Capítulo XI: Érase una vez El Sufrimiento

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Capítulo XI

Érase una vez El Sufrimiento

Lunes 8 de noviembre, 2010. 3:57 am.

Iban para el octavo día refugiados en el edificio de Iván. Desde la muerte de Samuel toda la semana estuvo tranquila. Iván hablaba cada día con los vecinos y los horarios de vigilancia habían comenzado a funcionar, aunque eso último a algunos los había perjudicado más que a otros. Sebastián y Jennifer estaban por terminar su turno, pero ambos ya se encontraban dormidos, abrazados el uno al otro y acostados sobre el frío suelo del pasillo del cuarto piso. Todo el edificio se hallaba sumergido en un silencio sepulcral. El único sonido invasivo que se escuchaba eran los ronquidos de Ignacio.

Tin tin tin. Tin tin tin. Tin tin tin.

El reloj de muñeca de Sebastián sonó. Él abrió sus ojos para encontrarse abrazado a la novia de uno de sus mejores amigos. Inmediatamente se levantó, despertando en el acto a Jennifer.

— Buenos días— dijo la chica estirando sus brazos.

— B-buenos días.

— ¿Ya acabo el turno?

— Sí, ya son la cuatro.

David y Paloma subían bostezando por las escaleras, directo a relevar a Sebastián y Jennifer.

— Vayan a dormir un poco, Paloma y yo nos encargamos— la voz del profesor estaba cargada de pereza.

— Sí. Gracias profesor— Sebastián pasó por su lado y se despidió con un gesto de la mano.

Jennifer también bajó enseguida, dejando a maestro y alumna listos para comenzar con su tedioso turno de vigilancia.

El profesor David y Paloma guardaban un oscuro secreto. Desde que ambos comenzaron a compartir horario de vigilancia, utilizaban esas dos horas de la madrugada como su pequeño espacio para amarse. Los dos tenían una relación amorosa desde hace unos cinco meses, aunque habían logrado mantenerla en el más profundo silencio. Cuando la pesadilla comenzó, no habían tenido tiempo para manifestar su amor, pero de cuatro de la mañana a seis, cuando todos estaban dormidos, era el momento ideal para hacerlo.

Qué sorpresa se llevarían cuando se dieron cuenta de que alguien los estaba observando muy de cerca, con una sonrisa burlona en el rostro y un maquiavélico plan en su mente.

— ¿Quién iba a pensar que usted hace esas cosas, profesor David?— Nicholas interrumpió la sesión de besos y salió aplaudiendo de su escondite.

— ¡Nicholas! Pensé que estabas dormido.

— A veces sufro de insomnio. Ya sabe, tengo que caminar un poco para que me dé sueño.

— ¿Qué viste, Nicholas?

Mientras ambos hombres hablaban, Paloma trataba de ocultar su rostro por la vergüenza de ser descubierta.

— No he visto nada, tranquilo.

— Ah, gracias por entenderlo, chico— David suspiró por un segundo.

— No vi nada, excepto por un profesor besando a una alumna. ¿Qué pensarán los demás cuando se enteren? ¿Qué pensará la profesora Isabel?

— Por favor, Nicholas, no puedes decir nada de lo que viste aquí.

— Las cosas no son tan fáciles, profesor. Quiero algo a cambio de mi silencio.

— ¿Qué quieres?— el profesor miró con desprecio al muchacho.

Bogotá Z: Colegio zombiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora