-Lo siento mucho.
-Basta, Rembrandt, por favor. No fue nada. ¿Segura que prefieres caminar?
-Creo que es lo mejor, moverme, sí.
Calder la guiaba con el brazo de a ratos, pues a veces chocaba con la gente o evitaba adoquines levantados y se tropezaba. Nunca la había visto en ese estado, así que la dejó en la puerta de su apartamento, temeroso de que no pudiera identificar por sí misma si esa cosa la había seguido. Le dejó varios números de teléfono por donde podría contactarlo en caso de que algo pasara.
Se fue a la comisaría, ansioso y con paso rápido. No se había bañado, ni rasurado. Compró unos cigarros y se fumó tres con demasiada rapidez.
Entró por la puerta principal saludando a algunos conocidos, y no se detuvo hasta llegar a una puerta en el cuarto piso, con letras de molde color negro pintadas sobre el vidrio.
Subdirección general
Rufus Abercroth
Alzó los nudillos para tocar la puerta, pero ésta se abrió. Su amigo apareció tras ella, sonriente.
-Se te oyen los pasos y... ah, mierda ¿Qué pasa? ¿Dormiste en un basurero?
-Déjame entrar y dame brandy.
Calder se echó un poco el cabello hacia atrás. Unos mechones fuera de lugar lo hacían parecer un loco. Su abrigo se había manchado un poco en el cuello, tenía ojeras y de vez en cuando recordaba lo necesario que parecía el hecho que Peter tuviera una bala en la cabeza.
Rufus mandó a hacer café con el interno, cerró la puerta y se sentó junto a él frente al escritorio, sirviéndole un trago de brandy en un vaso de vidrio coloreado.
El despacho de su amigo era una oficina con paredes recubiertas de láminas de madera oscura, sin ningún adorno en ellas salvo un espejo de marco negro tras el escritorio. Archivadores de metal, un par de sillas cómodas frente al escritorio y otras dos junto a una mesa de café cubierta de periódicos. La lámpara parecía muy vieja, las sillas demasiado modernas, junto a la foto de su mujer había un pisapapeles de mármol en forma de dóberman, y los archivadores no combinaban, pero Rufus no era un hombre estético, era un hombre práctico con un despacho muy cómodo y ordenado.
Calder esperó unos segundos a que su compañero tomara su trago, y él tomó del suyo.
-Tuve una noche rarísima. La verdad.
-¿Y qué pasa que no lo sueltas, Rick?
-No estoy seguro si me creerías. Pero necesito...
-Bah, no me vengas con esa mierda.
-Tú no te crees cosas que no has visto, Rufus. Y yo tampoco, me lo hubiera dicho alguien más y le hubiera dicho que aspiró demasiada cocaína y se dejara de esas mierdas.
Rufus se apartó un mechón rizado de la frente y se acomodó el cuello impecablemente blanco. No parecía ofendido ni decepcionado, pareció aceptarlo sin más. Había confianza y una larga amistad detrás como para esas cosas.
-Aun así, necesito algo de ayuda.
-No jodas. Al menos da una pista de lo que pasó, no puedo meter a la policía en algo sin estar seguro de... bueno, ya sabes, de algo.
-Te diré lo que pasó sin incluir cosas que no me vas a creer ¿está bien?
Le contó todo lo que había ocurrido, obviándole los detalles peculiares de su agresor.
-Te voy a pedir que me regreses el favor...
-¿Qué fa...? Ah. –Rufus frunció el ceño, un poco incómodo. Calder lo había encubierto, pues había engañado a su mujer con una chica y él se había ocupado de una fingida investigación para desmentir la acusación. –Eres una lagartija, ya veo por qué preferías un favor que el dinero de vuelta.
La verdadera lagartija había intentado matarlo a él, pero Rufus no necesitaba saber eso.
-No sólo por eso... no le pediría algo así a más nadie. Necesito protección para Rembrandt.
-Por como dices, esa mujer necesita menos protección que tú. ¡Tenía un arma! No me lo esperaba.
-Y tú también.
-¿Yo qué? Si temes por mi seguridad, yo-
-No, no temo por ti. Temo por todos los que conozco.
Le contó sobre su conversación con Rembrandt, las precauciones que había tomado su agresor para matarlo sin problemas.
-¿Quién coño tiene tantas ganas de verte muerto, Rick?
-No sé, pero si Rembrandt no hubiera llegado... fue su único punto débil.
-¿Y por qué ella decidió...? Ah, porque dejaste el abrigo. Pero ¿por qué te fuiste temprano?
"¿Alguna vez haría un recuento sobre su último caso?"
-Porque un estudiante preguntó sobre... nada.
-¿Cómo que nada? -Rufus se inclinó hacia adelante en el asiento, bajando las cejas y formándosele en la frente tres líneas horizontales- ¿Nada? –tomó a Calder por el brazo antes de que se levantara. – No me jodas ¿Teresa de nuevo?
Se zafó de su brazo y se levantó, mirando a la pared con las manos en la cadera.
-¿Te fuiste cobardemente recordando a Tere? Coño, Rick... ya te lo he dicho, tu terapeuta también...
Calder no quería escucharlo, estaba sumamente irritado consigo mismo. Debió haber permanecido callado. Pero algo se lo impidió. Como si inconscientemente admitiera que necesitaba ese regaño. Otra vez...
-No fue tu culpa, Rick. La culpa es de quien la asesinó. Además –dijo levantándose-, no entiendo, me habías dicho que no la amabas.
-¡Ese no es el problema!
-¡No te pusiste así por tu propio compañero, Rick! ¿Qué coño te pasa?
-No seas idiota, sabes que es distinto.
-Sí, te la pasabas metiéndosela ¿Y?
Calder tuvo ganas de tomar su caro y feo adorno en forma de sabueso y lanzárselo a la cara, pero su amigo tenía razón.
-Deja de culparte. Y tienes que ir a la oficina del doctor Sanz. Sé que dejaste de ir.
Rufus entendió que era suficiente cuando Calder apoyó el brazo en la pared y miró por la ventana en silencio. Se sentó tras su escritorio y sacó un papel.
-¿Sabes qué? Voy a recetarte algo, ya que no vas a ir a ver a Sanz...
-¿Qué?
Rufus tenía una sonrisa tonta en la cara, y escribía con entusiasmo como si tuviera la mejor idea del mundo. El interno llegó con una bandeja de café, y los dejó solos de nuevo. Calder dejó el café al segundo sorbo, estaba amargo y parecía un café recalentado por tercera vez en el día.
Recibió el papel de la mano de su amigo, mirándolo curioso y preguntándose qué estupidez había hecho ahora.
-'Yo, Rufus Abercroth receto lo siguiente a Rick Tuerto Calder..." –leyó en voz alta, alzó la mirada al ver a Rufus sorber de su café. –La oreja, qué detallista. '...contratar a una mucama para que se ocupe de tus cosas...' Es muy fácil decirlo cuando ganas más que yo. –vio un par de líneas tachadas y se tardó un segundo buscando la continuidad de la receta- '...y regresar a la vida teniendo sexo con A. Rembrandt'.
-¿Ves?
-¿Qué coño te pasa?
-¡Ella es una mujer de verdad, Rick! Sabe disparar, tiene el pelo corto, labios bonitos y una cabeza bastante llena. ¿Qué haces que no has aprovechado para darle unas clases de anatomía de verdad?
Rufus se reía mientras Calder apretó el papel en una pelota, y se le contagió la risa al lanzársela y ver que cayó en la boca abierta de su amigo que se reía de su propia invención.
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La falta de orden en la vida del Doctor Calder
Misterio / SuspensoRick Calder ha sido detective, paramédico, policía, investigador y redactor. Ha enfrentado asesinos y criminales, pero nunca algo como esto, y menos en su propia casa... Aileen Rembrandt, su pupila, lo ayudará quiera o no en solventar el extraño cas...