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"Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza...
Déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto."

Poema 15, Pablo Neruda.


Con tranquilidad caminan hasta la casa Iero. O al menos Gerard va tranquilo, porque su nerviosismo ha traspasado barreras desde que mencionó el irse junto a él a casa o a cualquier otro sitio, mientras que fuese con él. Claramente no se negaría, de hecho, es un enorme avance el que haya sido él quien diese la iniciativa. Le quita un notorio peso de encima.

Al llegar, él está a sus espaldas, y al encender las luces se encuentra con la televisión apagada y el sofá en donde anteriormente dormía su madre estando intacto. Suspira haciéndolo pasar y el ojiverde le dedica una sonrisa accediendo. Pregunta por su madre elevando la voz, recibe una respuesta desde la cocina. Tomando por instinto la muñeca de su acompañante, lo dirige a la cocina en donde ella sonríe al verlo.

—Mamá —le regresa la sonrisa—. Quiero... presentarte a alguien.

— ¿Ah, sí? —ríe ella, removiendo el contenido de su taza con una cuchara— ¿Quién?

—Mamá, él es Gerard —apunta al chico a su lado. Él sólo alza su mano, murmurando un "hola" que no inmuta a la mujer, pero al girar a verla ella tiene sus cejas arqueadas y ha detenido sus movimientos.

— ¿Gerard?

—Sí —asiente—. Él... va a quedarse aquí esta noche. ¿Te parece?

Su madre titubea. El tatuado desearía que no lo hiciese. Lograría ponerle todavía más nervioso y no es claramente su objetivo. Agradece internamente cuando sonríe.

—Está... está bien, hijo. Sólo... tengan cuidado, ¿sí?

Ve al blanquecino descender su mirada, presionando sus labios para no reír. Hace el ademán de golpear su hombro y él suelta una risa que lo hace sonreír por encima de su rostro sonrosado.

—Estaremos arriba, mah.

—Fue un gusto, señora Iero.

Ve a su madre sonreír antes de salir, aprovecha para acercarse al mayor.

—La próxima vez sólo llámala "Linda", ¿sí?

—De haber sabido su nombre lo hubiese hecho, Frank.

—Eh.

—Eh, tranquilo. Es jugando, pequeñín.

Antes de que golpee su hombro abre la puerta con el poster de Linkin Park, suponiendo que es esa su habitación. Se sonríe a sí mismo cuando se halla en lo correcto. Detrás de él entra el dueño del espacio. Lo observa ojear su habitación apoyando su espalda de la puerta.

remembering you › frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora