Capítulo 1

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Luna de lobos: Parte 1.

—No. —Me mira con las cejas alzadas y los brazos cruzados. Ambos sabemos que él va de ganar en esta batalla y que yo de perder—. Si tanto quieres que la use, llévasela tú.

Me cruzo de brazos y él sonríe. Claro: posición a la defensiva, obviamente a punto de perder.

La luz de la lámpara solo deja ver lo asquerosa que está la prenda que ambos miramos: él como un chiste, yo como un arma.

—Es su favorita. —Sé que quiere reír, seguro está disfrutando a montones mi pinche cara de moco justo ahora. A mí no me causa ni un poco de gracia—. Querrá llevarla el primer día de clases. Además, ¿qué mejor que tú se la lleves?

—No me creo eso de que la use. Está casi tan asquerosa como tu intento de cupido. —Hago una mueca y él reprime una carcajada.

—Vamos, cielo, sabemos que quieras llevarla...

—No puedes obligarme a ser linda con él.

—Mi veterinaria —Apunta el lugar entero y se permite reír. Descruzo los brazos y suspiro molesta por mi pésima elección de palabras—, mis reglas.

—No sé dónde vive —digo como último recurso, pero dejo de llamarme Grace Deaton si este hombre me deja en paz.

—Está en su documentación.

Cierro los ojos con pesar y me doy la vuelta buscando la solicitud de empleo de Scott McCall.

—Bien, pero igual no tengo como llegar y no pienso ir en bicicleta solo para entregarle una puerca chaqueta. Es casi tan raro como él, además me da flojera, es de noche, está oscuro y hace frío. ¿No temes por mi vida o mi salud? ¿Qué clase de padre raro eres? —Tomo aire después de hablar sin parar y me doy la vuelta de nuevo con los inútiles papeles en la mano.

—Uno que conoce lo suficientemente bien a su hija para saber que guarda la solicitud de empleo del chico que le gusta encima de todo el papeleo a pesar de que él lleva cuatro años trabajando aquí. —Abro la boca para claramente replicar esa idiotez, aunque no cuento con un buen argumento. Y él lo sabe—. Con cuidado, cielo.

—Debes saber que estoy malditamente inconforme con esto. ¿Dónde quedó la libertad y?... —Lanza las llaves en mi dirección. Las tomo en el aire y abro la boca indignada. Se atrevió a callarme...—. ¡No pienso volver por ti!

Camino al auto muy deprisa mientras escucho la puerta ser abierta y veo a mi papá salir por ella.

—Si mi plan funciona no vuelves hasta mañana a cubrir tu turno.

Miro su sonrisa antes de subir las ventanas y maldecir en silencio. No a él, aún no estoy tan molesta.

—Ingeniosa forma de deshacerte de mí.

No voy a escuchar una respuesta, así que tomo el cinturón y lo ajusto con impaciencia. Respiro una sola vez, prendo el GPS y conduzco.

Cuando dije que no sabía dónde vivía el bicho raro era cierto. Vamos a la misma clase, en la misma escuela y su mejor amigo también es mi mejor amigo; pero acosarlo a tal grado de saber su dirección es algo tan patético que definitivamente me tengo prohibido hacer. Tengo suficiente fuerza de voluntad para no leer su solicitud de letra chueca, pero no la suficiente para desechar el documento dónde sé bien que está la información.

Cuando llego a casa de Scott, estaciono en la calle principal y bajo del auto con la chaqueta en manos. Una de las luces está encendida en la planta alta así que mientras camino me hago a la improbable idea de que su madre baja, toma la chaqueta y me da las buenas noches; pero aún evitando el acoso sé que su madre es enfermera en el Beacon Hills Memorial Hospital y que está cubriendo turno en este momento.

do you wanna something natural? | scott mccall | natural#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora