CAPITULO 20

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Cuando Stella mencionó aquello, no pude evitar sonrojarme. Observé a Niall quien estaba igual de impresionado que yo, incluso, tenía la boca abierta de asombro y me reí por lo bajo.

Stella se fue dejándonos solos y nosotros cerramos la puerta de la habitación para tener algo más de privacidad. Niall rápidamente volvió a tomar su postura seria.

- ¿Cómo haremos para dormir? – Pregunté. Él no contestó, al parecer estaba realmente cansado y sólo quería dormir.

Al ver que él no me contestó, me adentré al baño e hice lo que tenía que hacer. Al salir, Niall estaba recostado en la cama con su torso desnudo, tenía los ojos cerrados.

Nunca me había puesto a observar tan detalladamente su cuerpo, sinceramente hermoso.

- Ya puedes dejar de observarme – Dijo él luego después de un rato, aún con los ojos cerrados. Yo me sonrojé al instante. ¿Cómo se había dado cuenta?

Él se levantó de la cama y salió de la habitación dejándome completamente sola. No me importó a dónde se iba, estaba cansada e iba a descansar.

*TRES AM*

Me desperté tras escuchar varios pasos, pensé que era Niall o alguno de los señores. Intenté volver a dormir pero luego de unos minutos decidí levantarme, ya que tenía mucha sed.

Al bajar, me encontré con Niall durmiendo muy incómodo en el sofá, pero se veía tan tierno. Ignoré mis pensamientos y seguí caminando hasta llegar a la cocina, dónde se encontraba aquel señor, él, al verme, me regaló una gran sonrisa.

- Hola – Saludé tímidamente

- Hola, ¿qué andas buscando pequeña? – Preguntó amable

- Y… yo sólo baje para tomar algo – Contesté apenada y nerviosa

El señor muy amablemente buscó un vaso y luego de eso, de la heladera sacó una botella con agua fría y la sirvió. Después me entregó el vaso y lo acepté con gusto.

- Cuéntame pequeña ¿Cómo te llamas? –Preguntó interesado

- ______, ¿y usted? – Pregunté

- Antonio – Contestó con una sonrisa – Dime pequeña, - Cambió de tema – sé que algo ocurre, dime la verdad, puedes confiar en mí. No pretendas que me crea el cuento del rubio – Estaba sospechando, demonios. ¿Y ahora qué le decía? El vaso que tenía entre mis manos se había soltado haciendo que se estrellara contra el piso y provocando un gran ruido, todo por mis nervios.

*Narra Niall*

Me desperté al sentir un gran ruido proveniente de la cocina. Decidí levantarme para ver qué era lo que se había roto, pero cuando vi a ______ hablando con ese señor decidí asomarme y escuchar su conversación. Me paré en la puerta asomando sólo la mitad del cuerpo para que no me vieran.

*Narras Tú*

No podía articular palabra alguna, lo que había dicho Antonio me había dejado perpleja, no sabía que contestarle. Él se había dado cuenta de que algo estaba pasando.

- Lo siento, ahora lo limpio – Dije apenada por el vaso roto

- No te preocupes. Cuéntame, prometo ayudarte – Comentó él tiernamente.

Una gran lucha en mi mente comenzó. ¿Le contaba o no le contaba? Si le decía la verdad, podría salir de este infierno y volver a mi vida tal cual era, pero…. ¿Realmente quería separarme de Niall? ¿Quería separarme de mis nuevos “amigos”?.

No iba a mentir, extrañaba mi vida pasada, y mucho. ¿Qué más daba si le contaba o no?

- Este, yo… estoy – Dije nerviosa, pero no pude terminar la oración ya que una voz masculina terminó de responder por mí

- Esta bien, no hay nada de qué preocupar, ¿no cierto _____? – Dijo Niall entrando por la puerta de la cocina y tomándome de la cintura. Él me pellizcó levemente, estaba enojado, podía notarlo.

- Eh… Si, si estoy bien – Contesté. Mierda, estaba en problemas

- ¿Segura _____? – Preguntó no muy convencido Antonio

- Si segura, vaya a descansar, no se preocupe. Yo me encargo de limpiar los vidrios – Contesté lo más natural posible.

Antonio se había ido de la habitación no muy convencido, sabía perfectamente que algo estábamos ocultando.

Cuando escuchamos que él había cerrado la puerta de su habitación, Niall tomó su postura de serio otra vez y decidió hablar.

- ¿Es que eres estúpida? ¿Cómo se te ocurre intentar decir la verdad? – Dijo mientras se iba acercando a mí, tenía los puños cerrados tratando de controlar su ira. Estábamos en casa ajena así que no podía hacer mucho, porque si no, sospecharían de algo – No se te puede dejar sola un segundo porque ya lo hechas a perder todo– Cada vez se iba acercando más y yo retrocedía. Estaba cerca de la puerta, por lo que aproveché y salí corriendo, aunque el dolor de mi pie era fuerte, alcancé a llegar a la escalera, pero luego de eso sentí unos brazos en mi cintura.

- Mierda – Susurré, pero estaba segura que él lo había escuchado

- ¿Tú nunca aprendes a cerrar esa boca, verdad? – Preguntó y me llevó hasta la cocina, cerró la puerta y me sentó en la mesada colocando sus manos a ambos costados de mi cuerpo, acorralándolo.

INSTINTO Niall Horan & TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora