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—Listo milady — murmuró Beth, terminado de arreglar el tocado de Mia. — esta preciosa, como siempre —.

Mia rodó los ojos, como cada vez que recibían algún piropo por parte de su doncella, su padre, tíos...o cualquier otra persona. Simplemente no le agradaba, en otras palabras no se sentía cómoda recibiendo halagos.

En aquel momento se estaba preparando, con más entusiasmo de lo que acostumbraba, para salir a dar su paseo a caballo de cada día esta vez acompañada por Lottie, el esposo de ésta y...Charles.

Aún se sonrojaba un tanto abochornada al recordar lo sucedido con este último en la terraza aquella noche del baile, donde un casi beso había sucedido. Un beso que había deseado con toda su alma, pero que ella misma evitó.

Un beso nuevo de Charles significaba un paso más hacia aquel sentimiento que debía enterrar en lo más hondo de su pecho.

Y no estaba haciendo todo aquello por la inminente presencia de cierto duque de hipnotizantes ojos verdes y brillante cabello castaño claro...no, para nada. Solo estaba emocionada por salir a cabalgar con su mejor amiga.

Ya había pasado bastante tiempo desde la última vez que lo hicieron, además que ahora tendrían un nuevo acompañante.

—Gracias por tu ayuda, Beth — musitó, poniéndose de pie y alisando distraídamente la falta de su traje de montar color caqui. Soltando un suspiro, tomó los guantes del mismo tono que su traje y se dispuso a salir de la habitación.

—Espero tenga un lindo paseo, alteza — Beth la miró con una sonrisa pícara, logrando que las mejillas de Mia ardieran.

A paso rápido y lanzándole una mirada de recelo a su doncella, Mia salió de allí, esperando que la rojez de sus mejillas ya no estuviera al llegar a los establos, lugar en que Charles la estaría esperando.

La noche del baile habían acordado que él la esperaría allí, y posteriormente irían juntos al parque, dado que Mia no tenía permitido salir sin la debida protección. Que en aquel caso sería el duque de Blackmore, persona de confianza del Rey.

La joven por su parte, había bufado y refunfuñando por varios minutos cuando el Rey había impuesto tal condición, sin embargo luego Charles pudo convencerla de que sería lo mejor. Así que decidió aceptar y dejarlo por la paz.

Una sonrisa se formó en su rostro en cuanto, a lo lejos, vio la inconfundible figura de Blackmore terminando de ensilla a Azur, caballo que posteriormente usaría. Su yegua estaba a unos cuantos metros, siendo atendida como una verdadera reina mientras comía avena.

—Buenos días, Alteza — saludo Peter, el mozo de cuadra encargado especialmente de Azur, y los caballos de la familia real.

—Buenos días, Pete — lo saludó de vuelta, inclinando la cabeza con respeto ante la inclinación que él hizo.

Ese fue el instante en que el duque de Blackmore noto su presencia, y Mia sin siquiera mirarlo, supo que él tenía sus ojos puesto en ella, logrando que los latidos de su corazón se aceleraran locamente y que sus mejillas tomaran un color carmín.

Formando una sonrisa en su rostro, caminó hacia él procurando mantener el buen paso y que no se notara la euforia que corría por sus venas cada vez que estaba en su presencia.

Su traicionero corazón seguía latiendo completamente desbocado mientras que se iba acercando cada vez más.

—Buen día, su alteza — comenzó Charles con una sonrisa burlesca pintada en el rostro. Hizo una media reverencia y le entregó las riendas de Azur. — Ya tengo preparado el corcel que montara el día de hoy — volvió a hacer una reverencia, logrando que Mia soltara un risilla.

—Buenos días, excelencia — murmuró la chica, aceptando las riendas y tirando de su caballo hacia el lugar en que acostumbraba a montar, siendo ayudada por algún mozo. No era fácil montar con una falda que pesaba más de lo que cualquiera pudiera llegar a pensar. —Gracias, es usted muy amable — sonrió, siguiendo su juego.

Al parecer la incomodidad que se había instalado entre ellos luego del episodio ocurrido en la pradera, había desaparecido la noche del baile, cuando se había pasado más de dos horas hablando en la terraza del castillo.

Mia le agradecía a cielo el volver a hablar con el duque como hacían antes...antes cuando eran unos simples niños y aún no conocían mucho de la vida.

Una vez sobre los lomos de Azur, montada como una amazona cosa que odiaba tremendamente pero que no podía evitar tener que hacer, no, si no quería que se armara un escándalo, Mia observo a Charles montar sobre su propia montura.

—¿Lista? — pregunto este, luego de estar cómodo sobre su yegua. Mia asintió con decisión y eso fue lo único que necesito para que se pusieran en marcha.

Mantuvieron una leve plática sobre temas banales; entre ellos la salud de la familia, entre otros, mientras se acercaban a Hyde park, el conocido parque en el cual la aristocracia londinense acostumbraba a dar sus paseos acaballo. Y como ellos no eran la excepción, debían seguir con la tradición.

—Así que Nicholas es tu amigo de la infancia... — murmuró Mia mientras, a caballo, se adentraban en Hyde park, en búsqueda de la pareja de recién casados.

Nunca se le había pasado por la cabeza que Nicholas y Charles pudieran tener alguna clase de amistad.

—Así es — contestó este con una sonrisa. — las tierras de nuestros padres en Cornualles colindan, así que nos conocimos desde pequeños...jugábamos a los piratas y los exploradores —.

Mia inmediatamente sonrió al oír aquella información, la que resultaba ser privada y en la cual quería seguir ahondando.

—Oh, esos deben haber sido tiempos muy divertidos — comentó, volviendo a sonreír cuando recordó momentos similares a los dichos por el duque. Momentos que ella había vivido justamente con él, en el Paraíso...siendo libres.

—Lo eran — respondió Charles, soltando un suspiro que a Mia le pareció melancólico. — luego de Eton ya no mantuvimos el mismo contacto, pero aun así estaba al tanto de su reciente matrimonio. Lo que no sabía era que su esposa era nada más y nada menos que Charlotte, la pequeña castaña que lo volvía loco y a la que juraba detestar — alzó y luego dejó caer sus hombros, riendo por lo loco y extraño de la situación.

Envidiaba, de una manera bastante sana, a su amigo por haber encontrado el amor, solo podía esperar que él lograra encontrarlo o vivirlo algún día...y ser debidamente correspondido.

—Si — Mia lo acompañó con una risilla. — Nadie pensaba que debajo de aquella fachada de odio mutuo se escondía el amor —

Charles suspiró.

—El amor está en todas partes, solo hay que estar atentos a las señales y no desperdiciar la oportunidad que el destino te puede ofrecer —

—¿Señales? — lo observó con una ceja alzada, claramente pasmada por lo extraño de sus palabras, pero antes de que pensara en decir algo más el chico la interrumpió, avisándole de la presencia de los condes de Rodhood, por lo que se obligó a acallar las tantas preguntas en su cabeza y cabalgar, suavemente, hacia sus amigos.

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26-01-2018

Gracias❤

Again [Royalty#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora