Capítulo 15 - ¿Dos telépatas más?

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—¿Ellos también qué? ¿Qué pasa con Maxi y con Flash? —preguntó Sara-Li, espabilada por la curiosidad

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—¿Ellos también qué? ¿Qué pasa con Maxi y con Flash? —preguntó Sara-Li, espabilada por la curiosidad.

Óscar me dio un codazo por haberme ido de la lengua, pero eso solo consiguió que nuestra hermana se pusiera en guardia e insistiera todavía más.

—¿Qué está pasando aquí? —dijo poniéndose en jarras—. ¡O me lo contáis ahora mismo, o lo contáis a la noche en la cena con papá y mamá delante!

Óscar y yo nos miramos indecisos. Nuestra hermana sí que sabía cómo presionar. Dudamos unos segundos, aunque sabíamos que era inútil.

—Te lo contamos si nos juras que lo mantendrás en secreto. Papá y mamá no pueden enterarse —dije mirándola a los ojos—. Por lo menos, hasta que nosotros se lo digamos.

Ella asintió y Óscar salió al pasillo a ver si había alguna señal de nuestros padres.

—Siguen dormidos —dijo entrando de nuevo en la habitación y cerrando la puerta tras él.

Los tres nos sentamos en el suelo y Maxi y Flash se colocaron entre nosotros mientras yo comenzaba a hablar:

—Verás..., después de la explosión del meteorito en el bosque, empecé a escuchar la voz de Óscar en mi cabeza. Al principio pensaba que me estaba volviendo loco, pero ayer por la noche, mientras veíamos estrellas fugaces, ocurrió de nuevo. Pero esta vez nos ocurrió a los dos y cada uno pudo escuchar con claridad la voz del otro.

—¡Somos telépatas! —añadió Óscar interrumpiéndome y pavoneándose otra vez con la palabrita. ¡Vaya manía que le había dado!

Nuestra hermana le ignoró por completo y siguió mirándome esperando que continuara.

—El profesor Antonov se dio cuenta de que nos estaba pasando algo raro y se acercó. Después de preguntarnos, intuyó que era algo relacionado con el meteorito y nos contó una historia que le ocurrió cuando era pequeño.

—Esto es un secreto del profesor y no puedes contárselo a nadie bajo pena de muerte —advirtió Óscar—. ¿De acuerdo?

Sara-Li asintió de nuevo.

—Resulta que, hace muchos años, en Rusia —continué yo—, su hermano y él también encontraron un meteorito que les explotó. A partir de entonces empezaron a hablar entre ellos con el pensamiento. Cuando le confesamos nuestra capacidad, nos tranquilizó y nos aseguró que no debíamos preocuparnos porque no era ni malo ni peligroso.

Nuestra hermana seguía escuchando sin mover un músculo.

—Hasta hace cinco minutos esa era toda la historia —proseguí—, pero hace un momento, mientras estábamos hablando contigo, las voces de Maxi y Flash han sonado en nuestras cabezas. No sabemos cómo, pero ahora ellos también nos pueden hablar.

Sara-Li paseaba su mirada alucinada entre los cuatro sin acabar de creerse lo que le estábamos contando. Conociéndola, no lo iba a aceptar así, sin más.

Las aventuras de Txano y Óscar - La piedra verde (#Wattys2017)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora