23.

2 0 0
                                    

Renata.

Sebastián se volvió a quedar a dormir en casa; por la mañana me desperté temprano para ir a visitar a Catalina.
En parte, él tenia razón pero es obvio que no será posible mantenerme en casa teniendo a mi amiga en un loquero.
Apenas llegué ella estaba sentada afuera vestida de blanco junto a unos enfermeros, me vió de lejos, y corrió a abrázame. Pero a mitad de camino, la detuvieron, y quedó ahí, esperándome sin quitar su sonrisa. La saludé y nos sentamos en la misma mesa donde estaba.
-Se que fuiste tú-  Me habló aún manteniendo su sonrisa, que para entonces supe que la fingía.

- No, Cata, no fui yo.- intenté hacerle entender al tomarla de la mano-  Le conté a Sebastián lo que pasó  y...

- Tú fuiste la que me robaste la felicidad, la vida. La que me dañó- Habló al mostrarme su muñeca, y una lágrima se me calló.- Ahora estoy aquí ¡por tu culpa!.

-Discúlpame - pedí como pude.

- Tu tendrás tu merecido, no temas.- Entonces me miró fríamente y me quitó su mano, se levantó y caminó hacia adentro. Una grave voz me despertó:

-Señorita, debe irse.

-¿Eh?¡Oh! Si perdón, ya me voy. - E indecisa me levanté y me fui.
Sebastián me estaba esperando afuera apoyado al auto de papá.

-¿Qué haces aquí?- Quise saber mientras me secaba las lágrimas.

- Sabía que vendrías, y que te encontraría así. Ven aquí - Me dijo al abrázame.
Mi voz se quebrantaba y no podía agradecerle por haberme acompañado por más que no estuviera de mi lado.
Y eso me enamoraba de él.

He's End.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora