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Mia observo como Beth corría por la habitación, buscando y ordenando el vestido, zapatos, cintas y cosas que tendría que usar para la cena de aquella noche

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Mia observo como Beth corría por la habitación, buscando y ordenando el vestido, zapatos, cintas y cosas que tendría que usar para la cena de aquella noche. Al parecer tendrían un invitado y según las explícitas palabras de Hardy, debía estar resplandeciente.

Seguramente su padre, nuevamente, estaba haciendo de casamentero. Ya había tenido que pasar por eso más de una vez. El Rey era bastante perseverante y no olvidaba su propósito de encontrarle un esposo.

Casi parecía una dama, debería ser Alexa la interesada en buscarle esposo no él.

-¡Dios, Beth! - gruñó, mientras la doncella le ajustaba el corsé.- No puedo respirar, aflójalo - pidió con un hilillo de voz. Odiaba a aquel instrumento de tortura, que había sido creado solo con el propósito de ver a las mujeres sufrir.

-Pero milady...- Beth suspiro. La misma discusión de siempre. Cada vez que la chica debía ponerse un corsé, batallaba y gruñía, alegando la inutilidad de este.

-Aflójalo - ordenó una vez más. Ahora si era verdad que el aire le faltaba. - de verdad, ¡Beth, no puedo respirar! -.

Veinte agonizantes minutos después, por fin estuvo lista. Y pensar que muchas jóvenes disfrutaban de aquello y lo repetían cada noche.

-Perfecto - murmuró Beth, mirándola con una sonrisa de orgullo en el rostro. - esta preciosa milady, preciosa -.

-Bah - Mia sacudió la mano. Seguro no era para tanto y la chica frente a ella estaba exagerando, como siempre. Nunca había pensado en sí misma como alguien fea, pero tenía claro que no era una belleza. No con aquellos aburridos ojos y cabello castaño. Jamás resaltaría como las demás señoritas de su edad, espléndidamente bellas con sus cabellos dorados y ojos azules. Su piel era el único aspecto que podía pensar como algo positivo.

La mayoría de los hombre que se habían aproximado a ella durante aquellos años, lo hacían principalmente por su estrecha relación con el Rey.

Para ella aquello ya no era un problema, antes cuando había soñado con el amor verdadero y un mundo color rosa si le dolió. Pero no cuando la realidad la había golpeado, en aquel momento sabía que su destino no era ser la sumisa esposa de algún Lord.

-No creo...- se detuvo, fijando su mirada en lo que veía reflejado en el espejo. De verdad no estaba mal. Usando aquel vestido dorado que realzaba el color de su piel, no se veía mal. Y si le agregaba la extraña forma en que su doncella había peinado su cabello, su aspecto mejoraba aún más. - Gracias - sonrió hacia su doncella y tratando de recomponerse de la impresión que tuvo al ver su aspecto, se encaminó hacia la puerta de la habitación. - creo que ya es hora de bajar. - rápidamente huyó de allí, antes de que Beth la atormentara con preguntas a las cuales no sabría cómo responder.

Al llegar a la escalera, se detuvo recordando que debía hacer un descenso digno de una casi princesa. Rodo mentalmente los ojos. De princesa no tenía nada.

Again [Royalty#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora