Capítulo 12 - ¿Qué nos está pasando?

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—¿Qué ha sido eso? —preguntó Óscar en susurros, mientras me agarraba del brazo.

—Pues una estrella fugaz —dije fingiendo tranquilidad, para asegurarme de que había oído lo mismo que yo.

—¡Eso no! Me refiero a la voz —añadió nervioso—. ¡He oído tu voz dentro de mi cabeza!

Flash había saltado al suelo y sus ojillos brillantes alternaban de uno a otro según íbamos hablando.

—¡O sea, que es cierto! —dije satisfecho—. ¡Yo llevo días oyendo la tuya, pero hasta hoy pensaba que me estaba volviendo loco!

Entonces, se quedó un momento pensando y su cara cambió del asombro a la burla.

—¿De verdad has pedido la paz mundial? —preguntó bajando la voz como si aquello fuera algo vergonzoso—. Y con eso, ¿cómo se juega? —añadió con ironía.

—¡Pues anda que tú! —le dije, un poco ofendido—. ¿Puedes pedir lo que quieras y solo se te ocurre pedir la colección completa de Lego Technic?

—Bueno... Por lo menos, con lo mío te puedes divertir —añadió convencido.

Sin hacerle mucho caso, me quedé pensando un momento.

—¿Te das cuenta de lo significa esto? —le pregunté sacudiéndolo por los hombros.

—¡Claro! Que has perdido una oportunidad única para pedirte un robot Mindstorm —respondió sin inmutarse.

Óscar tenía un impulso irrefrenable de decir tonterías en los momentos más inoportunos, así que le ignoré.

—Significa que nos hemos dicho cosas con el pensamiento, sin necesidad de hablar —exclamé mientras me tocaba la cabeza con el dedo—. El meteorito nos hizo algo y ahora somos telépatas.

—¿Telépatas? ¿Cómo que telépatas? Telépata lo serás tú, ¿eh?

—¡Chist, calla! Déjame pensar... —dije tapándole la boca—. ¡Ya sé! Lo primero que vamos a hacer es asegurarnos —continué—. Voy a concentrarme en un número cualquiera y a ver si lo oyes en tu cabeza. ¿Vale?

Cerré los ojos y me concentré por unos segundos. Cuando los abrí, Óscar me estaba mirando hinchado como un pavo real.

—¡Has pensado el 93! —dijo satisfecho.

—¡Ostras, chaval! Esto funciona —le confirmé.

—Lo he escuchado superclaro —exclamó él—. ¡Qué pasada! ¡Esto es la caña!

—¡Vale, vale, calma! Ahora te toca a ti —le dije—. Piensa un número.

Óscar cerró los ojos y se concentró mientras en ese mismo instante un nombre y una imagen aparecieron con nitidez en mi cabeza.

—¡Tramposo! ¡No has pensado un número! —protesté—. Has pensado en Sonia.

Sonia era nuestra mejor amiga, aunque ahora estaba pasando unos días en casa de sus abuelos.

—¡Toma, toma y toma! ¡Esto funciona de verdad! —dijo Óscar moviéndose nervioso—. ¡Somos «telépotas»! —me susurró mientras se ponía a saltar y bailar a mi alrededor y después me abrazaba.

 ¡Somos «telépotas»! —me susurró mientras se ponía a saltar y bailar a mi alrededor y después me abrazaba

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—No seas burro. Se dice telépatas —le corregí, quitándomelo de encima—. Y lo más increíble es que no solo funciona con palabras. También funciona con imágenes —añadí.

—¡Vaya flipe, esto es «fantastinante»! —dijo Óscar entusiasmado.

¡Ese era mi hermano! Ya te irás acostumbrando, pero, entre otras rarezas, a veces cuando se emociona, le da por inventarse palabras. ¡Una manía como otra cualquiera, oye!

Nuevas estrellas fugaces cayeron frente a nosotros, pero Óscar seguía a lo suyo.

—¿Te has dado cuenta de que podemos chivarnos las respuestas en los exámenes? —dijo sin el más mínimo atisbo de culpabilidad.

¡Ya ves! ¡Cuando te decía que mi hermano era increíble, no te estaba mintiendo! Acabábamos de descubrir que teníamos telepatía y lo primero que pensaba era en copiar en los exámenes. ¡No me lo podía creer! Bueno..., en realidad sí.

—¿Pero tú estás mal de la cabeza o qué? —le grité mientras le empujaba a un lado—. ¡Conmigo no cuentes para eso, chaval!

Estábamos tan absortos en nuestra conversación que no oímos al profesor acercarse por detrás

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Estábamos tan absortos en nuestra conversación que no oímos al profesor acercarse por detrás. Cuando escuchamos su voz a nuestra espalda, nos dio un susto tremendo. Hasta Flash pegó un bote enorme y se subió a la cabeza de Óscar.

—¡Hola, chicos! ¿Todo bien por aquí? —preguntó sin esperar respuesta—. Llevo un rato observándoos y diría que habéis descubierto alguna cosa importante.

Óscar y yo nos miramos sin decir nada.

—Quizá ese meteorito hizo algo más que haceros volar fuera del cráter. ¿Verdad? —preguntó mientras nos miraba y sonreía misterioso.

Imagino que nuestra cara de sorpresa le dio la respuesta que esperaba porque, sin más palabras, nos rodeó por los hombros, y apartándonos un poco del resto del grupo, nos dijo:

—¡Venid! Quiero contaros una vieja historia.

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Las aventuras de Txano y Óscar - La piedra verde (#Wattys2017)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora