Capítulo X: Érase una vez Los Vecinos

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Capítulo X

Érase una vez Los Vecinos

Martes 2 de noviembre, 2010. 8:08 am.

La noticia de otras personas vivas en el otro edificio llenó de alegría a los chicos, o por lo menos a la mayoría. La noche anterior no pudieron ver si era uno o más. Incluso rondaba la idea de que los infectados en realidad tenían más inteligencia de lo esperado, aunque sólo los más pesimistas creían que esa podía ser una opción.

A las ocho de la mañana se preparaban para conocer a los nuevos vecinos. Los nervios y la emoción nadaban por el ambiente. Incluso Samuel, quien todavía estaba deprimido por la pérdida de Kenji, se ofreció a subir a conocer a los otros sobrevivientes.

Como si se tratase de una película, los chicos se sentaron en el suelo frente a la ventana, a la espera de ver pasar a alguien en el otro edificio.

— Esto no tiene sentido. Sigo pensando que son infectados inteligentes— Nicholas se mostraba pesimista.

— No son infectados, tú mismo lo viste— Jennifer por el contrario, era la más optimista del grupo.

Pasaron treinta minutos antes de haber movimiento en el otro edificio. Una mujer con el cabello alborotado y vistiendo un camisón largo, pasó frente a la ventana rascándose la cabeza y bostezando.

El grupo del colegio se levantó para ver mejor a aquella mujer. Ella era la atracción del momento.

La mujer sirvió algo en una taza, probablemente café. Se acercó a la ventana y vio a los chicos en el otro edificio. Dejó caer su taza y corrió hacia el interior de su apartamento.

— Creo que la asustamos.

Rápidamente, ella volvió acompañada de un hombre joven. No se escuchaba lo que se decían el uno al otro, pero definitivamente se veían emocionados. Casi treinta personas con vida estaban frente a ellos en el otro edificio.

El hombre fue por algo en una habitación y regresó con un pequeño tablero y un marcador. Escribió: "hola", en letras grandes y levantó el tablero para que los del otro lado pudiesen leer bien.

— Están tratando de comunicarse con nosotros. ¿Iván, tienes un tablero igual?– preguntó entusiasmada Jennifer.

— No, pero podemos usar hojas y escribir con un esfero.

Iván fue corriendo a su apartamento, para subir con algunas hojas blancas y un par de esferos. Escribió en una hoja: "hola".

<<Me llamo Félix y ella es mi esposa Juana>>.

<<Yo me llamo Iván>>.

<< ¿De dónde vienen ustedes, Iván?>>.

<<Yo y mis compañeros venimos del colegio que hay cerca de aquí>>.

— Iván, pregúntales qué saben del refugio en La Candelaria.

<< ¿Saben algo de un refugio en La Candelaria?>>.

<<Sí, los noticieros hablaban de eso hasta que se cortaron todas las señales antier. Hasta donde sabemos, el refugio sigue en pie>>.

— ¡Genial, podemos ir ahí!— la alegría se notaba en el rostro de Ignacio.

— ¿Y cómo piensas llegar, genio?— Nicholas una vez más, lapidaba las esperanzas.

<< ¿Por qué ustedes no van al refugio?>>.

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