Me levanté de mi asiento y me dirijí hacia la puerta que salía de la clase. Era mi primer día y ya me habían llamado por megafonía, eso daba muy mala impresión a mis compañeros.
Me dirigí por el pasillo que llevaba hacia el despacho del director. Llegué a una puerta que tenía un cartel que decía: Sr. Director, Dan Terrinson. Pensaba que era mayor ya que el instituto tenía su nombre y ya llevaba mucho tiempo abierto. Pero no fue así. Piqué la puerta y seguidamente entré. La sala era grande y bastante rústica, pero elegante a su vez. Mis ojos fueron a parar a un sillón que había detrás de un escritorio. Me sorprendí cuando vi a un hombre joven, de unos treinta años. Se veía a simple vista que se cuidaba.
-Señorita Tera Lorens, si no me equivoco.- Dijo con un tono de desaprobación.
-Si, señor director.- dije asustada.
-Bueno, bueno. Veamos...- echó una ojeada a unos papeles que tenía encima de su mesa- Aquí e visto que vivías sola con tu madre en una pensión, quien tiene bajos ingresos y... tu padre os abandonó...- dijo con tono de lástima- Como sabrás esta es una escuela con gente de alto rango. Y me temo que no encajas...
Mi corazón dio un salto y tenía la respiración entre cortada.-... ¿qué quiere decir?
-Que me temo que tengas que abandonar este centro, lo siento.- me dijo.
-Pe... pero ¿y mi beca?- Dije tartamudeando.
-Lo siento de veras, Tera.- dijo intentando con tono de lástima, pero no se por qué pero sabía que era fingido.- Tendrás que mudarte del campus inmediatamente. Estas ocupando una plaza muy valiosa para otras personas.
No me dejó hablar cuando se levantó de su asiento. Me cogió del hombro amablemente y me condujo a la salida.
-Lo siento.- Me dejó sola en el pasillo desierto.
¡Dios! ¿Qué iba a hacer? Mis lágrimas querían salir, pero en ese momento sonó el timbre del cambio entre clase y clase. No podía llorar en ese mar de personas. Fui a la clase en la que estaba antes y cogí mi mochila rapidamente.
Me encontré con Anna.
-¿Qué te han dicho?- dijo preocupada.
Ni siquiera respondí. Se me resbaló una lagrima por mi mejilla y rapidamente me la limpié con la manga del jersey. Anna se dio cuenta.
-¿¡Tera qué te han dicho!?- dijo con tono de angustia.
No respondí y abandoné la clase. Caminaba rapidamente hacia la salida. Con la cabeza agachada y mi cabello intentando ocultar mi rostro. Estaba llorando. No quería que nadie me viera. No veía por donde iba, cuando me choqué con algo, o mejor dicho alguien.
Alcé mi cara hacia arriba, pero ocultando mi rostro y susurré: lo siento.
-¿Tera?- dijo una voz que conocía muy bien. Era la de Jonh.
Me estremecí. Rapidamente me eché hacia un lado e intenté seguir mi camino. Pero Jonh agarró una de mis muñecas haciendo pararme en seco. Con su mano levantó mi rostro y apartó mi pelo. Le vi sus ojos. Me quedé sin aire. Eran esos ojos preciosos que te imnotizaban y de golpe se tiñeron de un tono de dolor y preocupación.
-¡Tera! ¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras?- dijo angustiado.
¡Oh no! Se me había olvidado que estaba llorando. Ahora Jonh me había visto. En un descuido suyo, me pude separar de él. Me intentó seguir, pero me metí entre la masa de personas y me perdió.
Salí de allí y fui hacia la habitación. Llegué mas rapido de lo que pensaba. Me dispuse a sacar las llaves y meterlas en la cerradura. La abrí. Tiré a un lado la mochila. Cerré la puerta y me deslicé por ella hasta llegar al suelo.
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Cuando la noche llegue
VampireTera, una chica normal y corriente, que nunca ha sufrido nada fuera de lo común se muda a los dormitorios de un instituto... lo que no sabe es que ahí es donde empieza todo, su mundo se derrumbará poco a poco, pero alguien siempre estará con ella...