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—¡Padre!— Mia sintió como todo su mundo caía en pedazos, pasando de estar en el más exquisito cielo a estrellarse de lleno con el frio suelo

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—¡Padre!— Mia sintió como todo su mundo caía en pedazos, pasando de estar en el más exquisito cielo a estrellarse de lleno con el frio suelo.

No.

—¡Alteza! — con extrema rapidez, Charles se levantó llevando a Mia consigo y luego, escondiéndola tras su espalda. Él no tenía problemas con su ropa pues toda estaba en su lugar mientras que ella se encontraba tratando con todo su ser de mantener puesto sobre su pecho el corpiño que colgaba desabrochado, sintiendo como la humillación calaba cada vez más hondo en su pecho.

Incontrolables lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas, logrando que su rostro sonrosado por la humillación se empapara.

Aquello no estaba pasando.

Frente a ellos estaba Hardy Southford, el Rey de Inglaterra, mirándolos con una mezcla de furia y decepción, junto a los que parecían ser algunos duques, marqueses y condes pertenecientes a la corte real. Sus estirados rostros demostraban la extrema sorpresa que sentían, además de la intrínseca crítica a su reputación, la de la princesa, que debían estar haciendo.

El grupo había ingresado a la biblioteca enfrascado en lo que parecía ser una interesante conversación, seguramente habían ido a allí para tener una de sus tantas reuniones privadas, cuando se encontraron con aquel panorama.

Aquello se transformaría en un escándalo de grande proporciones. Los rumores y cuchicheos no tardarían mucho en aparecer e inevitablemente la reputación de Mia se vería notablemente afectada.

Solo había una cosa por hacer.

—¿Papá? — Mia intentó hablar, pero dejo de hacerlo al ver como el Rey levantaba su mano para hacerla callar, proporcionándole de paso una muy dura y completamente fría mirada.

—Alteza, puedo explicarle...todo — Charles tembló al oír como Mia comenzaba a sollozar en silencio. Oír aquello lo mataba. Ella no debería llorar, ni sufrir por lo estúpido de sus acciones.

Jamás habría pensado que aquello fuera a pasar. En aquel momento, cuando estaban sentado en el sillón conversando, no había deseado nada más que besarla y explicarle con las tibias caricias de sus labios cuanto la adoraba. Su cerebro no fue capaz de razonar, ni lograr que su cuerpo obedeciera...y todo aquello se había transformado en un desastre.

Un desastre que estaba lastimando a la persona más importante en su mundo, y que él no tenía forma de evitar.

Deseo poder abrazarla contra su pecho, besar una vez más sus labios, y llevarla lejos de todo lo que se avecinaba.

—Claro que lo harás — zanjó el Rey, mirándolo con dureza. Dando un brusco giro, se enfrentó a los mudos espectadores a su espalda. — señores, les pediré que se retiren, como han podido notar necesito tener una charla privada con Lord Blackmore y Lady Mia —.

Again [Royalty#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora