Once

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Por lo general, mis capítulos tienen un promedio de tres mil quinientas y algo más de palabras. Creo que esta vez me emocioné pero me gustó hasta donde quedó XD Once mil setecientas sesenta y siete palabras (sin contar estas) para ustedes con todo mi amor. Ojalá les guste y aprendan un poco más de la ansiedad, del amor y de Dios (mi Dios). 

Mientras esperamos lo que sabemos que va a pasar, debemos estar tranquilos. La ansiedad no es la mejor de las compañeras, cuando te encuentres nervioso o desesperado por algo que no puedes evitar, mas te valdrá olvidarlo o encargarte de otros asuntos. Así es como se maneja la vida en dicha... yo aprendí con muchos errores pero no debes equivocarte en lo mismo que yo.

Si te sientes confundido, cierra los ojos, respira, piensa en lo que en verdad quieres sin preocuparte de las opiniones de otros, ni siquiera de la de Dios. ¡En serio! Poco a poco entenderás lo que intento decirte con esto... así que si te quedas estancado en el tráfico, estás en una larga fila de espera o simplemente no llevaste un libro al sanitario, puedes pensar en todo esto que te escribo.

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-Aaaahmmm.... ¡Qué rico, ttebayo! –masticaba con ganas mientras se engullía su pedazo de pan. Sasuke le miraba aun con su dona glaseada en la mano. -¿No vas a comer?

-¿Te das cuenta que tu vestidito tiene beneficios?

-¿Vestidito? ¡Ya te dije que es una sotana, dattebayo!

-Parece vestido. –listo, ya le había arruinado la merienda a alguien, ahora si podía comer tranquilo. Una mordida sutil y discreta, manchándose los labios de azúcar glass en el proceso. –Consiguiendo cosas gratis solo por ser sacerdote ¿no te da vergüenza?

-No. –le fue honesto mientras se retiraba el cuello blanco de su traje para respirar con más libertad, su cadena de oro tintineo cuando se masajeó el cuello. Estaba contento de tenerla de nuevo con él pero no terminaba de sentirse libre de culpa. –Oye, Sasuke...

-Si no me regresas antes de las ocho de la noche, se enfadarán. –dijo interrumpiendo mientras veía el cielo de color azul y morado. No es que estuviera ansioso de llegar, menos al notar la maravillosa vista en ese parque.

-Sí, Cenicienta.

-Siempre odié ese cuento.

-¿Tu qué no odias?

-A mí. –siguió comiendo mientras miraba esos columpios, no pudo evitarlo, era como regresar a esa edad no tenía ningún problema, cuando el monstruo no estaba.

¿Y el monstruo?

Pensar en él era invocarlo pero Sasuke se permitió de todos modos analizar las cosas, desde ayer no estaba cerca, no desde que milagrosamente despertó en el pasillo principal siendo que estaba tan lejos cuando cayó inconsciente. Una emoción se apoderó de su cabeza y de su piel haciendo que sus poros se abrieran dando la ilusión de "piel de gallina", es muy común (y bueno) que cuando algo tan grandioso sucede, busquemos comunicarlo, es algo innato en el ser humano, compartir con los semejantes nuestro pedazo de cielo y esperanza.

Por eso miró al rubio que, a pesar de ya no ser un niño, seguía canturreando entre masticadas, moviendo infantilmente los pies y saboreando el pan como si fueran dulces. Parecía disfrutar todo, absolutamente todo.

-Oye...

-¿Mmm...?

-¿Dios puede cargar a las personas?

Desde el cielo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora