Algo más que un Vodka

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Narra Rama

-Flor me tengo que ir.-Dije mientras salía de la ducha.

-Pensé que después de hacerlo ibas a tener al menos la consideración de pasar la noche a mi lado.-Refunfuñó.

-Me ha surgido un problema.-Acaricié dulcemente su mejilla.

-¿Seguimos juntos?.-Me miró con miedo. Nunca habíamos sido novios, ni si quiera teníamos una relación formal, ella sabía que en mi vida y en mi cama habían otras chicas, pero parecía no importarle.

-Supongo...-Suspiré.-Te veo mañana ¿sí? he llamado a un taxi para que venga a por ti.-Le di un beso.

Ella asintió tristemente y yo terminé de vestirme. Me sentía mal, no me iba a quitar el sueño. Ninguna mujer lo hacía, pero si que me hacia sentir una aguda y dolorosa culpabilidad. Flor siempre estaba para mí, sin importar mi mal humor, mis desprecios hacia ella, o lo insensible que era.

Sacudí la cabeza y suspiré profundamente, ¿de verdad estaba tan seguro de que iba a dejar a la única chica que me apoyaba por otra que sólo me utilizaba? sí, yo para Micaela era un juego, y para mi puede que también. Pero por alguna extraña razón mis sentimientos se estaban involucrando en esto, y eso no debería de pasar. Yo a ella no le importaba, estoy seguro de que si yo le hubiera pedido que dejara a su amante en pleno acto para venir a verme hubiera colgado y me hubiera maldecido. En cambio yo acudo a su llamada.

Di media vuelta y subí las escaleras nuevamente. No podía, no era justo para Flor, y para mi seguramente tampoco lo era. A lo mejor por un día podía pensar con la cabeza de arriba y no la de abajo.

-No te vayas.-Dije corriendo rápidamente a mi habitación. Vigna seguía hay, sentada, aunque ahora estaba vestida y no en ropa interior.

-¿Ha pasado algo?.-Me miró confusa.

-Lo de antes puede esperar...quiero quedarme contigo.-Sonreí, vi como se le iluminó la cara. Se tiró a mis brazos y comenzó a darme amor, besos, caricias, aunque yo no era c apaz de sentir nada.

Narra Mica

Era la tercera vez que lo llamaba y no respondía, no sabía si preocuparme o prepara la lápida para su entierro, a mi nadie me abandonaba. Suspiré pesadamente y miré el reloj. Eran las diez y media de la noche, y aún era verano, así que a lo mejor salir a estas horas no era algo tan descabellado...quizá era el momento de tragarme el orgullo e ir yo a verlo aunque fuera por una vez, al menos para que no volviera a montar una escena de celos sobre algo tan ridículo como mi relación con Bruno.

Me vestí rápidamente y salí de casa, iría caminando, así despejaría mis ideas. Durante la caminata, reflexioné sobre si realmente valía la pena lo que estaba haciendo, por momentos me asustaba y me sentía una estúpida yendo detrás del chico malo del instituto sólo por que no respondía mis llamadas, pero ¿a quién pretendía engañar? si él era el chico malo, el fuckboy...yo era cien veces peor, y me había vengado de él hasta saciar mis ansias de este deseo.

Aún así era raro. Yo no pedía perdón, yo no buscaba a nadie, yo no me dejaba humillar, yo apreciaba y mimaba a mi enorme ego y mi tremendo orgullo, y era una sensación un tanto dolorosa tener que dejar todo eso de lado e ir a buscar a alguien.

Después de diez minutos, llegué a la enorme mansión. Llamé al timbre una vez. Nada. Llamé dos veces...nada. Entonces recordé lo que me dijo Ramiro '' Muchas veces mi hermano y yo estamos tocando música y haciendo maquetas, si es así no oímos el timbre. Así que salta por el patio, la puerta de atrás está siempre abierta ''.

Y así lo hice. Entré a la casa, pero todo estaba muy silencioso. Ya había visto antes al perro que tenían, así que al verme, este solo jugueteó unos segundos conmigo. Subí las escaleras silenciosamente. Me dirigí a la habitación de Ramiro y lo vi acurrucado en la cama, con Florencia recargada en su pecho, siendo acariciado por esta, mientras el masajeaba y jugaba con su cabello...nunca lo había visto así.

Competencia de egos ; RamaelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora