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Mia suspiró presurosamente mientras sentía como una solitaria lágrima recorría su mejilla, siendo seguida por otra

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Mia suspiró presurosamente mientras sentía como una solitaria lágrima recorría su mejilla, siendo seguida por otra. Cerró los ojos, evitando los sollozos que pugnaban por salir de su garganta. Ya llevaba demasiados días llorando, debía reponerse de una vez por todas.

Ya había pasado una semana desde lo ocurrido en la biblioteca. Una semana desde que estaba comprometida con Charles. Una semana desde que su mundo había dado un giro de ciento ochenta grados...

Un giro que no estaba contemplado en los planes de libertad que arduamente había elaborado por años y más años.

Adiós a su vida en el paraíso.

Estaba arruinada, y todos sus sueños estaban aplastado en el fondo de un calabozo. Ya nunca más podría pisar libremente un barco, ni mucho menos dirigirlo como amaba hacer.

En tres días se casaría con un duque, lo que indudablemente la convertiría en duquesa.

Una maldita duquesa.

Se convertiría en lo que siempre había odiado, una lady, sin derechos ni libertad. Cuando dijera que sí frente al altar, toda su vida y futuro le pertenecerían a quien sería su marido por el resto de su vida...

Charles Blackmore.

Y ni siquiera podía culparlo porque ella había participado ávidamente y de muy buena gana en el beso que resultó ser su ruina, además él, durante la pasada semana, había hecho todo lo posible por hacerla sentir bien y sonreír. En muchas ocasiones lo consiguió, y con creces.

Habían salido a cabalgar por Hyde park. Como haría cualquier pareja de prometidos, con una carabina de compañía, la decencia por sobre todo, como si ellos ya no estuvieran arruinados. También se dejaron ver en los bailes más populares de la aristocracia, y en el teatro.

Aparentando ser una pareja de enamorados que no podía esperar a que el día de su flamante boda llegará.

La sociedad estaba llena de mentiras.

Aunque Mia debía aceptar que siempre que estaba junto a Charles, y lograba olvidar todo lo relacionado con su futura boda, disfrutaba. Estando con él se sentía bien, alegre y más cómoda de lo que se sentiría con cualquier miembro de su familia. El duque lograba hacerla reír, y al mismo tiempo entablar con ella un debate sobre navegación. Por otra parte, estaba su lado caballeroso; abriendo la puerta del carruaje para ella, ayudándola con alguna silla o con su abrigo, cosas que aunque a veces lograba hacerla gruñir, la hacía sentir querida...y apreciada.

Muchas veces había anhelado volver a sentir sus labios, besando y acariciando los suyos, como aquella noche en la biblioteca. Luego recordaba que aquella era precisamente la razón por la que estaban en aquel embrollo, y todo aquel ardor se esfumaba.

Deseaba con toda su alma poder volver el tiempo atrás, y lograr que aquel beso nunca sucediera, porque tenía claro que no era solo su vida la que se estaba arruinando, sino también la de Charles.

Seguramente él hubiera querido a otra dama, una más adecuada, para hacerla su esposa, y duquesa. Una dama que fuera lo suficientemente buena para él.

Pero ya nada podían hacer, solo les quedaba afrontar lo que el destino cruelmente les había deparado.

***

Blackmore suspiro, al tiempo que se apeaba de su lujoso carruaje y se acercaba a la entrada de la mansión frente a él.

La mansión, más bien castillo, perteneciente al Rey.

Había decidido utilizar su carruaje, dejando de lado a su caballo puesto que tenía pensado llevar a Mia, su prometida, a dar un paseo por el parque. El día estaba perfecto para un paseo.

Su prometida, y futura esposa. Adoraba como aquellas palabras sonaban en su cabeza. Se las repetía una y otra vez, saboreando la emoción de saberlo cierto.

Después de una semana de preparativos y continuas apariciones públicas, estaba más emocionado que la propia novia por lo poco que faltaba para que aquel grandísimo día llegará.

No entendía muy bien la razón de aquello, pero estaba completamente pletórico, y ansioso. Ansioso por hacer realidad uno de los tantos deseos que su corazón pensó jamás iba a cumplir.

Luego de pedirle, con amabilidad, al mayordomo que avisara a lady Mia sobre su visita, se sentó en uno de los coloridos sofás pertenecientes a la salida verde. Sala que solía ser para recibir visitas, pero que la Reina prefería llamar así.

Cuando vio la figura de la joven aparecer como uno rayosl de luz por la puerta, una sonrisa se formó en su rostro. Como siempre ella estaba preciosa.

—Mía — murmuró, y dando dos zancadas se acercó a ella, tomo su mano y la besó castamente. En cuanto ella levantó el rostro y él pudo observarla claramente, su sonrisa decayó completamente.

Su pequeño y ovalado rostro estaba pálido, y unas oscuras ojeras se formaban en el contorno de sus ojos. Ojos que por lo demás estaban rojos, mostrando claros signos de haber estado llorando.

Ella había estado llorando.

Ella no quería aquello.

—Charles — Mia trato de sonreír — ¿Cómo has estado? — esquivandolo, se acercó a uno de los sofás, y se sentó con rectitud, como toda dama haría. Trato de mantener la cabeza gacha, lo que menos quería era que él notara su agonía.

Él parecía tan feliz.

—Muy bien — Charles volvió a recomponer su sonrisa, apenas. — ¿tú como estas? — se acercó y sentó junto a ella.

Sintió un nudo oprimir su garganta.

Aunque su corazón se estuviera despedazando en aquello momentos, y probablemente siempre se odiaría por aquello, sabía muy bien lo que debía hacer.

Seguramente siempre lo había tenido claro, solo se había estado engañando al creer que aquello podría haber funcionado.

Si ella no era feliz, nada valía la pena.

¿Cómo podría vivir sabiendo que por su culpa ella sufría y lloraba por la noches?. Sabiendo que él era el obstáculo que le impedía cumplir sus sueños...quizás luego de algún tiempo ella podría llegar hasta odiarlo.

No, eso sería algo que jamás podría soportar. Prefería mil veces perderla, que saberla junto a él y ganarse su odio.

Porque la quería...no, la amaba, lo haría.

Pero primero tomaría todo lo que pudiera obtener de su compañía. No importaba cuán patético fuera, deseaba dos días más con ella siendo parte de su vida.

Solo dos días.

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20-02-2018

Again [Royalty#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora