Problema

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Unas semanas habían pasado ya desde que Yurio había comenzado a frecuentarse con Otabek, un chico de tez bronceada, cabello negro, ojos intensos y apariencia sería. En esas ultimas semanas no había parado de pensar el, en lo bien que se sentía al hablar con el, nunca se hubiera imaginado que tuvieran una gran conexión. Pues aquel humano siempre lo escuchaba con atención, trataba de comprenderlo y de aconsejarle de la mejor manera cuando el le contaba de las discusiones que en ocasiones tenía con su madre o de algún problema que tenía con Yuuri o Pichit.

Sin darse cuenta aquel humano se había convertido en más que un amigo para el rubio, pues sentía una gran conexión, un lazo más fuerte que el de una simple amistad. Sabía que sentía cierta atracción hacia su amigo, algo que no podía negar tan fácilmente. Desde el principio lo había sentido pero esas veces no le había tomado tanta atención pues creía que sólo era la impresión de ver un humano tan de cerca por primera vez.

Pero a medida que pasaba el tiempo las sensaciones fueron cambiando para el, a medida que iba conociendo más sobre Otabek, más se daba cuenta de cuanto es que le gustaba escuchar su voz, que le gustaba mirar su rostro al escucharlo habla de algo que le gusta, que no se cansaba de mirar aquellos ojos tan hermosos y en ocasiones verlo sonreír de una manera muy dulce solo para el, que se le hacía muy agradable aquel pequeño tiempo que compartían juntos.

Nunca planeo enamorarse y mucho menos de un humano.

Pero Otabek era diferente, el rompía todos los estereotipos que tenia en mente sobre la especie humana, que una vez le contaron sobre ellos, de como eran realmente, de como anteriormente ellos habían amenazado a su Reino, de que ellos eran unos verdaderos monstruos que no tenían piedad de su especie, el los había roto todos, Yurio pensaba que el era diferente, que no era como los otros humanos, el era muy amable...

Nadaba por los pasillos del gran Palacio, mientras pensaba en el, con una sonrisa. Yuuri y Pichit lo vieron pasar de esa manera, ambos se miraron extrañados, pues el rubio casi nunca sonreía, se les hacía demasiado extraño que lo estuviera haciendo y con una mirada tan perdida como esa.

Pichit estaba apunto de ir a preguntarle por que estaba tan feliz ese día, la curiosidad lo carcomía, pero Yuuri lo detuvo el pensaba que seria mejor dejarlo estar, tenia la impresión de que si le preguntaban tan sólo le arruinarían aquella felicidad y que no serviría de nada pues el no les diría la causa de aquello y de alguna manera el pelinegro convenció al moreno de que no se debían meter en los asuntos del rubio y sin más decidieron seguir su camino.

Lilia se encontraba en el salón del Palacio donde la mayoría de las fiestas y celebraciones del reino se hacían

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Lilia se encontraba en el salón del Palacio donde la mayoría de las fiestas y celebraciones del reino se hacían. Organizando la fiesta que se llevaría acabo muy pronto en honor a la Unión de ambos reinos.

Era un trabajo agotador pues el rey de la Atlántida quería que todo fuera perfecto para esa ocasión en la cual ambas familias se presentarían y unirían. Llevaba varias semanas organizandolo, checando que todo estuviera en orden, tal y como lo quería el Rey.

I'll never forget youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora