Susan Smith

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  Susan Leigh Vaughan Smith (26 de septiembre de 1971) es una mujer estadounidense condenada a cadena perpetua por el asesinato de sus hijos.  


El 22 de julio de 1995 fue encontrada culpable de haber asesinado a sus hijos, Michael Daniel Smith de tres años de edad (nacido el 10 de octubre de 1991) y Alexander Tyler Smith, de catorce meses de edad (nacido el 5 de agosto de 1993), la noche del 25 de octubre de 1994.

El caso ganó fama internacional, después de varias conferencias de prensa que ofreció Smith, llorando y diciendo que un hombre afroamericano había secuestrado el automóvil con sus hijos en su interior.

Smith, quien estaba casada con David Smith, tenía un amorío extramatrimonial con un hombre que la dejó mediante una carta en la que le explicaba que «el problema en nuestra relación son tus hijos».

Smith comenzó a odiar a sus hijos, llevándola a asesinarlos la noche del 25 de octubre de 1994. Esa noche, Smith colocó a los niños en la parte trasera del automóvil familiar y condujo hacia un camino de tierra rural, que estaba rodeado por un lago. Allí, puso el auto en un barranco y le quitó el freno de mano. El vehículo se hundió con los niños dentro, quienes se ahogaron. Fue condenada a treinta años de cárcel (1995-2025)

Susan Smith, de 23 años, fue considerada ayer culpable de haber ahogado en 1994 a sus dos hijos -Michael, de tres años, y Alex, de 14 meses dejando caer el coche en que viajaban a un lago.

El jurado, tras deliberar dos horas y media, rechazó la argumentación final del defensor, que pedía fuese declarada culpable de homicidio involuntario por enajenación mental transitoria. De haberse aceptado, la pena máxima hubiera sido de cinco años de cárcel. Hoy el jurado debe decidir si Smith es condenada a la pena capital, en cuyo caso sería ejecutada en la silla eléctrica.

Según el veredicto, Smith ató previamente el cinturón de seguridad de los niños, antes de permitir que el coche se hundiera con ellos a seis metros de profundidad bajo las aguas. Como móvil del crimen, Susan Smith acabó confesando que se sentía angustiada porque su novio, un saneado empresario textil, no hubiera querido seguir relacionándose con una mujer que tenía dos hijos.

En una primera fase, Susan negó los hechos ante la policía: adujo que un atracador negro se habían apoderado del coche y se había llevado dentro a los niños. Todo el país se conmovió con la imagen de las lágrimas de la mujer y sus llamamientos en la televisión al presunto secuestrador.

La policía vio muchas incoherencias en el relato y consiguió que confesara. Los cuerpos de los niños fueron rescatados del barro del fondo del lago, descompuestos después de nueve días.

En la requisitoria final, el fiscal acusó a Susan de dejar morir deliberadamente a los niños de modo atroz. «Se tapó las orejas con las manos para no oírles pedir ayuda a ella y llamar a su padre».

La acusación presentó durante toda la vista a Smith como una asesina fría, que únicamente aspiraba a no perder a su amante y que no vaciló en librarse del gran obstáculo que representaban sus hijos.

El defensor, por su parte, tras calificar al caso de «capaz de romper los corazones», negó que en la historia hubiera nada de «diabólico» y basó su petición de «inestabilidad mental» en la dura, existencia de Susan, cuyo padre se suicidó cuando ella tenía seis años: ella misma cometió dos tentativas de suicidio, además de sufrir la agresión sexual de su padrastro, el divorcio de su marido y la ruptura con su posterior novio.

Susan Smith, al confesar, adujo que el día del crimen estaba «emocionalmente deshecha» y dijo: «No quería vivir. Sentía que debía acabar con las vidas de todos nosotros para protegemos de todo reproche y de todo daño». Sin embargo, sólo los dos niños murieron.

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