Love yourself

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Narra Mica

-Podríamos...no sé hablar.-Pronuncié finalmente, lo hice de puntillas, como si no quisiera ser oída, como si me diera miedo que me escucharan y reprendieran.

-No te entiendo. ¿Me odias o no?.-Enarcó una ceja.

-Bueno...-Entré al baño. Me saqué el incómodo top y me dejé solamente el corpiño. Para cubrirme me puse la chaqueta de mezclilla que me había quitado anteriormente, y abroché los botones, lo malo era que no tenía muchos, así que se me marcaba un pronunciado escote.

-¿Bueno...?.-Me incitó a acabar la frase. Yo salí del baño lista y volví a sentarme en la cama, esta vez en mitad de esta, con las piernas cruzadas como un indio.

-Depende de tu actitud, a veces eres muy molesto.-Lo miré fijamente.

-¿Intentas provocarme?.-Dijo refiriéndose a mi atuendo.

-Las has visto con menos ropa, y créeme que no despiertas tanto interés en mi.-Reí.

-Despierto algo más que tu interés, pero no lo quieres reconocer.-Negó con la cabeza mientras se acercaba hacia donde yo estaba.

-Si te hace ilusión pensar eso.-Dije con indiferencia. Él se sentó en la orilla de la cama, a unos centímetros de mi.

-¿Acaso es mentira?.-Preguntó.

-No lo sé.-Me encogí de hombros.

Claro que no era mentira. Provocaba en mí algo inexplicable, por qué justo él...pensaba que si algún día llegaba a sentir estas ''cosas'' sería con alguien dulce, sensible, que me ayudara a tranquilizar mi carácter...no con alguien impaciente, mujeriego, insensible y del mismo carácter que yo.

¿Qué me pasa? ni estudiando ciencias de la humanidad, biología o anatomía llegaría a averiguar porque Ramiro causaba esa reacción en mi. Alteraba mis hormonas, me hacía sentir unas chispas electrizantes, me provocaba dolor de cabeza, podía notar como la sangre me ardía y fluía mucho más rápido que mi pulso habitual cuando estaba a mi lado.

El problema es que siempre teníamos un momento de paz, este podía durar minutos u horas. Y cuando terminaba lo siguiente era vuelta a la rutina: discusiones, malentendidos, insultos, despotismo...pero él sabía como elevar a alguien a la nubes, sabía como quererte...yo no quería caer en su juego, pero a veces pensaba que ya estaba demasiado metida en este.

-Mírame.-Me tomó del mentón.

-Déjalo, no funciona conmigo.-Chasqueé mi lengua.

-¿Por qué desconfías de mi?.-Preguntó serio.

-Todos te conocen, todos saben como es tu reputación y no es una mentira. ¿Cuántas han pasado por esta cama?.-Palmeé el colchón.

-Muchas.-Contestó frío.

-¿Y cuantas han llorado por ti?.-Continué.

-Todas.-Desvió la mirada, tenía la mandíbula tensa.

-¿Y alguna te llegó a importar?.-Adherí.

-No.-Volvió a fijar sus ojos en los míos.

-Entonces no me preguntes por qué desconfío de ti. No te culpo, si tu me hubieras echo esas preguntas a mi hubiese respondido lo mismo.-Reflexioné, y era verdad.

-¿Te acuestas con quien quieres, verdad?.-Ahora preguntaba él.

-Sí.-Afirmé.

-¿Sin compromisos?.-Prosiguió.

-Claro.-Asentí con la cabeza con total seguridad.

-¿Con cualquier chico que te atraiga, no?.-Enarcó una ceja.

Competencia de egos ; RamaelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora