta que se encontraron a escasos centímetros de colisionar pero entonces su tacto se convirtió en fantasma, el dolor regreso y al igual que antes, conocía perfectamente la razón.
-Aaron espera- Lo llamó, provocando que el chico que ahora se encontraba a unos cuantos pasos de ella se girara para mirarla, a la espera de que volviera a hablar.
Por supuesto, ella lo había llamado y lo más lógico sería haberlo hecho porque tenía algo que decirle pero ese era precisamente el problema, no lo había o al menos no nada que estuviera dispuesta a decir sin arrepentirse después.
-Sabes, estaba pensando que..., si tú te vas, los efectos de tu don también lo hacen y ya que técnicamente es tu culpa que yo me encuentre en este estado lo menos que podrías hacer es quedarte un rato más conmigo.
- ¿Es enserio?- Preguntó, con voz divertida.
-Sí, de hecho yo diría que me lo debes, así que decide ¿Nos quedaremos aquí o saldremos a algún lado?
- ¿Acaso no se supone que no podemos salir de este lugar?- Lo sabía perfectamente. Una de las primeras cosas que los ángeles les habían dicho era precisamente eso, que la oportunidad de salir al mundo exterior se había perdido junto con sus vidas mortales, sin embargo quizás ella sí que tenía una manera. Significaría romper las reglas pero impresionantemente no le molestaba.
-Entonces ¿Eso es un no?
Sonrío de medio lado - ¿Has mejorado con tu don no es así?
-Si pero... - Se detuvo, al recordar todos las sesiones de prácticas fallidas al intentar cubrir mucha más distancia. Tonta, se dijo así misma mentalmente ¿Cómo había podido olvidarse de ese pequeño detalle? -Nunca lo he intentado a distancias tan grandes, lo que hice hace rato al finalizar la pelea es lo máximo que he podido lograr. Sacarnos de aquí seria...
-Un riesgo que sin duda debemos atrevernos a correr. Dame tus manos- Le dijo, estirando sus brazos hacia ella a la espera de que hiciera lo mismo y Lizbeth dudo por un instante, sabía lo que significaba hacer lo que le pedía, no habría vuelta atrás después de que lo hiciera.
Se estremeció un poco de solo pensarlo, ni siquiera podía creer lo que estaba a punto de hacer.
-Oh vamos, sólo pedí tus manos, prometo que no voy a morderte ni nada parecido- Cerró los ojos, soltó un suspiro que salió tembloroso y entonces, antes de que siquiera hubiera podido notar que se había movido, sus pieles se estaban tocando de la misma manera en que lo habían hecho el día anterior.
-No fue tan difícil. Ahora, se supone que si yo abro la conexión a mi mente podrás ver todos mis pensamientos ¿No?
-Supongo que podría intentar buscar la entrada pero tú no sabes abrir la conexión.
-Digamos que he escuchado lo suficiente. Entonces... - No terminó la frase, de hecho no dijo nada por varios segundos, sus respiraciones eran lo único que rompían el silencio formado y en su interior estaba contenta de que fuera así pues las nuevas imágenes que llegaron hasta su cabeza sin si quiera esforzarse en encontrarlas habían comenzado a aturdirla, provocándole que se sintiera mareada casi al instante y no porque no lo hubiera hecho antes sino porque nunca había sido así.
Los pensamientos de Aarón eran desordenados, erráticos y había miedo en ellos pero lo peor de todo era que ese mismo miedo se estaba volviendo parte de ella.
-Liz..., Liz tranquila..., concéntrate en mí ¿De acuerdo? Solo en eso- Lo escuchó hablarle mientras que al igual que momentos antes utilizaba su barbilla para levantar su mirada a la suya y hacerle sentir alivio, un alivio que acalló el grito que había estado a punto de soltar y que mantuvo a raya el resto de las sensaciones.
-Así está mejor ¿No? Ahora concéntrate en lo que estoy pensando en este momento, solo en eso- Asintió - ¿Lo tienes?- Se preparó para responder, quería decirle que creía que sí y que lo único que le hacía falta era permitir que todo ocurriera, sin embargo no fue capaz de hacerlo, en realidad no fue capaz de decir nada pues por lo que parecía ser la tercera vez en el día su subconsciente fue más rápido que ella y antes de que pudiera siquiera reaccionar, en literalmente un abrir y cerrar de ojos, el entorno en el que se encontraban había cambiado, de pronto las paredes a su alrededor habían sido remplazadas por nada en absoluto y una ráfaga de aire fresco la golpeo en el rostro. Lo había extrañado tanto, llevaba solamente una semana apartada del mundo exterior, sin embargo la sentía igual que si hubieran sido meses.
La música era alta, tanto que casi conseguía ahogar por completo el ruido que el montón de personas allí presentes estaban provocando.
Miro a su alrededor, a decir verdad no había mucho, un montón de chicos y chicas bailando al ritmo de la música, otros más moviéndose de un lado a otro, la noche sobre ellos y a lo lejos el sonido de varios motores siendo encendidos.
- ¿En dónde estamos?- Preguntó confundida.
-No es un lugar exactamente- Contestó Aaron, no era cómo que ella no lo hubiera notado ya. Se encontraban al aire libre, en una calle o una avenida, Lizbeth no estaba completamente segura. -Pero es aquí donde suelen hacerse las mejores fiestas que existen, tiene bastantes rutas de escape en caso de que la policía se decidiera a aparecer, así que eso es lo que lo hace el sitio perfecto.
- ¿La polic...?
- ¿Aarón?- La interrumpió una voz perteneciente a una chica de cabello rubio demasiado chillón para ser auténtico, que le llegaba hasta por debajo de la cintura, con tez pálida y enfundada en un apretado vestido color dorado lo suficientemente corto como para no dejar nada a la imaginación. Todo eso sin mencionar los zapatos de tacón alto y el exceso de maquillaje en su rostro que buscaban completar el atuendo.
-Raquel- La saludó Aarón, sonriéndole.
-No puedo creerlo, no te he visto en semanas ¿Dónde has estado?- ¿Semanas? Aquello sí que la había desconcertado. Llevaban solamente una encerrados en el Santuario, no podía ser más que eso, aunque considerando que no sabía absolutamente nada de la vida de Aaron antes de ser Elegidos, intentó tranquilizarse pensando que existía la posibilidad de que la desaparición de la que hablaba la chica se debiera a algo más.
-En todas partes.
- ¿Me contaras?
-Probablemente- Le respondió, lo que provocó que Raquel comenzara a mirarlo con ojos brillantes mientras empezaba a acercársele tanto que muy pronto sus bocas se encontraron a una peligrosa distancia, hecho que aunque no sabía muy bien la razón desató el enojo dentro de ella, obligándola a aclararse la garganta, con la intención de hacerse notar.
-Vaya, veo que trajiste compañía esta vez- Dijo Raquel, mirándola con enojo y separándose de Aarón para acercarse aún más a ella, mirándola con desdén - ¿Cómo te llamas?
-Lizbeth- Respondió, exactamente de la misma manera en que ella le había hablado, si lo que buscaba era intimidarla estaba segura de que dos podrían jugar ese juego.
- ¿Primera vez aquí?- Miró la ropa que llevaba con una sonrisa burlona. Después de la pelea ni siquiera se había molestado en cambiarse por lo que todavía llevaba el mismo par de jeans y la blusa sencilla de tirantes color azul que se había puesto a toda prisa esa mañana, eso sin mencionar lo desordenado que su cabello seguramente debería de estar y el corte que tenía en el labio.
-Si.
-No me sorprende- Le lanzó una última mirada asesina y después se acercó a Aarón nuevamente -Dime guapo ¿Quieres un trago?
-Eso no se pregunta.
-Aquí tienes- Sonrío, mientras le entregaba una botella de cerveza que un chico de por lo menos dos años menor que ellos le había entregado a ella momentos antes, junto con una para sí misma. -Sabes, estaba pensando, hace semanas que no te veo y te he extrañado bastante así que ¿Qué dices si buscamos a alguien que le haga compañía a tu amiguita, mientras tú y yo nos divertimos por un rato?- Continúo, después de que ambos le dieran un largo trago a sus respectivas bebidas.
-Hoy no Raquel.
- ¿Por qué no?
-Porque Lizbeth no es precisamente la clase de chica a la que le gusta compartir- Ni siquiera supo quién se sorprendió más ante las palabras del chico, ella o Raquel, sin embargo prefirió no decir nada al respecto, no todavía porque no podía negar que verla de esa manera le divertía bastante.
-Alto, ustedes dos son... - Comenzó a decir, su voz sonaba llena de enojo y sorpresa, sin embargo fue interrumpida.
- ¿Por qué otra razón crees que la traje si no?- Y eso fue todo, apenas Aarón termino de hablar, sin nada más que decir y con una gran expresión de enojo en su rostro, Raquel comenzó a caminar lejos de ambos. -Gracias por la cerveza- Gritó, esperando que a pesar de lo lejos que se encontraba ya ella fuera capaz de oírlo para segundos después soltar una auténtica carcajada.
- ¿Qué demonios fue eso?- Preguntó Lizbeth.
-Solo diré que resulta desesperante con el tiempo.
-Así que ustedes dos ¿Tuvieron algo?- La pregunta salió de su boca mucho antes de que pudiera detenerla y cuando finalmente cayó en cuenta de que era lo que había dicho sintió la sangre acumularse en sus mejillas.
-Lo hicimos unas tres o quizás cuatro veces, no fue nada serio.
Fingió una mueca de asco -Un simple si habría sido suficiente.
-Oye tú preguntaste.
-Pregunte si habían tenido algo no que había sido exactamente, muchas gracias, ahora jamás lograre sacarlo de mi cabeza- Dijo, luchando con todas sus fuerzas por disimular la verdadera molestia que había en su vos ¿Por qué tenía que importarle tanto?
- ¿Celosa?
-Eso quisieras- Respondió, mientras lo miraba llevarse de nuevo la botella a la boca para darle un largo trago.
- ¿Quieres un poco?- Le ofreció la bebida que ahora se encontraba con la mitad del líquido original.
-Somos mitad ángeles- Intentó recordarle.
-Al menos tú sí, yo por otra parte soy un indefinido ¿Recuerdas?
-Eres mucho más que eso- Le dijo, intentando que se lo creyera porque para ella era cierto, sintiendo de pronto un enorme enojo hacia los ángeles por hacerle creer eso, sin embargo él solo asintió aunque no como si estuviera de acuerdo sino más bien como si supiera que estaba totalmente equivocada y no quisiera ponerse a discutir acerca del tema en ese momento.
-Vámonos, te llevaré a la verdadera atracción de este lugar- Terminó su bebida de un solo trago, se deshizo de la botella en algún lugar que ella no alcanzó a ver y la tomo de la mano para conducirla hasta uno de los sitios donde parecía haber mucho más gente, moviéndose con agilidad entre todas las personas que se cruzaban en su camino, esquivándolas sin problema y sabiendo en todo momento qué camino tomar.
-Esto ya debe ser una costumbre para ti ¿No es cierto?- Preguntó, justo después de mascullar una disculpa a un chico al que había golpeado por accidente y suspirando aliviada cuando finalmente se detuvieron.
-Algo así, prácticamente he pasado la mayor parte de mi vida en sitios cómo este así que es normal supongo- Que compartiera ese pequeño detalle de su vida con ella la había tomado por sorpresa, sus palabras habían salido de su boca con tanta naturalidad que incluso le cruzo por la mente la idea de que lo hubiera dicho por accidente pero un rápido vistazo a sus ojos le hizo desechar la idea inmediatamente. Por supuesto que no había sido un accidente, si Aaron le había dicho aquello era porque quería lo supiera.
- ¿Por qué?- Volvía a hablar, suplicando con todas sus fuerzas porque su pregunta no le molestara.
-Hay que vivir de algo ¿No crees?- Quería preguntarle a que se refería con eso pero entonces, por segunda vez una voz los interrumpió, una masculina esta vez. Gracias a dios, pensó Lizbeth con alivio, porque realmente no se sentía con la capacidad de soportar a otra chica igual a la anterior.
-Aarón, por fin apareces ¿En dónde diablos te habías metido?- Lo saludo el chico, chocando los puños con él.
-Tenía unos asuntos que resolver, pero que dices ¿Llegó a tiempo?
- ¿Competirás?- ¿Competir? Se preguntó Lizbeth mentalmente y fue entonces cuando por fin fue consiente de en donde se encontraban, frente a ellos había una especie de pista de carreras algo improvisada, gente alrededor esperando ansiosa y en la línea de partida al menos unas cinco motocicletas con chicos arriba de ellas.
Ay no.
-Consígueme una ¿Si? Les demostraremos quien es el mejor de este lugar.
-Aarón ¿Podemos hablar de esto?- Le dijo Lizbeth, sin embargo llamó la atención de la persona equivocada.
-Vaya ¿No piensas presentarme a la chica?
-Por supuesto, ella es Lizbeth.
-Daniel, es un placer- La saludo, dedicándole una sonrisa.
Daniel debía tener la misma edad que ellos, su cabello era castaño obscuro, su ropa era completamente negra muy similar a la que Aaron parecía llevar todo el tiempo, llevaba un reloj de pulsera en la mano derecha y su cara estaba llena de piercings, tres en una oreja, uno en el labio y dos en una ceja, pero a pesar de todo eso parecía simpático. - ¿Es tu primera vez aquí?- ¿Por qué diablos todos preguntaban eso?
-Si- Respondió ella.
-Bueno, pues si quieres hacer algo divertido ven a buscarme ¿Si?
-Ni siquiera lo pienses, tú sabes cómo me pongo cuando se acercan a lo que es mío- Le advirtió Aarón, mucho antes de que Lizbeth hubiera pensado siquiera en volver a hablar.
-Entonces ella es tu..., perdona yo..., yo no lo sabía, iré..., iré a conseguirte lo que me pediste ¿Si?- Dijo Daniel, luciendo visiblemente nervioso mientras desaparecía a una velocidad impresionante.
- ¿Vas a explicarme qué fue eso?- Preguntó Liz, sin saber del todo que era lo que le molestaba más, el que pensara competir en una carrera de motocicletas o el que la hubiera llamado "Algo suyo".
- ¿Bromeas? admito que Daniel me cae bien pero es un idiota si no le hubiera dicho eso hubiera buscado la manera para de una u otra forma llevarte a...
-Ya entendí- Lo interrumpió -Bueno y ¿Qué me dices del resto? ¿Realmente planeas subirte a una de esas cosas?
-No, en realidad planeo que ambos subamos.
- ¿Qué?- Casi gritó, encontrándose demasiado aterrada de repente.
-Vamos, será divertido, además así podrás ver en primera fila como le gano al resto.
- ¡La conseguí!- Los llamó Daniel y antes de que fuera capaz de notarlo Aarón ya la había tomado de la mano igual que antes para conducirla hasta la línea de partida.
-Aarón espera..., yo..., yo no sé si pueda hacer esto ¿Por qué mejor no te espero aquí y...?
-Tonterías, no confío en nadie de aquí como para dejarte sola, así que tú vendrás conmigo.
-Pero..., pero yo
-Liz vamos, sólo una vez- Estiro una mano hacia ella a la espera de que la tomara y por unos segundos se preguntó si realmente quería hacerlo. En toda su vida nunca había cometido una locura o incluso pensado en hacerlo, siempre había estado bien haciendo lo correcto ¿Por qué con Aarón era todo tan diferente?
- ¿Liz?- La llamó y al escucharlo se dispuso a reunir cada gota de valor en su cuerpo que pudiera ayudarle con lo que estaba a punto de hacer.
Tomo su mano y la sonrisa que vio en su rostro le resulto sin duda más brillante que la noche misma.
-Rodéame la cintura con los brazos- Le pidió, apenas estuvieron arriba de la motocicleta.
-Ni lo pienses ¿Si?
-Bueno, si lo que quieres es caer.
-Bien- He hizo lo que le pidió, mientras que todos y cada uno de los conductores, incluido el mismo, comenzaban a encender las motos. A su alrededor, un tremenda masa de gente parecía observarlos con curiosidad, cómo si no fuera común que dos personas fueran juntas - ¿Me prometes que no vamos a estrellarnos o algo por estilo?
-No, te prometo que si nos estrellamos, no sentirás nada- Y eso fue todo, no hubo tiempo para responder después de eso pues todo lo demás se vio perdido entre el viento chocando contra sus rostros y el grito que Lizbeth soltó apenas la motocicleta arranco.
- ¿Fascinante no crees?- Preguntó Aarón, casi gritando para lograr hacerse escuchar entre todo el demás ruido. No fue capaz de ver mucho, los autos junto a los que pasaban, luchando por esquivarlos, árboles y uno que otro edificio pero solo eso, sin embargo a pesar de lo poco que fue capaz de distinguir sintió una extraña sensación invadirla. Las calles por las que pasaban le resultaban conocidas.
-Pues... - No pudo terminar la frase, la velocidad a la que iban era demasiada y justo cuando pensó que nada podría empeorar su situación actual, la motocicleta termino en una sola rueda provocándole a Lizbeth el deseo de aferrarse a Aarón con todas sus fuerzas porque literalmente su vida dependía de ello. Soltó un grito y él hizo lo mismo pero mientras que el de ella había sido terror puro, el del chico con el que había accedido a hacer esa locura era de auténtico júbilo y gozo, lo estaba disfrutando eso estaba más que claro y entonces lo vio, ese era él realmente, allí rodeados de toda esa adrenalina era su ambiente, su entorno, todo lo que él era en realidad, no podía negarlo, le encantaba. Y fue ese sonido, el que los acompaño mientras que esta vez con la motocicleta en su posición inicial, habían regresado a la línea de partida, sin ni siquiera la más mínima señal de los otros competidores. Tal como él lo había dicho, les había ganado a todos y cada una de las personas allí presentes, los aplausos y gritos aclamándolo no hacían más que rectificarlo. Pero no se detuvo, no cómo ella pensó que lo haría, si no que por el contrario lo observó acelerar todavía más, alejándose de la fiesta, hasta que finalmente lo hizo unos cuantos kilómetros después.
- ¡¿Estás loco?!- Gritó ella, bajándose lo más rápido que pudo de la motocicleta, sintiéndose desesperada por sentir el suelo bajo sus pies nuevamente.
- ¿No te gusto el paseo?- Todo en él parecía irradiar felicidad.
-Casi me matas, eres completo idiota ¿Qué acaso nunca piensas lo que...?- No pudo terminar, a pesar de lo mucho que había querido hacerlo, quería gritarle y decirle lo irresponsable que había sido, se habría sentido bien con ello pero de alguna manera la razón por la que había sido interrumpida, la hacía sentirse mucho mejor.
Sus labios contra los suyos eran suaves y se movían con una habilidad notable, las manos de Aarón se acomodaron en sus caderas, acercándola más a su cuerpo y las de ella se fueron directo a su rostro, logrando que el beso se intensificara un poco más, lo que la hizo soltar un pequeño gemido.
Lizbeth sentía que el corazón se le iba a salir del pecho, había deseado besarlo tantas veces antes que no podía creerse que realmente estuviera sucediendo. Su boca sabía a una mezcla extraña entre menta y la cerveza de hace unos momentos, incluso se sorprendió al descubrir que el sabor le encantaba, no quería separarse de él pero como era de esperarse la falta de aire los obligó a hacerlo.
-La verdad no- Fue lo primero que dijo a penas se apartaron el uno del otro, respondiendo a la pregunta que ella nunca había terminado de formular. Quería gritarle por besarla de esa manera y luego actuar como si nada hubiera pasado pero entonces su mirada se fijó en el lugar en el que estaban. Una calle vacía, iluminada apenas por las pocas luces que había aunque estaba segura de que la hubiera reconocido a pesar de que se hubiera encontrado completamente a obscuras.
-Conozco esté lugar- Ahora comprendía porque las calles de antes le habían resultado conocidas -Mi departamento estaba a un par de cuadras de aquí- Lo miró atónita - ¿Eras de aquí?
-Nunca me considere realmente parte de un lugar en específico aunque si, supongo que vivía por aquí- Lo había sospechado antes por supuesto, existían ciertos hábitos en torno a él que le habían hecho hacerlo pero ahora que era él quien se lo confirmaba casi no podía creérselo.
Janet venia de Paris, Sebastián de España, Anthony de Inglaterra, todos venían de diferentes países porque según les habían dicho los ángeles era así cómo debía ser pero ellos provenían del mismo sitio, no podía ser coincidencia, tenía que significar algo. Pensó en decírselo, sin embargo al ver que él tampoco decía nada al respecto prefirió guardárselo.
-Ya es algo tarde, deberíamos irnos- Dijo en su lugar.
-No en realidad- Contradijo él, entregándole un objeto que ella reconoció cómo el reloj de Daniel.
- ¿Se lo quitaste?- Preguntó sorprendida, tomándolo entre sus manos, marcaba las diez en punto. Resultaba reconfortante saber nuevamente cual era la hora exacta. Por primera vez desde que había llegado al Santuario, no se sentía perdida.
-Te aseguro que ni siquiera lo notó, además, lo necesitamos más que él. Vamos la noche recién comienza y hay algo que quiero mostrarte todavía.
Dudo un momento -Aaron no creo que sea buena idea.
-Anda, va a gustarte, lo prometo- Más tarde se arrepentiría de eso, más tarde podría reprenderse a sí misma y pasar toda la noche intentando en vano olvidar los hermosos momentos que estaba viviendo junto a él pero el aquí y el ahora eran algo totalmente diferente. Su destino era incierto, existía la posibilidad de que después de la pelea contra los Caídos nunca más volviera a hacer algo como eso o peor aún, jamás volviera a tener la oportunidad. Si era realmente sincera, no era algo con lo que quisiera cargar por el resto de su vida, por lo que tomándolo prácticamente por sorpresa se aproximó para tomar su mano entre la suya y subió a la motocicleta nuevamente.
- ¿Qué tienes planeado?
-Mostrarte algo que jamás hayas visto- Respondió él, arrancando la motocicleta nuevamente, tan de prisa que Lizbeth ni siquiera fue capaz de sentir que en el interior de su antebrazo uno de los siete puntos de unión, brillaba con intensidad.
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Elegidos
FantastikLos días de la humanidad estan contados. El creador ha decidido terminar con su existencia y solo los ángeles creen que existe una forma de que pueda ser salvada. De esa manera Lizbeth, acompañada de Sebastian, Janet, Alex, Chayna, Sarahi, Mariela y...