Parte 18

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¿Y qué había hecho? ¿Por qué lo había hecho? Jo.der Gerardo. Eres un
imbé.cil. Un completo idio.ta, babo.so, orgulloso, inútil. No te perdonará después de esto, y si lo hace...tardará mucho en darte una segunda oportunidad. Tiró las llaves de su auto al suelo. No se iría a ninguna parte, no... se quedaría y haría las pases con ella. La necesitaba. Necesitaba saber que las cosas siempre estarían bien entre los dos. ¿Pero en que estaba pensando? ¿Por qué demonios la había tratado así? Si por ella fuera...podría conseguirse al hombre que quisiera. Muchísimo mejor que él en todo. ¡Ostia! Que lento podía ser a veces. Recogió las llaves de su auto y las colocó en el bolsillo trasero de su pantalón. Corrió y corrió, atravesando puertas y lo demás, hasta llegar a su habitación. No quiso tocar la puerta, simplemente la abrió lentamente, chocándose con la oscuridad de la noche. Pero podía escucharla a ella llorar silenciosamente. ¿Cómo es que había permitido que eso pasara? Cerró los ojos con fuerza. Moría por correr y enredarla entre sus brazos. Que se durmiera ahí. Cabreada con él y llorando, pero que al menos lo hiciera entre sus brazos. Y así lo hizo...entró más a la habitación y cerró la puerta detrás.

Silencio. _________ dejó de llorar de pronto al notar que él había entrado. Se limpió las lágrimas de inmediato y cerró los ojos con fuerza para que no se le escapara ni una más. La cama se balanceó. Gerardo se había acostado en ella, a su lado.

- Perdóname. – le rogó él. Gracias al cielo aún le quedaba un pequeño porcentaje de cordura. – perdóname por favor, princesa. – sus dedos rozaron lentamente la tibia piel de _________, su brazo, ella tragó saliva, todo esto eran difícil. – ¿he ca.gado todo, verdad?

Pero ella no le respondió. Lo dejaría hablar hasta que se cansara, necesitaba oírlo.

- Vale, sí... lo sé... siempre ca.gó todo lo bueno que me pasa en la vida... pero no quiero que pase lo mismo contigo. – continuó. _________ abrió los ojos, aún sin intervenir. – me he portado como un cerdo hoy, y solo quiero que sepas que toda mi vida he sido así... siempre he sido de esa forma con todos. Y a veces se me olvida que no estoy con todas esas jo.didas personas que me hicieron tan duro y frío. – se mojó los labios. Siempre habían dicho que los que tomaban más de la cuenta decían la verdad, y eso lo había comprobado la primera vez que a _________ se le habían pasado las copas. – toda mi vida fui un cerdo con todos, _________. Pero solo una persona, una sola persona... pudo hacer que cambiara. – admitió. – y esa eres tú. Aunque parezca imposible para todos, yo sí puedo ser alguien bueno mientras estás tú. Por eso te necesito conmigo. Eres mi vida, lo único que me mantiene con los pies en la tierra. Lo único que me hace ser diferente a los demás y que no me importe lo que piensen. – tragó saliva. ¿Era la primera vez que se lo decía? Bueno, valía la pena estar ebrio entonces. – Quiero ser como tú... siempre lo he querido... ser libre, ser feliz, soy feliz ahora... pero solo porque tú me has enseñado como...

- No sigas... - las pequeñas manos tocaron los labios de Gerardo, volteando su posición en la cama.

- Es lo que siento... - le dijo él, quitando suavemente las manos de _________. – me he dado cuenta que soy muy im.bécil.

- Yo ya lo sabía.

- ¿Me perdonas?

- Hablamos mañana ¿vale? Mañana... - se puso de espaldas. Y no tardó en sentir los brazos de Gerardo rodearle la cintura.

- Te quiero, bonita. – le mordió una oreja. Ella se aguantó las risas. – Me gusta tu cuello...- clavó sus dientes en él, saboreándolo. – ups...

- Ya duérmete. – le rogó _________. – por favor...

- Pero dame un beso.

- Eres un pesado.

- Dame un beso y todo acaba aquí.

- No quiero, no te lo mereces.

- Pero quiero besarte.

- Será mañana, si es que me convences y te perdono.

Tan sutil. Tan hermosa. Tan única. Tan malvada. Tan sensual. ¿Era posible?

- Me gustas tanto...

- Duer...

- Vale, vale. Pero mañana no te salvarás de mí.

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Charlotte, una de las amigas que Tanya había hecho durante todo ese tiempo en Kingston, se casaba mañana. Y que fiestecita la que haría hoy por ello. Se había reservado todo el pub más grande de toda la ciudad, solo para ella, sus invitadas y los buenísimos strippers que llegarían esa noche a hacerla un poco más caliente.

Ocho de la noche. Misma noche de la fiesta de Charlotte.

- Anímate... por favor, Char me dijo que podía llevar a cualquier amiga que quisiera y tú no te puedes perder esto.

- No, no... no tengo ganas la verdad. Ayer discutí con Gerardo y... no sé, quiero esperar a que él vuelva y primero arreglar las cosas.

- ¿Y perderte esta despedida de soltera? Vamos, jo.der. ¿Desde cuándo no te gustan las fiestas?

- No es eso, Tanya. Ya te lo expliqué.

- A Gerardo se le pasará...

- Es a mí a quién no se me ha pasado.

Tanya puso los ojos en blanco.

- ¿Me pongo de rodillas? ¿Qué tengo que hacer para que vayas?

La puerta de la habitación de Gerardo y _________ se abrió de repente. Kenan apareció de pronto, miró mal a Tanya, pero esta solo corrió a abrazarlo y cogerle las mejillas.

- ¿Por qué estás tan emocionada por esa fiesta? – le preguntó él. - ¿es por esos hombres que irán a bailarte? – a _________ se le escapó una risa.

- ¿Hombres? Ah... ¿los strippers?

- Lo mismo.

- ¿Estás celoso? – le preguntó la rubia, abrazándole el cuello.

- Me da lo mismo, yo tengo más que ellos.

- Está celoso. – le afirmó Tanya a _________.

- ¿Irás? – le preguntó Kenan.

- No creo... - contestó _________. – no tengo ganas.

- Sí irá. – replicó Tanya. – irás, irás, irás... aunque no quieras.

_________ negó la cabeza. ¡Pero que increíble poder de convencimiento podía tener su mejor amiga! Hasta ya se lo estaba pensando realmente. ¿Por qué no ir? Necesitaba de esto. De una fiesta solo para chicas. Sí, ¿por qué no? Además Gerardo había tenido lo suyo anoche. Era su turno.

- Te lo estás pensando, ¿verdad? – le preguntó Tanya, la conocía demasiado, sabía que faltaba poquísimo para que diera el "sí".

- Le avisaré a Gerardo...

- ¡Genial! La pasaremos fantástico, ¿eh, amor? – apretó una mejilla de Kenan, que le abrazaba la cintura, sin querer dejarla ir. – serán unas horas, y estaré aquí en menos de lo que esperas.

SEDUCEME   (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora