Capítulo 20

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Formalidad: Parte 2.

¿Eh? —balbucea Scott del otro lado de la línea del teléfono que le di esta tarde (un viejo modelo tirado al fondo de mi cajón después de haber comprado uno mejor), pues el suyo resultó perdido con el asunto de Derek.

Me despabilo y ahogo un bostezo, pues en realidad no dije nada y lo que seguro escuchó Scott fue uno de los sonidos que hago cuando estoy a punto de caer dormida. Miro el reloj y cierro los ojos con pesar: son las dos de la mañana y mañana tenemos clase temprano. Me doy una vuelta en la cama y suelto un suspiro.

—No dije nada —murmuro.

Deberías dormir. Es tarde y mañana hay clase —trata de convencerme por quinta vez desde que empezamos esta llamada, que fue hace tres horas.

—No, dije que iba a ayudar y lo mínimo que puedo hacer es quedarme despierta contigo.

Es que ni siquiera entiendo porque Allison duerme con la ventana abierta. Yo podría saltar en cualquier momento dentro de su casa y hacerle daño. ¿No tiene frío? —Sonrío y después aprieto los labios. La línea vuelve a quedar en completo silencio como en casi toda la llamada y esta vez dejo que un bostezo salga de mi boca. Me vuelvo a acomodar, pero un brusco sonido del lado de Scott hace que me detenga del susto.

De un momento a otro mis ojos ya no están cansado y se abren en toda su plenitud. Mi habitación está completamente a oscuras, así que me siento con rapidez y prendo la luz al lado de mi cama, por si necesitará salir corriendo.

—¿Scott, estás ahí?

Sí, creo... —Hago una mueca cuando lo escucho gemir de dolor. Casi me quito la cobija de encima cuando vuelve a hablar—, creo que me caí del techo.

Aprieto los labios y reprimo una risa. No sé en qué momento caigo dormida, solo que la llamada fue cortada a las cinco de la mañana. Me levanto, me doy una ducha, desayuno en silencio (no incómodo, por suerte) con mi papá y voy a la escuela en autobús.

Llego a mi casillero y no me sorprende que no haya rastro de Scott. Con lo tarde que durmió no debería venir a las primeras clases... frunzo el ceño mientras un bostezo me sale de la boca y no entiendo porque mi casillero no abre. Jaloneo el candado después de volver a poner mi combinación. Enfoco los números con algo de esfuerzo, pues siento los ojos muy cansados por la falta de sueño, después doy un vistazo a mi alrededor para asegurarme que nadie me mire. Vuelvo a tomar el candado y le doy una mirada al número de taquilla...

—No es tu casillero —murmura alguien a mi lado. Doy un salto, pues estaba tan enfocada en los números que ni siquiera me doy cuenta que hay alguien cerca mío. Volteo hacia él, pero la mirada ni siquiera me choca con un pecho, sino con un torso que parece interminable. Alzo más la mirada y al fin choco con un rostro pálido, con ojeras, ojazos azul y cabello rizado rubio.

Vuelvo a mirar los números, esta vez más despierta por el susto y me doy cuenta que tiene razón: el mío es el 205 y este dice 206. Cierro los ojos con pesar. Hubiera preferido darme cuenta yo sola y no que alguien tan lindo me lo dijera.

—Gracias —murmuro de vuelta comenzando a sentir la cara roja. Sonrío con los labios sellados intentando no lucir más tonta. Él me sonríe de vuelta y se aleja al lado contrario del que yo tengo clases. Me sorprende nunca haberlo visto, pues es tan alto que sobresale del resto de los alumnos.

Sacudo la cabeza y me muevo frente a mi casillero, saco mis libros tratando de huir rápido por si alguien más me mira, pero antes de irme el celular me vibra con un mensaje.

《 No podré ir al baile 》

Bueno, esto complica el plan "proteger a las damiselas en apuros" y debo aclarar que ser una de esas damiselas es sumamente humillante, pero mi metro cincuenta y cinco no puede hacer mucho por mí.

do you wanna something natural? | scott mccall | natural#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora