Sinopsis

2.2K 91 18
                                    

Narra Mica

-¿Así que vas a presentarte para la audición?.-Me preguntó Dalila mientras sacaba los libros de su casillero.

-Sí.-Contesté.

-Siempre has destacado en clase de gimnasia, eso no quiere decir que soportes las duras condiciones del atletismo. Compartir vestuario con esos bestias tiene que ser un horror, el olor, las hormonas, los chistes sobre cuanto les mide...-Reímos juntas por la situación.

-Sobreviviré, supongo.-Esbocé una sonrisa.

-¿A qué hora es?.-Preguntó.

-Después de la clase de física a la cual llegamos tardes.-La ayudé con los libros.

Aligeramos el paso mientras recorríamos el ya casi vacío pasillo. Para nuestra suerte el profesor aún no había entrado en clase. Nos sentamos en penúltima fila, odiaba sentarme ahí por que me distraía, pero habíamos llegado tarde y no podía hacer mucho. Justo delante nuestra estaban sentados los mellizos Nayar, odiaba a esos chicos, con tanta fiesta ni si quiera sabía como podían ser atletas.

-Tengo los exámenes.-Me sacó de mis pensamientos la voz del profesor.-Las notas no son las mejores, de hecho son un desastre, a excepción de la señorita Micaela Viciconte e Ignacio Nayar.-Nos miró por encima del cristal de sus gafas. Yo sonreí orgullosa mientras recibía una palmadita en el hombro por parte de mi amiga.-Repartiré los exámenes y haremos la corrección de estos en la pizarra para resolver dudas, no quiero que se vuelvan a repetir estos resultados.-Comentó con firmeza mientras paseaba por los pupitres con el fajo de exámenes.

-Eres una cerebrito.-Me susurró mi amiga.

-Será mejor que aprenda de su compañera señorita Martinelli, no se puede permitir esto.-Nos dio a cada una nuestro examen. Yo saqué un diez, mi mejor amiga...

-Un dos y medio.-Hizo un puchero mirando la hoja.

-Tranquila, sabes que después de cada examen hace trabajos para recuperar. Puedo ponerme contigo y levantar esa nota.-Le sonreí.

-Sí, pero tiene que ser algo brillante si quiero aprobar.-Me miró triste.

-Claro que sí, ¿acaso algo de lo que yo haga no lo es?.-Reí.

Narra Rama

El timbre sonó indicando que éramos libres. La clase de física era una tortura para mi, la única materia que se me daba mal y que bajaba la media en mis notas, intenté buscar la ayuda de mi hermano, pero no entendía sus malditas explicaciones. Ahora tendría que quitar parte de tiempo en mis momentos de ocio para hacer el estúpido trabajo de recuperación.

-Antes de iros, mañana os daré las pautas a seguir para hacer el trabajo y esta vez yo me encargaré de hacer las parejas. Siempre elegís a vuestros amigos, y eso no significa que os vaya a dar el aprobado, suele tener de hecho los efectos contrarios.-Enarcó una ceja.-Ya podéis iros.-Suspiró él.

Todos nos levantamos y salimos corriendo hacia la puerta, parecíamos una estampida. Ahora tenía que cambiarme y dirigirme junto con el resto del equipo las audiciones. Necesitábamos nuevos integrantes, y como cada año, los mejores del grupo elegiríamos quien entraría.

Fui corriendo a los vestuario del gimnasio y me cambié de ropa.


Narra Mica

-Suerte, te veo desde las gradas.-Me abrazó Dalila. Yo asentí y me dirigí hacia el lugar indicado en los folletos.

Mentiría si dijera que estaba nerviosa, que temblaba como una hoja, y que me moría de vergüenza por estar delante de los chicos más guapos de toda la ciudad. Estaba muy tranquila y segura de mi misma, ya los había visto competir y yo era dos veces mejor que cualquiera de sus más impresionantes marcas. Además si no fuera por que muchos de los que están ahí tienen unos padres que subvencionan el instituto...me reí para mi misma mientras me colocaba frente a ellos.


Narra Rama

-Mira quien viene.-Me susurró mi mellizo. Me giré y vi a una rubia con sonrisa pedante acercarse hacia nosotros.

Micaela Viciconte, deseada por muchos, y odiada por tantas. Era brillante en todo lo que hacia, nunca la he visto baja de un diez en ninguna materia. Inteligente, pero nada encantadora. Ningún chico había conseguido tenerla a sus pies, claro que yo tampoco me había propuesto tenerla, de lo contrario, ella estaría suspirando por mi. Levantaba pasiones, y todos la miraban a cada paso que daba. Conseguía todo lo que se proponía ¿pero se creía que eso de le daba el derecho a venir aquí? iba a necesitar algo más que su atractivo para ganarse un puesto en el equipo de atletismo.

-Las audiciones para ser animadora son en el gimnasio.-Me dirigí hacia ella. Soltó una seca carcajada con la sonrisa torcida. Llevaba su pelo recogido en una cola alta, y sus ojos azules como zafiros eran profundos y desafiantes, parecía la diosa de la guerra. Despiadada y narcisista, puede que no fuera tan distinta a mi.

-Pensaba que los atletas eran hombres, no niños de papá y mamá.-Me miró fijamente, causando la risa de mis amigos con su comentario.

-¿Te crees graciosa? aquí no hay casting de sábanas, se necesita más que ser preciosa para entrar.-La miré mal.

-Gracias por el alago, pero ni por todo el oro del mundo cumpliría tu fantasía siendo parte de esos castings que a ti tanto te gustan.-Contestó, nuevamente despertando las carcajadas de mi grupo.

-Vete de aquí antes de que te partas una uña y armes un escándalo.-Alcé la voz.

-¿Nervioso de que también sea mejor que tú en esto?, tranquilo, yo te pagaré el psicólogo si quedas muy traumatizado.-Me guiñó un ojo. Noté como me ponía rojo de la furia, las venas de mis brazos comenzaron a marcarse visiblemente, y mis puños se cerraron.

-Yo la quiero en el equipo y ni si quiera he visto como compite.-Rió Congo, uno de nuestros mejores jugadores.

-Bien, aquí tienes tu número. Comienza.-Le di una pegatina.

Ella me sonrió con malicia y comenzó. Fuerza, resistencia, velocidad...era una prueba y ya estaba teniendo mejores marcas que muchos de los que ya eran pertenecientes al equipo.

-Me parece que no vas a poder decirle que no por mucho que te moleste.-Me miró con una sonrisa mi hermano.

-Se lo dirás tu, yo me voy a casa. Estúpidos, hasta esa rubia del diablo es mejor que muchos de vosotros.-Mascullé mientras me alejaba.


Narra Mica

-¿Y bien?.-Pregunté tratando de controlar mi respiración, no quería que me vieran muy agitada.

-Todos, a excepción del ego herido de Ramiro, estamos de acuerdo. Mañana a primera hora te daré los horarios de entrenamiento, y el jueves comenzaremos.-Habló Paio, el sub capitán del equipo.

-Gracias.-Contesté secamente. Me volví hacia las gradas con una sonrisa.

-¿Y bien?.-Bajó de estas con rapidez mi amiga.

-Estoy dentro.-Reí.



Competencia de egos ; RamaelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora