Prólogo Parte II

138 21 7
                                    

Sábado, 30 de octubre, 2010.

El ejército no daba abasto con todo el trabajo que tenían aquel día. El campamento de refugiados se encontraba en la Plaza de Bolívar, pero el día anterior los comecarnes habían superado las barreras militares y atacaron el campamento, acabando así con la mitad de los refugiados y obligando al Gobierno a declarar a La Candelaria como zona en cuarentena.

Ahora toda Bogotá estaba en cuarentena.

Haciendo esfuerzos sobrehumanos para conseguirlo, trasladaron el campamento de refugiados al cerro de Monserrate. Cercaron la montaña con nuevas barreras militares y adecuaron la iglesia para contener a los casi cuarenta refugiados que tenían, además de la veintena de soldados armados que protegían el perímetro.

Las entidades gubernamentales habían caído demasiado rápido como para poder adaptarse. La cadena de mando se rompió y el autoproclamado General González era ahora el comandante de las fuerzas armadas y a su vez era quien daba las órdenes en el campamento.

Juan Manuel Santos, presidente de la República, seguía con vida y pretendía mantener el control desde España, pero su liderazgo había perdido toda validez entre las fuerzas armadas, que lo consideraban como un cobarde y un traidor a la patria por abandonar el barco en lugar de hundirse con él.

Las emisiones por radio, prensa y televisión eran claras: todo aquel que quiera sobrevivir en Bogotá, debe dirigirse de inmediato al campamento de refugiados ubicado en el santuario de Monserrate. La prioridad de las fuerzas armadas es mantener neutralizada la situación, no rescatar civiles en problemas.

Eso significaba que nada ni nadie iba a ayudar a esos pobres estudiantes atrapados en una vorágine de muerte y sangre. Debían resignarse a morir o sacar fuerza de donde no la tienen para intentar vivir al menos un día más.

Bogotá Z: Colegio zombiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora