Hello

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Gota a gota la bañera se llenaba, el frío llegaba hasta sus huesos, pero con todo y eso se había deshecho del abrigo y los calcetines, la bufanda fue a dar hasta donde la vieja chimenea que no había sido encendida ni una vez reposaba.

El sonido del agua lo calmaba un poco, trataba de mantenerse respirando con la normalidad, no permitiría que el frío lo perturbara.

Miró sus manos, la palma de la derecha guardaba una navaja; se veían casi azules, en realidad, si lo pensaba bien, era un bonito color.

Rio un poco para sí mismo, no era la primera vez que eso ocurría pero no había vuelta atrás, por fin la vida le había quitado todo lo que amaba, no tenía ya nada a que aferrarse.

Ya habían algunos cortes que permanecían desde que había ido a América a completar la animación de los cortos pero jamás había hecho bien lo que sabía que tenía que hacer.

Desde que la memoria le permitía recordar, el sonido de la navaja cortando su piel era como el de un violín desafinado tocando frenéticamente y cada vez más errático siempre que el impulso de apretar los dientes le ganaba, pero en aquel momento la fuerza era suficiente y solo un poco de calidez tan cálido que de algún modo se sentía bien.

Comenzó a brotar como de una fuente y también pensó en pintar con ello, pero se relajó sintiendo como dejaba de ser cálido para volverse doloroso.

Notó que no había dudado ni un segundo y entonces el frío comenzó a comer su carne lentamente.

El agua ya tenía toda un tinte rojizo, con trabajos podía mantener los ojos abiertos y aun así de algún lugar tenía fuerza para seguir llorando.

Pensó en Rocky y en Denholm, sus pequeñas bestias se quedarían solas ya que Jane seguramente se casaría de nuevo, Damon no cumpliría la promesa que les hizo así como no cumplió la de estar para siempre con él, después de todo Damon ya no estaba, no tenían ningún vínculo y todo había sido un sueño bonito y nada más.

Miró por última vez sus muñecas, los cortes horizontales y profundos llamaban su atención, el tierno vaivén del agua abría la piel de un modo extraño, parecía estar hecho de papel y tinta.

Ya no temblaba, ya no sentía su corazón querer escapar, solo tenía un poco de frío que daba paso a un calor maternal, como si fuera a un lugar al que siempre había pertenecido.

En la lejanía, detrás de sus apagados lamentos escuchaba la puerta de latón retumbar, luego su nombre siendo exclamado con desesperación pero eso ya no importaba.

Había dejado de importar hace mucho tiempo.

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