Parte 12

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- ¿Y? – Tanya la miró esperando su respuesta.

- ¿Qué? – le preguntó _________, disimulando lo más que podía. Tomó de su taza de chocolate caliente y se dedicó a mirar sobre el cristal de la cafetería. Una sonrisa se le salió. - ¿Qué quieres saber, eh?

- ¿Cómo estuvo la reconciliación? – su amiga le dedicó una mirada cómplice.

- Bueno, ya sabes... normal...

- No hablas en enserio.

- No, la verdad no. Quería ver tu reacción. – tomó de nuevo de su taza humeante y la dejó sobre la mesa. - ¡Pero es que ha sido demasiado para contártelo ahora!

- ¿Y por qué no? Tenemos todo el tiempo del mundo, tonta. Pero dime... ¿pasó algo anoche?

- Que no pasó...

- ¡Jo.der! ¡Cuéntame de una vez! – le gritó Tanya, _________ soltó una pequeña risa. Recordar todas y cada una de las cosas que habían pasado anoche le ponía la piel de gallina. Y mucho más las que habían pasado hace algunos minutos. Simplemente había sido fantástico. - ¿se reconciliaron?

- ¡Sí! – le respondió _________. – llegó a Las Vegas... logró que saliéramos de ahí y bueno... estaba muy cansado así que tuvimos que parar para que durmiera.

- ¿Y, y, y?

- La verdad... - _________ sonrió. Una bonita sonrisa que seduciría al hombre más santo del planeta. – la verdad no dormimos...

Tanya hizo un sonido largo, fastidiándola.

- Bueno, yo tampoco duermo mucho desde que conozco a Kenan... - Tanya puso los ojos en blanco, _________ soltó una risa.

- ¿Qué tal lo hace?

- Mueres si lo pruebas.

- Pero no supera a Gerardo, eso te lo aseguro...
Tanya la miró mal.

- Claro que sí. – le dijo como si se tratara de algo natural. – aún no puedo creer que los dos se hayan puesto de acuerdo en esto de la cita por la noche... - negó con la cabeza y una sonrisa se asomó en sus labios. – el vestido que he comprado parece de una pu.ta, jo.der. – ambas rieron. – pero él dice que no hay problema.

Y ambas se rieron unos segundos más. Se habían tomado esos pequeños minutos para hablar de ellas, como hace mucho que no lo hacían. Pero no solo para hablar de ellos dos... Tanya necesitaba preguntarle muchísimas cosas más a _________. Cosas que ni ella misma tenía en claro.

- ¿Cómo está tu padre? – le preguntó Tanya.

_________ se quedó callada. ¿Era necesario recordárselo ahora mismo? Cuando se la estaba pasando tan bien. Cuando por fin parecía que su vida recobraba sentido.

- No quiero hablar de él...

- Entonces...¿te puedo hacer otra pregunta? – le cuestionó Tanya.

- Sí. – afirmó _________. Aunque con miedo dentro de sí, no sabía con que pregunta se toparía ahora.

- ¿Qué crees que pase cuando te encuentre? – Tanya la miró acongojada. Y _________... ella simplemente no supo que responderle. No lo había pensado. Ni siquiera se lo había imaginado. El tan solo hecho de saber... que en algún momento eso pasaría... ese momento en el que Gerardo y su padre se encontrarían...ese momento que llegaría en cualquier instante, y en el menos esperado.

- Yo estaré ahí para defender a Gerardo, es lo único que se. – le respondió. – pero no me preguntes sobre lo demás...yo... yo no sé que más pueda pasar después.

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Marine estacionó su viejo Renault. Resopló su propio cabello quitándoselo de la frente. Era ahora, o nunca tendría el valor de ver a Gerardo de nuevo. Sin pensárselo mucho y darle mucha vuelta al asunto, tocó la puerta principal mientras se acomodaba la falda tejana.

Él le abrió la puerta.

- Ah...hola... - le dijo casi estupefacta. Dios, era en ese momento donde notaba lo mucho que le gustaba Gerardo. Él le dedicó una sonrisa a medias.

- Hola...

- ¿Puedo pasar? – le preguntó ella, Gerardo solo asintió, abriendo más la puerta principal, haciéndola pasar. De inmediato ella se volteó a mirarlo, lo conocía muy bien. - ¿estás bien?, ¿me he perdido de algo? – dijo riendo. Gerardo la miró enternecido. ¿Por qué Marine tenía que ser tan jo.didamente asombrosa? Simplemente no se merecía nada de esto. Cerró la puerta.

- Perdón por no llamarte...

- No te preocupes. Ya me acostumbré a que estés desaparecido siempre.

- No, no...no es así...

- Hey. – ella le acarició una mejilla. Gerardo sintió un pequeño remordimiento en el corazón. – está bien, ¿estamos bien, no?

- Creo que sí.

Un silencio incomodo se paseó entre los dos. Marine decidió romperlo.

- ¿Crees?

- Yo... Marine...es que... - murmuró. – quiero que estemos bien ¿vale?, como amigos, que todo este bien...

Marine sintió una oleada fría en el estómago al escucharlo hablar. ¿Por qué recalcaba la palabra "amigos"? lo eran pero... ¿es que acaso Gerardo se había olvidado del beso de la otra noche? ¿o simplemente no había significado nada?

- ¿Se puede saber que te sucede? – le preguntó ella. Y entonces recordó. La última noche. Aquella que habían hablado por celular. El cumpleaños de Kenan. Gerardo no fue por ella. Y no había ido por ella porque... - ah... ¿tu novia te ha prohibido que me veas? ¿es eso? – le preguntó. Y era como si ella misma se hubiera marcado el corazón con una navaja gruesa. Le dolía. Le dolía _________ y lo mucho que aún podía importarle a Gerardo a pesar del tiempo. Era injusto. Injusto para ella, que había pasado un año cerca de Gerardo solo para enamorarlo.

- No, _________ no es así...

- Claro, defiéndela. Jo.der, no puede ser que seas tan idio.ta. – le dijo sin pensar, y a continuación, lo siguiente también lo diría sin antes meditar. – no puede ser que sigas enamorado de ella mientras yo he estado a tu lado todo este tiempo, Gerardo... - un nudo se le formó en la garganta al escuchar sus propias palabras. Él la miró atónito. Sin saber que decirle. – no sé que vine a hacer aquí...

Gerardo la cogió del brazo. El frágil cuerpo de Marine quedó cerca de él. Sin fuerzas. Sin siquiera poder defenderse en ese momento. Y a él... a Gerardo lo único que se le ocurrió hacer en ese momento fue besarla. Un beso pequeño, que luego se convirtió en algo más grande...y más. Sentía que de alguna forma debía agradecerle por todo lo que había hecho por él. Sabía que Marine no se merecía nada de esto. Era única. Y merecía a alguien que la quisiera por completo. No alguien que tuviera en la mente a otra mujer.

- Perdón. – se disculpó él.

Ella se le separó. Respiró hondo, mientras se limpiaba las lágrimas, algunas risas se escucharon en las afuera de la casa. Una cerradura. Y la puerta se abrió. _________ y Tanya entraron. Tanya dejó de reír el mismo instante en el que vio a Marine. _________ también la miró. Y Marine hizo lo mismo. Cruzando miradas por primera vez.

- Me tengo que ir. – dijo ella, tímida. Por primera vez había visto a _________. Ni siquiera por foto la había visto antes. Y era preciosa. Sí, mucho. Tan solo con mirarla había comprendido por que Gerardo se había enamorado de ella. Era bonita y sutil. Y eso...eso solo le molestaba más. Sin decir más, salió de la casa de Gerardo. Y es que no tenía que decir ni hacer nada más por ahora, todo estaba hecho, y él le había roto el corazón en pedacitos infinitos.

Tanya cerró la puerta de la casa después de verla salir, mientras Gerardo intentaba cambiar de rostro al ver a _________ mirarlo dudosa.

- Saliste temprano... - le dijo ella, dejando las bolsas de ropa en una de las butacas de la mesa. - ¿Quién era ella?

Gerardo se quedó callado, miró a Tanya con una sonrisa a medias. Indicándole que tal vez... no era un buen momento para que ella estuviera ahí...necesitaba hablar con _________ a solas de todo esto.

- Bueno yo... iré a ver como me queda esto... - Tanya les sonrió a los dos. Cogió sus bolsas de ropa y se las llevó a la habitación en la que dormía con Kenan.

Fue en ese momento donde se volvió a hacer un silencio largo, pero esta vez entre los dos solos. Entre Gerardo y _________. Se escuchaba solamente la respiración de él, de pronto colocó sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón y se apoyó sobre la mesa.

- Se llama Marine. – le dijo él. – es de quién te hablé... - Gerardo soltó un respiro. Se sentía pésimo por todo esto. Como un idio.ta sin arreglo. Eso y más. Había ca.gado todo con Marine. Bajó la cabeza. Jo.der. _________ lo miró enternecida. – yo... es que...

- Gerardo... - _________ colocó sus finas manos sobre su rostro, subiendo su mirada hacia ella. Chocaron miradas por un largo tiempo. Era el momento más sublime de toda la vida. El mejor. Gerardo sintió que podría besarla en cualquier momento, así no fuera el indicado – cuéntamelo todo, ¿sí? no importa que haya pasado, solo hazlo... quiero que te sientas mejor... que te desahogues.

- Es que...

- Nada. - _________ lo miró seria. – cuéntame, vamos. Soy yo, _________, tu novia...

SEDUCEME   (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora