Parte 3

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- Te fuiste por meses. – le dijo su padre. – por meses, ¡y nunca te importo absolutamente nada lo que yo sintiera!

- Lo siento... - se disculpó ella. Y esa era la historia de todos los días. Siempre era lo mismo. Discutían. Gritaban. Volvían a insultarse. Él la encerraba. Ya no confiaba en ella. No después de a ver pasado meses con un criminal. No sabía si es que sería capaz de hacerlo de nuevo. Por eso, prefería que estuviera casada con alguien más. – perdón...

- ¡Cállate! – gritó su padre. Richard siempre había sido así. Toda su puñetera vida había tratado como una mi.erda a su hija. Y esta no era la excepción. – te vas a casar ¿vale? Él te merece, ¡Él! – gritó. – no otro perdedor que lo único que quería era burlarse de ti y pasarla bien...

- ¡Basta! – gritó _________.

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Gerardo quitó los seguros de su auto. Abrió la puerta piloto.

- ¡Gerardo! – gritó Tanya, persiguiéndolo.

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- ¿Vas a quejarte ahora? – Richard se le acercó. - ¿conmigo, mientras has estado acostándote con un criminal? – gritó. Ella cerró los ojos.

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Gerardo se volteó. Tanya soltó un respiro. Ahí afuera nadie escucharía lo que estaba por decirle. Algo que tenía que saber. Porque pensaba... que al menos podría importarle...

- Necesito decirte algo. – le dijo ella.

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- ¿No te gusta que te lo diga verdad? - _________ se volteó. Escucharía las palabras de su padre, aunque le dolieran en el alma. - ¿Qué se siente a ver fo.llado con un asqueroso criminal? – ella le volteó el rostro con una bofetada.

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- ¿Es sobre Kenan? – preguntó Gerardo. Cerró la puerta del auto, aquella que había abierto antes de que Tanya lo llamara.

- No, no...es... - Tanya respiró. No sabía como decirlo. Vamos, tengo que hacerlo...

- ¿Entonces?

- Es sobre _________.

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Richard le cogió las manos antes de que ella pudiera golpearlo dos veces.

- No sabes cuánto me avergüenzo de ti... - le dijo él. _________ tragó saliva. – no sabes cuánto asco siento al escuchar a todos mis amigos hablar de ti como si fueras una sucia prostituta. - _________ intentó soltarse. – no puedo creer que en todo eso se haya convertido mi hija...

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Gerardo abrió los ojos un poco más. No había escuchado su nombre desde hace más de un año... no lo había escuchado porque aún le dolía. Porque aún la tenía presente cada vez que trataba de cerraba los ojos. Porque aún le dolía ese nombre. Esa persona. Esa historia. Cada cosa que había vivido con ella. La forma en la que lo había cambiado. Sus besos. Su sonrisa. Cada caricia, sus abrazos... sus gemidos cuando hacían el amor, su boca, su lengua, su corazón, su vida, sus sentimientos... ella... ella le importaba. Toda ella. De pies a cabeza. Aún sentía que podía perder la cabeza por _________. Pero no quería demostrarlo, a lo mejor ella... ya era feliz con alguien más en alguna parte del mundo.

- ¿Cómo está? – le preguntó fingiendo con toda su alma el más mínimo interés.

Y la respuesta, le quitó el aire...

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Y las lágrimas de _________ cayeron de nuevo. Como cada noche.

- No servirá de nada que te hagas la víctima conmigo ¿vale? , te he dado la mejor salida para todo esto... para que no se te ocurra escaparte de nuevo con algún im.bécil de por ahí...

- No quiero casarme... - susurró ella. El rímel se corrió de sus ojos.

- Nunca te pregunté si querías.

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- _________ va a casarse.

- Te necesita...

- Basta, ¿vale? , se va a casar... jo.der... no me interesa, me da igual lo que quiera hacer con su vida. – intentó caminar hasta su auto. Cabreado. Molesto. Fatigado. Dolido. Celoso... - y esto también tienes que tenerlo tú en claro. Ella no me interesa en lo absoluto.

- Mira cómo te has puesto...

- Sabes que no me gusta hablar de ella.

- Te importa Gerardo...

- No. – le dijo. Frío. – no me interesa. Entiéndelo. Y no digas que me necesita cuando está mejor que nunca.

- No, eso no es así...

- ¿A no? – Gerardo abrió los brazos. La sangre se le había subido a la cabeza. Ardía en él. En sus propios pensamientos. - ¿y entonces qué? Jo.der. No me digas que está triste porque va a casarse.

- Gerardo...

- ¡Basta! – gritó. Tanya tomó aire. Sabía que todo esto iba a pasar en algún momento. Que Gerardo reaccionaría después de a ver evitado mencionar el nombre de _________ por tan largo tiempo. Que en algún momento tendría que hablar sobre ella. Que en algún momento tendría que enfrentar que aún no la olvidaba.

- ¿Me dejarías hablar? – Gerardo respiró hondo. Se volteó, dándole la espalda. Cruzó sus brazos, remarcando sus músculos. – _________ te necesita...

- Ella está de puta madre sin mí. – dijo completamente resentido.

- Gerardo... - susurró Tanya. – ella no quiere casarse... - Gerardo bajó la mirada, mientras ella seguía hablando. – me ha llamado la otra noche llorando, está... está tan mal... me ha jurado que no quiere casarse...

- Estás mintiéndome.

- Vale. Entonces piensa lo que quieras. – dijo ella, completamente fatigada. - nunca pensé que podría importarte tan poco...

- No es así...

- No jo.das Gerardo, te he dicho que está muy mal, que te necesita... y es cierto, te necesita más que nunca. No tienes idea en el infierno que está viviendo.

Gerardo se volteó. Su corazón empezó a latir de nuevo al escuchar las palabras de Tanya. _________ lo necesitaba... 'me necesita'...

- Su padre la está obligando a hacer algo que no quiere. – le explicó Tanya.

- ¿Por qué?

- Por ti.

Él que quedó callado.

- ¿Le ha hecho algo? – preguntó. Esta vez sin poder esconder más su preocupación. Tanya se sintió aliviada. Quiso sonreír. Sentía que después de mucho tiempo estaba viendo al Gerardo de siempre. Al verdadero. Todavía sentía algo por _________. Algo fuerte, muy fuerte...

- No me ha contado nada...

- ¿Cuándo es la boda? – preguntó.

- Mañana.

Y entonces se quedó callado. Y muchos recuerdos se le vinieron a la cabeza. Entre ellos, una promesa. Una promesa que había marcado el resto de su vida. Una promesa que había hecho por ella, por lo jo.didamente enamorado que lo tenía. Que lo tiene... aquella que le había hecho a Kenan el último día que había visto a _________. Gerardo abrió la puerta de su auto, se metió dentro de él. Encendiéndolo.

- Gracias. – le dijo a Tanya. – Necesito que ella misma me diga que no quiere casarse... - Tanya sonrió ligeramente. – que me necesita... - volvió a decirle – si es así, la sacaré de ahí... te lo prometo

SEDUCEME   (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora