Capítulo IX: Érase una vez La Mudanza

500 53 22
                                    

Capítulo IX

Érase una vez La Mudanza

Domingo 31 de octubre, 2010. 7:38 pm.

Sólo volvieron doce. Los disparos se escucharon incluso en el interior de la tienda y aquellos que se quedaron estaban preocupados por la seguridad de las trece personas que se fueron. ¿Pero dónde estaba Kenji? Todos sabían la respuesta a esa pregunta, aunque Samuel se negaba a aceptarlo y quién lo culpaba, si era tan difícil aceptar una muerte, aún más la muerte de un ser amado.

— ¿Dónde está Kenji?– preguntó Samuel.

Nadie se atrevía a responder.

Pedro cerró la puerta tras entrar, con la cabeza agachada y el alma llena de culpa. Por sus planes, un chico joven acababa de morir. Él no fue capaz de sacrificarse por el bien de los demás.

— No cierres la puerta, falta Kenji.

— Samuel... Kenji no volverá— Iván fue el único que pudo decirlo.

— ¿No volverá? ¿A dónde fue? ¿Encontró otro refugio?

— Kenji se sacrificó por nosotros. Él es un héroe– respondió Víctor, apesadumbrado, al borde de las lágrimas.

— No... no puede ser... Es una broma pesada ¿verdad? Él cruzará esa puerta en cualquier momento, ¿cierto?

— No es una broma. Lo lamento.

— Sus últimas palabras fueron que te amaba— intervino Sebastián.

Samuel se derrumbó y estalló en llanto. Brenda acudió a él para consolarlo, pero todo era en vano. Nada podía consolar a un corazón adolorido.

Nadie preguntó con detalles qué sucedió en ese lugar. Aquella experiencia en el CAI quedaría grabada con fuego en las mentes de los doce que volvieron con vida.

Pedro esperó un tiempo prudencial antes de comentar acerca de las armas que encontraron. Paloma sabía disparar, así que se quedó con la pistola que sobraba. Mientras que Sebastián, ahora que tenía un bolillo, entregó el bate a Jennifer.

Lunes 1 de noviembre, 2010. 9:04 am.

Samuel estuvo llorando toda la noche anterior. Edison se dedicó a mirar por la ventana cómo los infectados pasaban frente a la tienda para ir hacia el CAI. Los cuatro disparos que se efectuaron llamaron la atención de las criaturas del perímetro. Había un lado positivo y uno negativo: el positivo era que no había más infectados frente a la tienda y el negativo era que una enorme horda se estaba formando muy cerca de donde estaba el grupo de sobrevivientes.

Por la mañana, Iván invocó una reunión con los sobrevivientes que quedaban. La reunión se llevaría a cabo en el tercer piso de la tienda, donde había sillas suficientes para todos. Samuel, Brenda y Adriana, prefirieron mantenerse lejos de cualquier decisión que tomasen.

— No sé si se habrán dado cuenta que los infectados se han alejado de nosotros– comenzó diciendo Iván.

— Eso es bueno– contestó Sebastián.

— En parte lo es, pero esas cosas se están agrupando no muy lejos de aquí. Cualquier ruido fuerte que hagamos podría atraer a un incontable número de criaturas y ninguno aquí quiere eso.

— ¿Qué deberíamos hacer?– preguntó Edison.

— No soy un líder absoluto, no puedo tomar esa decisión.

Nicholas, luego de soltar una risa burlona, se levantó de su silla y comenzó a hablar.

— Lo mejor es que nos vayamos de aquí.

Bogotá Z: Colegio zombiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora