25.

2 0 0
                                    

Renata.

Sebastián y yo llegamos a casa, pensamos en relajarnos, nos acostamos en el sofá y allí quedamos, con nuestras manos entrelazadas, quisiera jamás quitarlo de mi vida, quisiera mirarlo a los ojos justo en ese momento y decirle que lo amaba, decirle que es lo mejor que me pasó y que nunca en mi vida supe lo que era amor hasta que llegó él, era así.
Mamá una vez me dijo que cuando te enamoras el corazón te late muy fuerte y te sientes realmente feliz. Y asi fué.
Me inhibía la mente, pensar en cualquier otra cosa que no sea él,  nosotros.
Ese futuro, ya saben lo que cualquier chica piensa. Nunca estuve tan cerca de pensar algo asi, me parecía idiota. Pero... Ahora entiendo a esas chicas que lo hacen, te enamora aún más,  claro.
Había cerrado mis ojos con esta permanente sonrisa.
Una que nunca quisiera haber borrado.
De la nada, un desgarrador grito.
Tan solo ví lo que esperaba ver muy dentro mío:
A Catalina clavandole un cuchillo a Sebastián en su espalda... Es así, no hay palabras para explicarlo de otra forma.
Mi aire se contrajo, todo se veía borroso por la lluvia en mis ojos.  Y la maldita tormenta a mi lado.

-¡¡No!!- Mi grito se oyó y mis manos se acercaron en su pecho, justo en la herida.

-Renata...- Murmuraba como podía.

-Sh, todo estará bien- le intentaba hacer creer. Catalina se había quedado inmóvil con su ropa llena de sangre y solo lloraba, yo tomé aire y le grité enojada, triste y temerosa:

- ¡¿Qué has hecho?!- Ella cerró sus ojos con fuerza, como si fuera a hacerme algo, pero luego soltó el cuchillo y quedó allí, aún  llorando.

-Renata...-  volvió a hablarme. - Nunca, nunca voy a olvidarte - Me dijo con una esforzada sonrisa, trayendo a mi ese día, ése primer día. Pero luego, volví a la realidad, lo perdía:

- Sebastián, te amo...tenemos aún cosas que vivir, ¡no te vallas!- Pero era inútil, de a poco sus párpados bajaban, de a poco perdía lo más preciado que tenía, y ¿saben? Aprecié el haberme dado cuenta de esto entonces, pero de la misma manera que lo aprecié, irónicamente lo odié. Tanto mi vida, como el momento. Mi sangre me llenó.
Y nuevamente le grité a Catalina:

-¡Mataste a tu hermana y ahora mataste a mi novio! Tú solo llegas y destruyes.-
Ella estaba sangrando, nuevamente intentó suicidarse, pero esta vez no me importaba.
Llamé al *911 por Sebastián, aunque era inevitable ignorarla.
¿Quien se iría a imaginar?.
Patrullas y ambulancias al rededor de mi casa, un par de policías junto a Catalina quien tenia sus muñecas vendadas, mis padres en estado de un semi shock a mi lado, y yo hablando con uno de los policías.
Solo dije lo que vi, ya no era mi amiga  era una asesina completamente desconocida. Apenas Catalina entró a la patrulla no quitó su mirada de la mía, la cual desbordaba en llanto. Decepción, asi se llamaba esto que sentía.
Había muchos más policías dentro. Yo pasé como pude, corriendo y llegué a mi cama, donde bajo la almohada recordé que esa misma mañana vi un papel, o al menos eso me pareció ver. Pedí permiso a los que estaban allí y lo quité de ahí. Lo guardé en mi bolsillo trasero del pantalón y salí.

-¿Qué pasa hija, todo bien?- preguntó mamá al verme llegar.

- Si, solo fui a buscar algo importante.

He's End.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora